Revista Cine
Estos fríos días de otoño ya próximos a desaparecer todavía se revisten de ocres en la hojarasca callejera y la humedad impregna hasta las luces de las farolas que marcan el camino de vuelta a casa y apetece una melodía que acaricie los tímpanos y embalsame el ánimo.
Nada mejor que un dulce saxo jugueteando con el pentagrama y quien más hábil y ligero que el compañero de tantos conciertos memorables, siempre dispuesto a sorprender y emocionar, el dueño de un saxo alto irrepetible, Johnny Hodges que triunfó por todo el mundo viajando con el genial Duke Ellington y su orquesta que se enorgullecía anunciándolo, por ejemplo, para interpretar Things Ain't What They Used to Be, demostrando el maestro Hodges una humildad excesiva al ejecutar de forma tan brillante el tema.
Claro que los aficionados al jazz ya sabían lo que podían esperar del gran saxofonista que se constituyó en una de las piezas más significativas de ésa orquesta, en mi opinión la más grande de todas las que se dedicaron al jazz, como puede comprobarse en su versión del celebérrimo tema On the Sunny Side of the Street
Lo cierto es que cualquier excusa es buena, sea otoño, invierno, primavera o verano, para poder degustar el arte de tan excelente músico que triunfó a mediados del siglo pasado dejando clara impronta en muchos de los músicos que le siguieron, e incluso en sus coetáneos, como el enorme Ben Webster, gran amigo y admirador suyo, que no puede contener unas lágrimas de homenaje a su amigo y mentor cuando, en medio de un concierto en Copenhague le dieron la noticia del fallecimiento de Hodges.
No cerremos esta nota de forma triste: alegrémonos porque por suerte, la forma de tocar de Johnny Hodges, su arte, lo que era su vida, todavía podemos disfrutarlo hoy : Black Butterfly