Revista Diario

Durmiendo en lugares extraños

Por Sandra @sandraferrerv
Durmiendo en lugares extrañosEstos días de vacaciones fuera de casa, de nuestro entorno seguro, rutinario, el sueño también ha roto con todos los esqueñas del orden.
Aunque siempre me ha pasado lo mismo, en esta ocasión he sido más consciente de lo que me cuesta adaptarme a un entrono distinto a la hora de dormir. De hecho, el primer día dormí con un ojo abierto y otro cerrado. Cualquier ruido me despertaba o sobresaltaba. Y entonces hice un sencillo paralelismo. Si yo, una persona adulta de treinta y tantos, soy incapaz de dormir del tirón en una cama que no es la mía y cualquier cosa hace que me despierte y se me acelere el corazón, qué no sentirá un bebé, que no entiende que su mamá está en la habitación de al lado, que todo lo que ve le es extraño.
Creo que los niños se encuentran en un constante estado de alerta, como si cada día tuvieran que dormir en un sitio nuevo. Así que no nos duela despertarnos y consolarlos cuando lloren asustados. Pues no lo hacen para fastidiar nuestro profundo y agradable sueño de adultos.
Estos días he disfrutado de dormir con mi Pequeña Foquita. El ganso de mi hijo sólo ha querido dormir con su abuela en el apartamento de al lado y, aunque con cierta penita, he dejado que se fuera. Así que, mientras papá dormía a la pata la llana en su habitación, mi gordita, después de su ábrelo, quedaba frita a mi lado. Los primeros días se despertaba muchas veces, también sobresaltada, pero al ver a mamá a su lado y pedirme que le diera la mana (mano) se volvía a dormir tan feliz.
En alguna ocasión ya he explicado que con Bebé Gigante lo tuve en mi cama mucho tiempo y cuando dormía en su cama venía cada noche a la nuestra hasta que un día dejó de hacerlo. Con Pequeña Foquita, con paciencia y pasando rato al lado de su cunita, he conseguido que no tuviera que dormir conmigo, no porque no quisiera, sino porque cuatro en una cama de 1,50 era bastante complicado. Pero reconozco que ha sido una gozada dormir con mi pequeña. Ellos duermen más tranquilos pero tener a Pequeña Foquita a mi lado, oyéndola dormir, ha sido genial.

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