Revista Baloncesto
En la que supone ya la tercera temporada de su segunda etapa en Vitoria, Dusko Ivanovic llega a la copa en uno de los momentos más complicados que ha atravesado como entrenador de un Baskonia cuya ultima década no puede entenderse sin la figura del entrenador montenegrino.
Exigente, intenso y activo en la banda, Ivanovic se ha labrado una imagen de duro en las pistas que oposita a su vertiente personal donde su gusto por la opera, el ajedrez o el derecho dibujan un perfil mucho más cercano del icono que poco a poco se ha ido creando en torno a su figura como entrenador. Es probablemente esa imagen de entrenador exigente, la que muchas veces ha llevado a catalogar al ex Jugoplastika como un técnico amante de la defensa o como un preparador más inclinado hacia lo emocional que hacia lo táctico. Si bien es posible, que en ello haya un fondo de verdad, esa imagen superflua obvia la enorme capacidad de trabajo, la minuciosa preparación de los partidos y, sobre todo, la labor ofensiva de un Ivanovic que siempre ha apostado por la velocidad, los automatismos ofensivos labrados a fuerza de repetición, una excelsa circulación de balón y una apuesta por la libertad de los jugadores creativos. Y es que, pese a lo que digan los tópicos, no parece casualidad el papel desempeñado bajo sus filas por jugadores tan alejados de ese falso perfil pro defensivo como Marcus Brown, Luis Scola, Juan Carlos Navarro, Igor Rakocevic, Arvydas Macijauskas o Mirza Teletovic.
Como entrenador, Dusko Ivanovic vivió unos comienzos peculiares a medio camino de un viaje de ida y vuelta entre Girona y Friburgo ejerciendo de asistente, hasta que finalmente se hacía cargo de la dirección del conjunto suizo, incluyendo una primera etapa como entrenador jugador. Pese a lo modesto de la competición helvética, Ivanovic se hace un hueco ganado tres ligas consecutivas, lo que le abre las puertas del Limoges. En el histórico club francés, se encuentra de bruces con una terrible situación financiera pero lejos de resignarse, el montenegrino consigue llevar al club amarillo al doblete nacional y al título de la copa Korac. Tras el éxito en el país galo, Josean Querejeta decide apostar por él para apuntalar a un Tau que desde principios de los noventa pelea por asentarse definitivamente en la elite y cuyos primeros pasos en esa senda habían sido marcados por un Herb Brown de cuyo perfil Querejeta cree ver ciertas similitudes en Ivanovic.
Poco queda que decir se su paso por la ACB: la histórica final ante la Kinder en 2001, el doblete de 2002, incluso el increíble trabajo en el durísimo 2003, cuando pese a ser arrasado por las lesiones el club baskonista plantaba cara al Barcelona del triplete en la misma final de Copa. Otro título copero (03/04)y un nuevo subcampeonato europeo al año siguiente, ponían la penúltima nota en la (primera) trayectoria que se cierra de manera amarga con el famoso triple de Alberto Herreros en el quinto partido de la final de 2005.
Ivanovic da entonces el salto a un Barcelona donde nunca acaba de sentirse igual de cómodo y respaldado que en Vitoria y donde nunca acaba de imponer un estilo definido de juego. Una presencia en la final four y el título copero de 2007 marcan, quizás junto al famoso quinto partido de la semifinal liguera de ese mismo año, sus únicas alegrías antes de que también con la copa como telón de fondo su etapa blaugrana se cierre un año después al caer en los cuartos ante el Bilbao.
Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero el montenegrino apostaba sobre seguro cuando decide volver a Vitoria, ganando la copa en su primer año y despegando uno de los juegos más espectaculares de la última década en un primer año que no obstante el equipo cierra con una dolorosa derrota en la final liguera… de la que habría de resarcirse tan solo un año después, y tras protagonizar una de las epopeyas más emocionantes de la historia de las finales ligueras al derrotar al hasta entonces intratable Barcelona por un claro 3-0.
