Daniel de Pablo Maroto, ocd
Convento de La Santa-Ávila
Recuerdo a los que lo conocen o lo ignoran que un 28 de noviembre de 1568 en Duruelo, un pequeño y casi olvidado lugar del campo abulense, nació una nueva orden religiosa, los carmelitas descalzos, promovida por la mente creadora de santa Teresa de Jesús. Refiero en síntesis su historia.
La madre Teresa había iniciado la reforma del Carmelo femenino en el convento de San José en la ciudad de Ávila en agosto de 1562 con todos los permisos de la Santa Sede en regla. Haciendo camino al andar en la nueva experiencia, se dio cuenta de que necesitaba la compañía y el apoyo mutuo de frailes descalzos de la orden que viviesen los mismos ideales reformadores: las monjas descalzas en la retaguardia orante y contemplativa, y los frailes, además de su experiencia contemplativa, cumpliendo la misión apostólica de la Iglesia; y, si fuese posible, como doctores y profesores en las universidades, proyecto que fue abortado por los frailes descalzos de los orígenes.
Lo primero que necesitaba para realizar el proyecto eran las “patentes” o licencia del Padre general de la orden del Carmen, Juan Bautista Rubeo y aprovechó la visita que hizo a Ávila en 1567 para conseguirlo, mediante la petición del obispo de Ávila, D. Álvaro de Mendoza. Las concedió para fundar dos conventos de “carmelitas contemplativos”, después llamados por el pueblo “carmelitas descalzos”, término usado siempre por la fundadora Teresa.
1 – Teresa, fundadora de la Reforma de los Descalzos
Para comprender mejor la “maternidad” de Teresa y el título de “fundadora” de la rama masculina del Carmen, recuerdo algunos hechos en relación con los “Padres descalzos de esta primera orden” (Fundaciones, prólogo, 2), como escribe ella o con términos parecidos. Sirva esta breve referencia para superar la opinión de algunos “descalzos” del siglo XVII que negaban a Teresa ser fundadora de los Descalzos. En primer lugar, tuvo una relación estrecha y directiva con los principales exponentes de la orden en su origen, como los Padres Jerónimo Gracián, Antonio de Jesús Heredia, Juan de la Cruz, Mariano de San Benito, Nicolás Doria, Juan de Jesús (Roca), etc., sobre todo con el padre Gracián. Se ha conservado un buen lote de cartas a tener en cuenta para probar el hecho de su maternidad espiritual sobre el grupo de “descalzos”.
Pero fue en la “primera” fundación en Duruelo donde comenzó Teresa a manifestar su maternidad espiritual sobre la Reforma de los “descalzos” carmelitas. La vida comenzó en una casa de labriegos, pequeña y destartalada, regalo de un amigo que el genio arquitectónico de la madre Teresa transformó mentalmente en un conventito para pocos frailes; ella y los primeros habitantes, los padres Antonio y Juan de la Cruz, completaron la obra y el ajuar. Pronto se trasladaron a Mancera, aldea cercana, donación a los frailes de un familiar de los Duques de Alba. La tercera fue en Pastrana, regalo de los príncipes de Éboli, que tanta importancia adquirió en la historia de la Reforma. Teresa confeccionó los hábitos a los dos primeros candidatos, como lo hizo en Valladolid a Juan de la Cruz.
Después, la madre Teresa intervino en muchas ocasiones en la historia de los “Descalzos”. Por ejemplo, en Duruelo fue contraria a la “descalcez” de los frailes, aunque no le hicieron caso hasta que cambiaron la práctica en el primer capítulo de la Reforma teresiana en 1581. Caminar “descalzos” fue una de las señas de identidad de los frailes “reformados” de las órdenes religiosas del siglo XVI de tal manera que así los identificaba el pueblo.
Importante intervención de la Fundadora fue que, en momentos de peligro de extinción por la persecución de los carmelitas calzados a partir de 1575, propuso hacer una “provincia” independiente de los carmelitas españoles y relacionarse solo con el centro de la orden en Roma. Creo que fue la primera en proponerlo. Se alegró cuando el P. Doria propuso hacer una casa en Roma y tener un cardenal protector de la nueva Reforma.
