El Museo Thyssen-Bornemisza presenta del 17 de febrero al 17 de mayo de 2015 la primera gran retrospectiva de Raoul Dufy en Madrid desde la muestra celebrada en la Casa de las Alhajas en 1989. La exposición muestra tuna selección de 93 piezas del artista francés realizados a lo largo de toda su extensa y prolífica carrera de algo más de medio siglo.
Juan Ángel López-Manzanares, conservador del Museo ThyssenBornemisza, y comisario de dicha exposición, propone un recorrido estructurado cronológicamente, siguiendo la evolución de su pintura en cuatro apartados: sus primeros pasos (Del impresionismo al fauvismo); la época en la que bajo la influencia de Cézanne su pintura se acerca al cubismo (Periodo constructivo); sus creacionesvinculadas a la estampación de tejidos y ornamentación de cerámicas (Decoraciones); y, por último, su etapa de madurez (La luz de los colores). Del impresionismo al fauvismo
Dufy comenzó su trayectoria muy influenciado por el impresionismo, pero pronto sintió la necesidad de superarlo y cuando descubrió la obra de Matisse en el Salón de los Independientes en 1905 su obra se transformó:
“… el realismo impresionista perdió para mí todo su encanto al contemplar el milagro de la imaginación introducida en el dibujo y el color. Comprendí de repente la nueva mecánica de la pintura”.
Para nosotras es su época fauvista la que mas nos atrae y por la que intentaremos visitar esta exposición el próximo mes.
Durante el verano de 1906, hace suyo el lenguaje fauve y abandona la pincelada vibrante para fijar la luz en amplias zonas de color con una paleta mas intensa en la que las sombras negras desaparecen y son sustituidas por tonos azules y malvas.
Ya no se trata de reproducir fielmente la realidad exterior, sino de crear una interpretación lírica de la naturaleza con la intención de despertar emociones a través del color.
Periodo constructivoComo muchos artistas de su época, Dufy se sintió profundamente impresionado por los cuadros de Cézane y por la acusada geometrización de sus formas, un cromatismo restringido y el empleo de la pincelada constructiva.
Dufy no avanza en la senda del cubismo, sino que ensaya su propio lenguaje al tiempo que recupera su anterior interés por el color como se aprecia en una de las obras más destacadas de este periodo La gran bañista (1914). Posteriormente Dufy también se interesa por la cerámica y el grabado, estando presentes alguna de estas obras en la exposición.
Tras la Primera Guerra Mundial, Dufy visita a menudo el sur de Francia. Imbuido por la naturaleza serena de la Provenza, trata de dotar a su obra de un nuevo equilibrio clásico. Además de las formas esculturales del paisaje, la luz del Mediterráneo es determinante en su pintura: “La luz fija del Mediterráneo lleva de manera natural a esa calma, a esa serenidad clásica, tan distinta de la fugacidad de los efectos que el Atlántico o el Canal de la Mancha confieren a los paisajes”. Para conseguirlo, somete a sus paisajes a una ordenación en bandas cromáticas, y organiza luces y sombras en base a la luz que emana de los propios colores.
El negro alcanza un mayor protagonismo en sus cuadros tardíos de corridas de toros y, sobre todo,en su serie El carguero negro. Este motivo, presente desde 1925, vuelve en una serie desarrollada entre 1946 y 1953, donde recurre de nuevo a este color para representar la máxima luminosidad. Si bien Dufy no quiso convertir su pintura en expresión de sus sentimientos personales, esta serie puede ser interpretada como el presentimiento de su muerte cerca.
INFORMACIÓN PARA EL VISITANTE:Museo Thyssen-BornemiszaDirección: Paseo del Prado 8. 28014, Madrid. Horario: de martes a domingo, de 10 a 19 horas; sábados, de 10 a 21 horas
Venta anticipada de entradas en taquillas, en la web del Museo y en el 902 760 511.
Más información:
www.museothyssen.org
Información e imágenes para este post: Nota de prensa Museo Thyssen- Bornemisza