Con el Baskonia en uno de sus momentos más irreconocibles de los últimos años, hay quien apunta que este podría ser el ultimo año de Ivanovic en Vitoria, aunque conociendo su carácter y su fe, no habría de extrañar que aun sacara fuerzas para pelear por un ultimo reto: el ser campeón de Europa, algo que por cierto le convertiría en la cuarta persona en lograrlo de manera doble tanto como entrenador como jugador, y el primero en la época final four.
TRAYECTORIA COMO JUGADOR:
Formado en el Jedinstno de su Celjo Polje natal, Ivanovic despunta de tal manera que a los 15 años ya debuta en el primer equipo, de tal manera que llama la atención de un Buducnost que pronto lo capta para sus intereses. En, la por entonces, Titogrado Ivanovic comienza a labrarse una fama de anotador incansable amen de jugador serio que pronto le convierte en la estrella del club montenegrino. El primer aviso serio llega en la temporada 77/78 cuando partiendo desde la segunda división, el Buducnost consigue llegar hasta los cuartos de final coperos donde caen de manera ajustada ante un Bosna Sarajevo que de la mano de Bogdan Tanjevic, y con los Delibasic, Varajic, Radovanovic o Pesic en sus filas, termina por ser el campeón del torneo al imponerse en la final al Radnicki por 98-87. Lejos de quedarse ahí, la trascendencia de ese Bosna llega al punto de que el club bosnio se proclama subcampeón de la Korac (cayendo en una espectacular final ante el Partizan por 117-110 con 48 puntos de Dalipagic, 33 de Delibasic y 32 de Kikanovic) y, sobre todo, como campeón liguero lo que le abre las puertas de la Copa de Europa del 79 en la que habrían de hacer historia.
Un par de temporadas después (79/80) y dirigidos por el mítico Rusmir Halilovic, el Buducnost consigue el ascenso con Dusko Ivanovic como estrella en un conjunto en el que como curiosidad también figuraban su hermano Dragan y Goran Rakocevic, el padre de Igor…
Lejos de acusar el salto el Buducnost se estabiliza en la primera división e Ivanovic se confirma como uno de los grandes artilleros del campeonato yugoslavo, lo que le lleva a formar, aunque sin mucha participación en el bronce que los plavi consiguen en la Universiada de Bucarest en 1981 (oro final para la Usa de John Pinone…).
En 1983, Ivanovic certifica su condición de anotador de pro, proclamándose (con 26´1 ptos de media) el máximo anotador liguero, aunque el mejor sabor de boca de esa época llega en la temporada 85/86 donde tras la irrupción de Zarko Paspalj y el buen papel de Jadran Vujacic, Ivanovic guía al Buducnost al tercer puesto liguero y con él a participar en Europa. En esos años, jóvenes jugadores como Luka Pavicevic, Zrdako Radulovic o Sasa Radunovic forman parte del Buducnost, pero el club montenegrino no logra retenerlos y unido al salto de Paspalj al Partizan pasa a vivir momentos más bajos, de tal manera que la primera experiencia europea termina en la liguilla de los cuartos de final. Precisamente esa copa Korac, permite ver por primera vez a Ivanovic en España, anotando 22 puntos en la pista de un Estudiantes al que había endosado 33 en la ida.
Ese verano la vida deportiva de Ivanovic da su giro más relevante al aceptar la oferta de una Jugoplastika de Split, cuyo entrenador, Bozidar Maljkovic, cree ver en Ivanovic la pieza que le falta para acabar de perfilar el progreso de los Kukoc, Radja y completar alrededor un grupo con jugadores de mas bagaje como Perasovic, Sobin, Poljak o el también recién llegado Sretenovic.
