Alexandre Dumas. Los mosqueteros.Traducción, introducción y notas de Javier La Orden Trimollet. Bibliotheca Avrea Cátedra. Madrid, 2013.
"Es fama que la inteligencia natural de Dumas corrió parejas con su ignorancia primera. Nadie duda que supiera leer y escribir: incluso tuvo buena caligrafía; se asegura que en aritmética no pasó de la multiplicación; leyó la Biblia, un tratado de mitología y algunas páginas de la Historia natural de Buffon; con esto, y una habilidad especial para el baile, la esgrima y el tiro, se lanzó a la conquista de París.
Si hemos de creer a Ferdinand Brunetière, la vida de Dumas es «la más divertida de sus obras, y la novela más curiosa que nos ha dejado es la de sus aventuras». Fue copista en la cancillería del duque de Orleáns; devoró con desorden y fervor lo mismo a Esquilo y a Plauto que a Schiller o Molière, y desde luego a Walter Scott; hizo varias fortunas, se arruinó otras tantas y fue perseguido por deudas. Tuvo un palacio y fue amigo de Garibaldi, de Hugo y de Vigny: vez hubo en que estos últimos le arreglaron sus versos. Se cuenta que, oyendo a Victor Hugo leerMarion de Lorme, dijo: «¡Ah, si con mi facilidad para el teatro, supiera yo escribir versos como esos!».Triunfó en el teatro. Antony alcanzó un éxito solo comparable al del Hernani de Hugo. Hace unas décadas, cuando apenas se podía vivir sin Sartre, todo el mundo había leído Kean. Pero muchos menos recuerdan que la obra de Sartre era una adaptación de otra de Dumas. En ella Sartre ponía en boca del célebre actor romántico Edmund Kean (1787-1833) estas palabras: «Los hombres serios necesitan ilusiones». Dumas, o la necesidad de una ilusión. Claro que luego añadía que un actor «es una imagen de linterna mágica». Un espejismo, puntualizó otro.Triunfó en el folletín. «Jamás —ha escrito Maurois—, en toda la historia de la literatura francesa, se ha dado un caso de fecundidad comparable a la de Dumas… Sin tregua, novelas de ocho y diez volúmenes aparecen en los diarios y en las librerías». Dumas, o el imperialismo histórico: como su Edmond Dantès, también él fue un cupitor impossibilium."
Son algunos de los párrafos del espléndido texto de solapa -El oso que juega- con el que se presenta el volumen Los mosqueteros (Los tres mosqueteros. Veinte años después) que edita Cátedra en su Bibliotheca Avrea con traducción, introducción y notas de Javier La Orden y con las ilustraciones clásicas de Maurice Leloir y R. de La Nézière.El ambiente: la Francia de 1625.
Los personajes: Luis XIII, Richelieu, Treville, Milady de Winter, Rochefort, Ana de Austria, Buckingham. Y cuatro mosqueteros.
La peripecia: los doce herretes de diamantes, el misterio y el secreto, la doblez y la lealtad, la amistad y la traición, las venganzas y el secuestro, las citas a escondidas, tres duelos para una paz provisional firmada con un abrazo.Veinte años después, en 1648, otro cardenal, Mazarino, Bragelonne, la Fronda, los amigos y los enemigos, la Inglaterra de Cromwell y de Carlos I, el cuarto duelo con Rochefort, la muerte, la separación."Nadie - escribía Maurois- ha leído todo Dumas, pero todo el mundo ha leído a Dumas... Si en este momento (se decía en 1850) hay en alguna isla desierta un Robinson Crusoe, seguro que estará leyendo Los tres mosqueteros."
Santos Domínguez