Revista Libros
Este libro es una excusa perfecta para hablaros de sueños.
María Rodés presenta una recopilación con algunos de los suyos, ya que tiene la costumbre de anotarlos cada mañana al despertar, desde hace años. “Empecé a escribir mis sueños a raíz de una crisis creativa. Quería salir de mis temáticas habituales y buscar nuevas formas de expresarme que no pudieran ocurrírseme de manera consciente. Primero experimenté un poco con la escritura automática y una cosa llevó a la otra. Coloqué un cuaderno de color negro en mi mesita de noche y me propuse escribir lo que recordara de cada sueño todas las mañanas.” Definitivamente, el color de las tapas de ese cuaderno me parece clave. ¿De qué color habría de ser si no, un libro de ilusiones?
Pero existen muchos más, miles de textos maravillosos que han sido escritos en sueños, o volcados al papel ya en la vigilia, recordando algo soñado. También, multitud de películas y canciones en torno a la misma idea. Por ejemplo, el fantástico libro de Jacobo Siruela “El mundo bajo los párpados”, publicado por Atalanta en 2011. En él, se hace un repaso de los sueños que han marcado el devenir de la Historia. Se trata de una lectura inesperada, genial, que no se parece a nada. Un libro inclasificable y absolutamente delicioso.
Basada en el extrañísimo libro de Réjean Ducharme, “El valle de los avasallados” (2009), encontramos la última película que rodó Jean-Claude Lauzon antes de sufrir el accidente de aviación que le rrebató la vida. Se trata de la complejísima y sorprendente “Léolo”, procedente de 1992, que cuenta la historia del niño Léo Lauzon, o Léolo Lozone, como se autodenomina. También inclasificable, deja un extraño sabor de boca al espectador (profundamente agridulce), y de ella rescato la ya mítica frase "Porque sueño, no lo estoy. (Porque sueño, no estoy loco)”.
La escritora Isabel Bono reparte su actividad bloguera en varias bitácoras, una de ellas completamente dedicada a sus sueños, que transcribe con frecuencia desde 2008. Se llama “La espuma de las noches”, (en homenaje, supongo, a Boris Vian). Isabel tiene una facilidad especial para la delicadeza, por lo que es capaz de transmitir una gran cantidad de sensaciones con un puñado de frases.
Y, si pensamos en el autor de sueños más universal, inevitablemente pensamos en Freud. Padre de los famosos complejos de Edipo y Electra junto a Jung, ahora son muchos los que piensan que él fue el gran traumado por excelencia y que utilizaba sus investigaciones especialmente para entenderse a sí mismo, lo cual me parece muy loable de ser cierto. Sus obras más populares son los volúmenes de “La interpretación de los sueños”, en las que Freud analiza la utilidad de buscar en el subconsciente el origen de los traumas del paciente. A partir de ahí, dedicó al psicoanálisis su vida profesional.
Hay algo precioso, que me niego a obviar en esta lista: la Biblioteca de los Sueños que aparece en los cómics de la serie “Sandman” de Neil Gaiman. El Bibliotecario del Sueño, un personaje llamado Lucien, custodia una inmensa biblioteca compuesta por libros inconclusos en la realidad, que han sido imaginados o escritos en sueños. Por supuesto, esta biblioteca es infinitamente más voluminosa que cualquier otra que pueda imaginarse, y que exista en la realidad. Al parecer, este personaje no fue creado por Neil Gaiman, sino que pertenecía originalmente al cómic Tales of the Ghost House, de DC (años 70).
En cuanto a canciones, la lista también podría ser eterna, pero quiero dejar constancia aquí de dos debilidades personales: por un lado, “The dream song” de Joan Baez, una canción onírica, salvaje y preciosa en la que oigo, cuando la escucho, esa pequeña parte de mi historia que cuenta cómo una niña eterna, descalza, que no sé si es ella o soy yo, caprichosa me arrebata algo que en realidad nunca me perteneció. El otro tema es “Blue heart”, de Deine Lakaien, un tema que escuché de casualidad precisamente a los pocos días de haber tenido un sueño demasiado vívido, y al que por fin pude poner banda sonora. Pero sobre esa historia ya escribí por aquí hace tiempo.
Apenas he hablado de María Rodés, ya dije al principio que esta vez su libro sólo sería una excusa. Pero es interesante, de verdad. Junto a los textos, hay una serie de dibujos infantiles de la misma autora-niña que, si evidentemente no aportan una calidad artística visual arrebatadora, sí que añaden ternura e inciden sutilmente en la idea de cómo el subconsciente y nuestras primeras impresiones acerca del mundo, influyen tanto en nuestros sueños de cada noche como en nuestra vida diaria.
When I really woke I was frozen in between
I didn’t know who I was, it was a
dream inside a dream
Oh what a dream
*