Escrito por: Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.
Luego del aniquilamiento de Polonia y el haber sometido Dinamarca y Noruega, Alemania estaba preparada para enfrentar a Francia e Inglaterra, sus enemigos tradicionales y sin lugar a dudas, los más poderosos. Cuando vino la invasión del primer país en cuestión (Polonia), Hitler había hecho generosas ofertas de paz, el mundo ya estaba harto de negociar con él, pues había mostrado deslealtad en su palabra cuando prometió nunca invadir Polonia y tanto los gobiernos de Francia como Inglaterra se habían sentido claramente engañados por el Führer. No negociar más con Alemania hasta que no quede otra opción, fue su consigna. Los franceses, ingenuamente, empiezan la construcción de la llamada línea Maginot, con fortificaciones, artillería, barreras, obstáculos, trincheras, al mejor estilo de guerra de posiciones de la primera contienda global.
Pero lo que franceses e ingleses no entendían es que aquella táctica había quedado en el pasado, y que Alemania era demasiado poderosa. Las democracias occidentales aún no habían experimentado la guerra relámpago alemana en carne propia, y muy pronto, de hecho, lo harían. Con casi toda Europa oriental, a excepción de los Balcanes y Escandinavia, a Hitler sólo le quedaba Países Bajos y Bélgica, enemigos insignificantes para su poder, y la odiada Francia. Ni siquiera los generales alemanes más optimistas hubiesen creído que la campaña se ganaría en tan poco tiempo. El hecho es que las predicciones de Hitler fueron acertadas lo cual incrementaría su prestigio personal y castrense frente a militares profesionales. Sin embargo, nada fue perfecto…hubo un error…un gran error…
Violación de la neutralidad
La línea Maginot tenía un punto realmente débil al norte, se trataba de Bélgica, cuyo rey Leopoldo confiaba en que la neutralidad era un escudo suficiente para detener al agresor nazi. Nada más desacertado y erróneo para el contexto. Ya Hitler había demostrado sus accionar maquiavélico cuando se trataba de lograr sus objetivos. Como en la 1 Guerra Mundial, Bélgica fue invadida y tomada sin grandes contratiempos a pesar de ser neutral. Respecto a la Línea Maginot, los alemanes sabían a la perfección que bastaba con envolverla por sus espaldas desde el norte, desde la misma Bélgica. Era 10 de mayo de 1940 cuando Hitler da la orden de invadir Bélgica, Holanda y Luxemburgo sin previa declaración de guerra. Inmediatamente los tres países se plegaron a Francia e Inglaterra, pero era ya demasiado tarde.
Aquel mayo fue imborrable en los corazones de los aliados, pues sólo experimentaron derrotas estratégicas o bien en el campo de batalla. La Luftwaffe desplegó todo su potencial asesino pues devastó ciudades enteras, ni siquiera en Polonia se había visto semejante destrucción. En Rotterdam por ejemplo, sólo la catedral permaneció en pie, los alemanes aterrorizaron a la población civil, millones quedaron despojados de sus hogares y sin las necesidades básicas. El gobierno neerlandés capituló el 14 de mayo. Los belgas también resistieron heroicamente, pero los germanos, a través de Luxemburgo y las Ardenas asestaron un golpe fatal a sus líneas, en dirección a la ciudad francesa de Sedán, empujando, de paso, a sus aliados franceses. Así quedaban reflejada la mala preparación de los aliados en los primeros meses de guerra, pues el enemigo alemán era muy superior en material y tácticas de guerra moderna, la Línea Maginot demostró ser un fracaso total, pues no se había previsto una defensa ni de sus flancos ni de su retaguardia.
Dunkerque, el peor error de Hitler
En Sedán se abrió una brecha nada más y nada menos que de 80 kilómetros, el 15 de mayo para ser exactos, por donde se introdujeron siete cuerpos blindados alemanes seguidos de infantería motorizada para luego marchar hacia el oeste y noroeste por San Quintín y Amiens. Los ingleses mientras tanto ya se habían percatado perfectamente de la situación: nada podría salvar a Francia de la hecatombe. Así que se planeó la llamada Operación Dinamo, el cual consistía en rescatar a la Fuerza Expedicionaria Británica del continente a la isla. Londres da la autorización de iniciar la operación el 24 de mayo, el mismo día que los alemanes llegaban a Boulogne y Hitler da la orden de no atacar inmediatamente a los británicos con el fin de que ese gesto sea correspondido con una propuesta de paz, esa horas claves serían trascendentales, los aliados hicieron caso a la premisa: “nunca interrumpas a tu enemigo mientras está cometiendo un error”. Dos días más tarde los alemanes se apoderan de Calais. Estaba claro que si se quería planear un rescate debía ser de inmediato ya que tenían a los teutones pisándoles los talones. El 28 de mayo Leopoldo se rinde y Bélgica pasa a ser parte del III Reich.
Para la operación de rescate en Dunkerque, los británicos utilizaron barcos con remos, embarcaciones de pesca, botes, yates de civiles y todo lo que flotara y pudiese transportar tropas mientras desde el cielo eran asediados constantemente por la Luftwaffe. La RAF y la armada real tuvieron que actuar desesperadamente, unas 1000 embarcaciones se colocaron al servicio para rescatar aproximadamente a unos 220 mil soldados británicos y 118 mil franceses y belgas, tropas que tanto servirían para las posteriores batallas. Eso sí se tuvo que abandonar el armamento pesado.
Era el 26 de mayo a las 23:30 cuando la Operación Dinamo había dado inicio. Para el primer día de junio la situación se había hecho totalmente desesperada y los alemanes, si bien dieron tiempo de evacuar ahora parecían arrepentidos y se dedicaron a acribillar las embarcaciones. Sólo una oportuna intervención de la armada inglesa impidió a la Luftwaffe atacar con todo su poderío. El 3 de junio a la 3:40 partía el último navío, el Shikari, con tropas aliadas a bordo. Sin embargo, unos 40 mil soldados que resistieron el empuje alemán hasta el final para salvar a sus camaradas británicos y franceses, fueron hechos prisioneros.
El resultado final
Los alemanes sin embargo, se llevaron un gran botín de guerra: 2472 cañones, 63879 camiones, 20548 motocicletas y cerca de 500 mil toneladas de provisiones y municiones. Los aliados perdieron además 243 embarcaciones hundidas en Dunkerque. La demora de Hitler en su decisión significó este resultado, cuando en realidad pudo haber sido más. Se había salvado mucho más que material y vidas humanas en Dunkerque, se había salvado la esperanza a ganar la guerra, o como diría Churchill: “en la derrota, el pueblo de la isla, unido e invencible, ha sentido la gloria…un fuego blanco, irresistible, sublime, ha corrido de un extremo al otro de la isla…El nombre de Dunkerque resplandecerá siempre en la historia de nuestro país”.