El impacto de la decisión es tal, que el Buducnost pasa a descender como colista, sumando solo seis victorias en veintidós partidos, mientras que Dusko comienza a formar parte de la leyenda de la Jugoplastika. Tras un par de decepciones en forma de eliminación en los cuartos de la Korac y de derrota en la final copera (82-80 ante la Cibona), los de Split finalizan lideres de la fase regular con una sola derrota y acaban llevándose el título ante un Partizan que con gente de la talla de Djordjevic, Grbovic, Paspalj o Divac esa temporada había alcanzado la primera final four de la historia moderna en la Copa de Europa. Por si fuera poco, Ivanovic es elegido jugador del año en Yugoslavia (por encima incluso de Drazen Petrovic o el propio Divac), gracias a su liderazgo y a su espectacular efectividad (es el máximo anotador de la Jugoplastika ese año). Alejado se la orbita de una selección donde el equilibrio había dejado históricamente fuera a grandes tiradores, Ivkovic trata de convencer a Ivanovic para que forme parte del grupo que afronte los juegos de Seúl en un papel similar al de la Jugoplastika, algo que el montenegrino, centrado en su vida familiar, declina abriendo las puertas de un Zeljko Obradovic que pasa a ocupar ese rol llevándose la plata olímpica y , dos años después, el mundial de Argentina.
Si el 88, es bueno el 89 es aun mejor y pese a un nuevo disgusto copero (derrota en Maribor ante el Partizan por 94-84), la Jugoplastika toca el cielo llevándose la final four de Munich y repitiendo título liguero en Yugoslavia… reto que aun superarían el año siguiente al no dejar escapar en esa ocasión el título copero, amen de tutear a los Denver Nuggets en un open McDonalds donde Ivanovic da una autentica exhibición de tiro de media distancia.
Ya veterano, Ivanovic decide aprovechar su oportunidad y sale de Yugoslavia rumbo a Girona, en el club catalán comienza de forma titubeante y termina la temporada lesionado…aunque eso si demostrando su calidad, de tal forma que en siete de sus ocho últimos partidos supera los 30 puntos, alcanzando los 40 ante el Granada y los 43 ante el Manresa. Sin ser tan espectacular su segundo vuelve a ser de gran nivel confirmándose como un gran triplista. Si en Split lo hacía de manera esporádica, en su primer año en Girona Ivanovic acaba con un pobre 2/22 siendo el único lunar claro de esa temporada…que subsana claramente con un gran 45/107 al año siguiente.
Tras el verano Alfred Julbe decide apostar por un base puro e Ivanovic medita la retirada cuando es llamado de nuevo por Bozidar Maljkovic. El técnico serbio recién llegado a Limoges busca un sustituto para su fichaje estrella un Jurij Zdovc al que la derrota en cuartos de la euroliga el año anterior de su Kinder ante el Partizan, había supuesto su salida del club boloñés dejando su plaza al principal verdugo de aquella histórica noche…un tal Predag Danilovic.
Con un contrato de un mes y ejerciendo como base, Ivanovic consigue liderar al Limoges en la fase previa de la Copa de Europa contribuyendo (se puede decir que fue parte del título del 93) y al primer puesto de la Pro A con casi 18 puntos por noche. Tras la vuelta del esloveno, y no sin dudas de un Maljkovic que llega a plantearse quedarse con Ivanovic pese a su veterania, Dusko se despide en su ultimo partido anotando 22 tantos siendo despedido con una ovación espectacular… al mismo tiempo, el club gerundense decide cortar a Johny Moore con lo que Ivanovic vuelve al club gerundense, asegurando su disposición a jugar como base (aunque finalmente lo haría solo de forma puntual ya que Ferran Heras o Puig también ejercían dicha función)y donde aun es capaz de promediar 16 tantos por noche, despidiéndose en el ultimo partido de los play-off con 25 tantos ante el Real Madrid.
En la 93/94 Ivanovic pasa al Friburg suizo con el que se proclama máximo anotador y tras actuar como segundo de Costa en la 94/95, un año después y tras estar meses sin jugar cierra su etapa como jugador en el propio Friburg mientras simultanea su faceta de jugador con la ya definitiva de entrenador.