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Duplicity (Tony Gilroy, 2.009)

Publicado el 10 septiembre 2012 por Rugoleor @rugoleor

Duplicity (Tony Gilroy, 2.009)

Duplicity (Tony Gilroy, 2.009)

Ficha:

Título Original: Duplicity.
Director: Tony Gilroy.
Guionista: Tony Gilroy.
Intérpretes: Clive Owen, Julia Roberts, Carrie Preston, Paul Giamatti, Tom Wilkinson, Dan Daily, Denis O’Hare, Thomas McCarthy, Ulrich Thomsen, Wayne Duvall.
Productores: Jennifer Fox, Kerry Orent, Laura Bickford.
Fotografía: Robert Elswit.
Música: James Newton Howard.
Montaje: John Gilroy.
Nacionalidad: Estados Unidos, Alemania.
Año: 2.009.
Duración: 127 minutos.
Edad: 7 años.
Género: Romántica, Suspense.
Distribuidora: Universal Pictures International Spain, S. L.
Estreno: 18-03-2.009.
WEB Oficial: Web Oficial de la película en España.
Espectadores: 410.584.
Recaudación: 2.491.781,25 €.
Calificación: 5,512.

Sinopsis:

Claire Stenwick (Julia Roberts), ex agente de la CIA, y Ray Koval (Clive Owen), ex agente del MI6, han abandonado el mundo del espionaje nacional para aprovecharse de la lucrativa guerra fría existente entre dos multinacionales rivales. ¿Su misión? Conseguir la formula para un producto que hará ganar una auténtica fortuna a la empresa que la tenga primero. Sus jefes, el titán de la industria Howard Tully (Tom Wilkinson) y el desaprensivo consejero delegado Dick Garsik (Paul Giamatti), están dispuestos a todo. Cada vez hay más en juego, el misterio se hace más palpable y las tácticas son más sucias, pero el secreto mejor guardado es la creciente atracción que sienten Claire y Ray el uno por el otro. Mientras se esfuerzan en mantenerse un paso por delante del otro, estos dos solitarios profesionales acaban enfrentándose a algo a lo que no pueden engañar: el amor.

Comentario:

Tony Gilroy, realizador de “Michael Clayton” y guionista de la “Trilogía Bourne”, se presta aquí a un juego menos ambicioso, diseñar un artefacto sofisticado para el lucimiento de sus estrellas, el pujante Clive Owen y una Julia Roberts que trata de reinventarse como actriz madura. De cualquier forma, se trata de un divertimento, una elegante comedia de acción en la que encarnan a dos ex agentes secretos que ahora trabajan para empresas rivales.

Crítica:

22-03-2.009 – ANTÓN MERIKAETXEBARRIA

Secretos de alcoba

Con “Duplicity”, el realizador Tony Gilroy (“Michael Clayton”) continúa abordando el género del ‘thriller’ tradicional, pero ahora con ribetes de comedia, en un tono mucho más distendido que el de su interesante ‘ópera prima’. Por su parte, Julia Roberts y Clive Owen encarnan a dos espías de oscuros pasados, dispuestos a sacar partido a las maquinaciones que dos empresas farmacéuticas llevan a cabo para conseguir la última ‘gran fórmula’. Ambigua trama argumental, que da paso a un turbulento juego de equívocos, muy propio de los tiempos que corren, en el que nada es lo que parece.

Trucos para dar y tomar en los típicos rifirrafes románticos, protagonizado por espías industriales que traman en la alcoba, sin que la intriga proporcione otros atractivos, como no sean los de su ya un poco ajados protagonistas. Así que apoyándose en dicho tándem, Tony Gilroy intenta camelar al respetable a base de giros de guión, pérfidas maquinaciones de algún que otro potentado y la inevitable historia de amor. El problema radica en que los personajes parecen de cartón piedra, a fuerza de esquematismo, de modo que el filme se diluye como un azucarillo, falto de ambición y de una superior autoexigencia.

Rocambolesca en exceso, “Duplicity” cuenta asimismo con un llamativo reparto de actores secundarios, incluido el siempre elegante Tom Wilkinson (“Valkiria”), en el papel de todopoderoso magnate Howard Tully, además de otros nombres no tan prestigiados pero de probada competencia. Pero el problema del filme estriba en que todas las ideas se quedan casi siempre a nivel de guión y que la discreción de la escenografía es tal que puede muy bien ser confundida con la sosería. De ahí que estemos ante una película trivial, en la que se exponen los esfuerzos que realiza un director para llegar al ‘happy-end’, a base de saltarse a la torera las arbitrarias dificultades que él mismo se impone. En fin, si Richard Sorge levantara la cabeza…

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