Se apaga la luz. Mientras en Durban se consolida el fracaso en la cumbre del clima, el planeta da muestras de agotamiento y de grave enfermedad. Los cambios producidos por el aumento de la temperatura en los últimos años, se aceleran y afectan a muchos puntos del planeta, donde especies animales ya están sufriéndolo; donde en muchos países la sequía o las inundaciones es pan de cada día, en vez de excepción y anécdota.
Nosotros, los habitantes de esta casa que es la Tierra somos quienes la maltratamos, hiriéndola de forma grave. Y seguimos, sabiendo que estamos acabando con ella. El egoísmo, la insolidaridad, el afán desarrollista, el mantenimiento de un estatus económico dominante, todo ello conlleva a políticas cortoplacistas que se están cargando el Planeta.
Y es tanto el desatino y el egoísmo que no sólo llevamos una guerra sin cuartel por el control de las materias primas, de la tecnología punta, de los recursos existentes entre los distintos países, sino que nos estamos jugando el futuro de nuestros descendientes, de nuestros hijos, de nuestro nietos, sin que nadie haga parar esta locura miserable que condena a las futuras generaciones a una vida peor, en el mejor de los casos.