Además, con motivo de la celebración del capítulo de separación de la orden en el capítulo de Alcalá en 1581, Teresa aportó muchas ideas sobre la vida de los “descalzos”, como que “haya limpieza en camas y pañizuelos”, con poca esperanza de que le hiciesen caso (Carta a Gracián, 27-II.1581, 4). También le recuerda que les den bien de comer. Propuso como provincial al P. Gracián, pero con la colaboración del P. Doria, difícil de cumplir.
Muy importante colaboración de la fundadora Teresa fue la defensa que hizo de la Reforma amenazada de extinción después del 1575 apelando -nada más y nada menos- que al rey D. Felipe II, en un acto de osadía infinita; lo mismo que intercediendo por dos frailes descalzos secuestrados en su casita junto al convento de La Encarnación en 1577. También intervino como “medianera” de los Descalzos ante el general de la orden, Juan Bautista Rubeo, haciendo una apología de sus hijas e hijos y pidiendo ayuda contra la persecución de los frailes calzados. Son de una delicadeza y sabiduría extrema, pero conmovieron poco al destinatario, él, siempre tan “padre” y protector de Teresa y su obra fundacional. Lloró su muerte con lágrimas abundantes y dolor de haberle ofendido.
De suma importancia son los “cuatro avisos” a los Descalzos como recibidos por divina revelación mientras oraba y contemplaba en la ermita de Nazaret, en el convento de San José, el año 1579, “víspera del Espíritu Santo”. Son los siguientes: “Que los cabezas estuviesen conformes”. “Que, aunque hubiese muchas casas, en cada una hubiese pocos frailes”. “Que tratasen poco con seglares, y eso para bien de sus almas”. “Que enseñasen más con obras que con palabras” (En Fundaciones, final cap. 27). Ciertamente, lo de los “pocos frailes” no se cumplió porque algunos conventos, por ejemplo, de la “La Santa” en Ávila, se construyó para unos 60 frailes. Imposible seguir el relato hasta el final.
2 – Desarrollo de la Reforma teresiana hasta 1700
El tema lo ilumina una carta de san Luis Beltrán a Teresa hacia el año 1561 (antes de la fundación de San José) que resultó profética en la Reforma teresiana: “De su parte [de Dios -¡!-] os certifico que no pasarán cincuenta años que vuestra religión no sea una de las más ilustres que haya en la Iglesia de Dios”. La historia posterior confirmó la profecía que Teresa la vio parcialmente cumplida con la fundación de 16 monasterios de monjas y 15 de frailes. Total, 31 monasterios y conventos conocidos por ella.
Para que los lectores conozcan el cumplimiento exacto de la profecía en los tiempos posteriores, presento un breve recuento de la expansión de la Reforma del Carmen Descalzo después de la muerte de la Santa en el período de 1582-1700 con ayuda de los libros de historia. Entre 1582 y 1600, los conventos de frailes fundados fueron 48; y de monjas: 25. Total, 73, que, añadidos a los 31 anteriores suman 104 en 38 años.
Entre 1600 y 1700, se fundaron 47 conventos de frailes y, ya constituida en orden religiosa, solo en España, estaba dividida en 7 provincias con una casa de “desierto” o de retiro absoluto, con legislación propia cada una. Y monasterios de monjas, 32, repartidos por toda España en ambos casos.
Aunque sea una noticia de triste recuerdo, tengo que trascribir el lamento de la fundadora Teresa al sufrir las persecuciones a los Descalzos por parte de los Padres calzados desde el año 1575, aprovechando la llegada a la orden del P. Gracián: “Vino a tiempo que, aunque no fue el primero que la comenzó, que algunas veces me pesara de que se había comenzado […]; digo las casas de los frailes; que las de las monjas, por su bondad, siempre han ido bien” (Fundaciones, 23, 12). Texto escrito en 1576, en plena “guerra entre hermanos”, peligrando la existencia de los “Descalzos”.
Termino gozándome de los principios de la Reforma de la Orden del Carmen, de los pioneros y de la acción casi milagrosa de la Fundadora Teresa.