Revista En Femenino

Dulces dieciséis

Por Clau707
A las 7.30 de la mañana entré en la sala de partos sin todavía imaginar que faltaban quince minutos para verte. Pensaba que estaría allí toda la mañana, pujando, pujando... y que nacerías a medio día, tal y como pronosticó mi madre.
Fui la última en darme cuenta de que llegabas YA. Había tanta paz en mi escenario... Nadie parecía estresado, nadie gritaba ni me decían qué hacer. Sólo expectación y la voz: puja cuando tengas ganas. Los primeros dos pujos fueron extraños. Una sensación de bienestar me inundó tanto que hasta me avergoncé. Y sólo cuando el médico anunció que el tercer pujo era el definitivo, caí del guindo: Nacías ya!!!
No dolió nada. No dolió nunca. Fue enormemente placentero... igual que lo fue criarte. Siempre tan dulce y cariñosa. Miré el reloj que teníamos en la sala: Acababas de llegar al mundo y estabas sobre mi pecho, eran las 7:45 de la mañana.
No dolió nada. No dolió nunca. Y sin embargo tu nacimiento fue como hacerse un tatuaje de por vida: MADRE. En madre me convertiste aquel domingo de sol.
Dulces dieciséisY de repente han pasado dieciséis años...! 
Ayer Papá Conejo y yo hicimos malabarismos para que no te dieras cuenta de la sorpresa que te esperaba en casa. No lo hablamos, pero ambos sabíamos que ésta, era tu fiesta. Y que nosotros... por primera vez no estaríamos en ella porque no pegábamos en una reunión de adolescentes.
Así que calladitos y cómplices, papá y yo nos fuimos a ver la tele, exiliados del jolgorio pero satisfechos de haber logrado reunir unos amigos para ti. Lo sabíamos desde siempre. Un día te nos escaparás de verdad.
Parirte no dolió nada. Criarte no dolió nunca. Y anoche, mientras recogía lo que quedaba de tu fiesta de cumpleaños, recordé cada momento; revisé cada recuerdo. Y esa imagen de bebita recién nacida no concuerda con la mujer que eres hoy. Duele hija, sentirte tan mayor y no poder detener el tiempo... pero también me alegra verte y saber, que a pesar de todos los errores que pude cometer mientras creciste, eres lo que siempre soñe: una jovencita juiciosa, sana, alegre y feliz.
Es tarde. Suena tu música desde lejos y cierro la puerta de mi habitación. Te escucho cantar y reir. Yo todavía puedo oler el momento de tu nacimiento y no sé dónde se han ido los años. ¿En qué momento te has hecho mujer?  El orgullo me invade y mis ojos se nublan. Te vas a comer el mundo; lo sé.
Felices dulces dieciséis.

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