
La noticia de una enfermedad crónica interrumpe el curso natural de la vida. En el caso de la diabetes, especialmente en su debut, el diagnóstico marca un antes y un después. Más allá de las pautas médicas, surge un impacto profundo que transforma la experiencia emocional de quien lo recibe.
A menudo, se experimenta un proceso de duelo que incluye la pérdida de la salud tal y como se conocía, la ruptura de expectativas vitales y el miedo al futuro. Desde MiPsicoAzul, centro especializado en acompañamiento psicológico, se trabaja desde la raíz afectiva para abordar la gestión emocional de diabetes, especialmente en las fases iniciales donde todo parece tambalearse.
El trauma invisible en el debut de la diabetes
Recibir un diagnóstico de diabetes, ya sea en la infancia, la adolescencia o la adultez, genera una sacudida emocional difícil de anticipar y predecir. Se trata de una vivencia capaz de activar mecanismos de defensa como la negación, el desconcierto o el bloqueo psicológico. Esther García, psicóloga sanitaria y fundadora de MiPsicoAzul, identifica este momento como una ruptura emocional profunda, en la que pueden aparecer tristeza, rabia, desesperanza, culpa, ansiedad y miedo.
El impacto psicológico no se limita a la noticia inicial. El tratamiento, con sus múltiples exigencias —medicación, autocontrol, alimentación, rutinas— puede ser vivido como una amenaza que fragmenta la vida cotidiana. Este escenario anímico se convierte en un terreno fértil para el trauma si no se acompaña desde el inicio.
A lo largo del tiempo, el duelo puede reaparecer, ya sea durante una hospitalización, ante una hipoglucemia, o simplemente al recordar la vida antes del diagnóstico. Lo cierto, es que estas emociones no son patológicas; son reacciones humanas ante una pérdida. Sin embargo, cuando se cronifican o bloquean, pueden derivar en dificultades mayores si no se logra abordar el malestar de forma adecuada.
Acompañamiento psicológico para integrar la nueva realidad
Ante esta situación, MiPsicoAzul ofrece un espacio terapéutico que permite mirar de frente el impacto emocional de la enfermedad. A través de un enfoque integrador basado en la experiencia clínica y personal de Esther García —formada en trauma, EMDR, mindfulness y psiconutrición—, se acompaña a cada persona en su proceso desde una perspectiva humana, empática y profesional.
Este enfoque se ve enriquecido por su vivencia propia como madre de una niña con diabetes, lo que le permite comprender con especial sensibilidad las emociones que surgen en torno al diagnóstico y la convivencia diaria con esta condición.
La intervención se adapta a cada etapa vital: infancia, adolescencia, edad adulta o maternidad. Se trabaja con herramientas que ayudan a sostener emocionalmente el día a día: miedo al futuro, frustración, autoexigencia, agotamiento, rabia, tristeza o culpa. Todo ello en un entorno donde la validación afectiva y el respeto por los ritmos individuales resultan fundamentales.
Abordar la gestión emocional de diabetes desde este enfoque no solo mejora el bienestar general, sino que facilita la integración real del diagnóstico en la vida de la persona, sin que este defina su identidad ni limite su capacidad para vivir con plenitud.

