No, por favor
Por tanto, literatura y música se erigen (ya que no voy a obstinarme en deporte y política más que cuando sucedan cosas poco comunes) en los bastiones que sirven de pretexto para estas citas.Y a los del Nobel les ha dado por hacer que eso confluya. Muy moderna, esta gente (vaya: mi ajuste de criterio pentavocálico convierte "muy moderna" en un potencial título de post). Pero su experimento de aunar música y literatura otorgándole el Nobel a Dylan no lo entiendo. Parece que no soy el único, y parece que quienes así pensamos estemos en contra de Bob Dylan. Mi experiencia con Dylan es escasa: solo tiene una canción que me parece esplendorosa: "Hurricane". De hecho, "Oh hurricane" era un posible título pentavocálico para este post, que he desestimado. Conozco bien esa canción, su letra y la historia que cuenta, e incluso vi la película. Al margen de esos 8 minutos, nunca he apreciado demasiado su obra, perdonad mi escepticismo hacia que una guitarra y una armónica hagan avanzar mucho la música, e incluso voy a provocar un poco añadiendo que no creo que Dylan pueda ser disfrutado por quienes no entiendan sus letras. Me he puesto un poco al día y todo lo que he conseguido ver son tomas en directo de un músico joven con una voz rasposa y ese curioso artefacto para sostener la armónica, he visto a Joan Baez haciéndole coros y no he podido evitar pensar que prefiero mucho a Bob Marley o a Scott Walker. Pero en este blog no hubiera prestado demasiada atención a Dylan si no le hubieran dado el Nobel. Seguro. Quizás para afirmaciones sacrílegas como proclamar que me gusta más la banda sonora de Ciudadano Bob Roberts que sus discos, o para ponerle a caldo por publicar un disco como Slow Train Coming, para celebrar su conversión al catolicismo.¿No había escritores? Aparte de la consabida e interminable lista de escritores de continentes o países poco favorecidos por el ruido mediático literario (kenyatas, egipcios, albaneses) nombres de peso como DeLillo, Roth, McCarthy y muchos otros parecen, entonces, tener menos méritos que Dylan, incluso cuando están jugando de locales. Llega el tipo con su guitarra, su armónica, su sombrero y su mata de pelo y les pasa la mano por la cara. Y las letras de las canciones son texto, sí, y cuentan historias, sí, y encima han de ser bien entonadas y cuadrar con la música. Por supuesto. Pero seamos claros, y creo que mi equidistancia es obvia: el problema de la música es que la gente la escucha y ha conseguido dejar de pagar por ella. Es un problema para la industria que tiene un producto y no consigue que todo el mundo pague por él. Es una fuga de dinero y bla bla bla, y no niego que el resultado final sea una pérdida en la calidad de la producción. Pero el problema de la literatura es peor; la gente no lee. Probad a dejar libros en los rincones descuidados o ved si os van a abrir el coche porque dejéis, no sé, una copia de La broma infinita ostentosamente a la vista. La gran mayoría de la gente no leerá aunque los libros sean gratis, y si alguien tiene dudas de ello le explicaré lo sencillo que me resulta conseguir libros en la biblioteca, excelentes libros por los que no tengo que esperar ni una semana porque en una ciudad de casi dos millones de habitantes como Barcelona nadie se interesa por leerlos. Incentivar la lectura es más que decirle a la gente que no lea mierdas pues eso les hará perder el interés a la larga. Seguramente es más que escribir con entusiasmo y con el mínimo pretexto que tal libro les cambiará la vida o que la obra de un autor les trasladará donde sea. No sé qué decirle a la gente para que lea: los veo jugando al Candy Crush o viendo videos de caídas en Youtube o enganchándose a programas de telebasura. O trasegando cervezas en un bar mirando cómo pasa la gente. O echando la siesta o leyendo prensa deportiva o trasteando en las redes sociales. Leer es una decisión que no está en las primeras prioridades de demasiada gente. Y desviar un premio importante, al menos en su repercusión, hacia un ámbito donde el libro como soporte ya no existe es una bofetada. Nada contra Dylan ni sus letras ni su influencia en esa generación que, parece, gobierna el mundo. Nada contra eso tan sexy de la fusión de formatos, ese arte total que abate férreas barreras disciplinarias. Pero esto me va oliendo a epitafio.*Aspectos técnicos relacionados con los títulos pentavocálicos. Habilitando la "Y" (no en vano llamada "i griega"), ello nos deja a Germán Ynoub como título posible para un post.