¡Buenas!
Ya estoy de vuelta de la ciudad de la luz y vengo con nuevas propuestas para comer en París. Así que no me enrollo más y os cuento:
1. Para merendar, Creperie Framboise está muy bien. Yo fui a la que está cerca del museo del Louvre. Tiene dos alturas y, aparte de céntrica, tiene unos crepes deliciosos. Yo me comí uno con mermelada de frambuesa y bebimos sidra ecológica, por probar. Está buena, pero no le encuentro ninguna diferencia en cuanto a sabor compararándola con la sidra normal.
Creperie Framboise
2. Para comer repetí en el restaurante Higuma, pero esta vez fui al del boulevard des italiens. En esta ocasión pudimos ver a los cocineros en acción. No tengo nada nuevo que añadir a la reseña que escribí en 2014. Sólo puedo decir que está muy bien en cuanto a la relación calidad/precio. Esta vez probé la cerveza japonesa Asahi, y escogí el menú Yakinikudon Set. En él entraba una ensalada individual, un cuenco con sopa de miso y un cuenco súper grande con Yakinikudon, o lo que es lo mismo: arroz con ternera en salsa y jengibre.
Higuma Restaurante
3. Si eres brunch adict@ presta atención, que esto te interesa. En un principio íbamos a hacer el brunch en otro local, en Le Mondial, pero llegamos muy justos de tiempo y sin reserva previa. ¿Qué pasó? Que tuvimos que cambiar de idea, y por suerte encontramos este restaurante llamado La Quincaillerie. ¿Qué os puedo decir? Me encantó. Para empezar: la decoración. La ambientación rústica con madera y acero, los objetos vintage y la música indie pop de fondo me conquistaron. Y para seguir: la comida. Había buffet libre y un plato a elegir dentro de la fórmula brunch del domingo. Salimos rodando, y todo buenísimo.
La Quincaillerie
La Quincaillerie
La Quincaillerie
4. Para cenar, otro restaurante japonés: Quick Sushi. Si, me encanta el sushi ¿se nota? En esta ocasión me llevaron a un restaurante ubicado en el CC La Vache Noire. Lo que me hizo mucha gracia fue la cadena con los platos, como era buffet no nos cortamos nada en coger platos y más platos. Había una gran variedad de sushi y además pudimos pedir brochetas de salmón a la plancha, gambas, etc. Estaba todo muy bueno, pero es que a mi me gusta el sushi, así que es difícil no acertar.Quick Sushi
5. Para tomar un café en una localización privilegiada, nada mejor que el Starbucks de Opera. No tiene nada especial a cualquier otro Starbucks excepto la arquitectura del edificio. Es una pasada, muy acorde a los edificios de esa zona. Lo único que no me gustó mucho es que está a tope de gente. Estás tomándote un café y de repente ves personas a tu alrededor esperando a que alguien se levante para ir corriendo a coger sitio. En plan buitre leonado acechando a la presa, tal cual.
6. Y el broche de oro, del cual no tengo fotos, es una crepería situada en la zona de Montparnasse que me encantó. Se llama Creperie de Josselin, y la recomiendo totalmente. Fuimos a cenar, también un poco tarde, y creíamos que no íbamos a tener sitio. Pues al final, en cinco minutos nos pusieron una mesa. Los camareros fueron súper simpáticos y muy atentos, incluso hicieron el amago de hablar en inglés. Volviendo al tema culinario, los crepes estaban de muerte. No exagero, estaban riquísimos. Y nos los sirvieron en menos de diez minutos. Para beber pedimos sidra "strong" y de postre un crepe de limón y azúcar para compartir. La cena nos salió por 33€ los dos. En Valencia no he visto una crepería de este estilo (comida, ubicación, decoración, atención de los camareros, etc.) que cueste la cena menos de 18€ por cabeza. Me impresionó, por la calidad de la comida, la atención y sobre todo el bajo coste. Se me olvidaba comentar la decoración de estilo típico de la bretaña francesa, con muebles de madera oscura, platos de porcelana pintados a mano, vidrieras e incluso un reloj de pie. Todo muy pintoresco, parecía que no estábamos en París, sino en un pueblecito. Y para terminar os voy a contar la anécdota de esa noche. Resulta que en este restaurante no aceptan tarjeta de crédito y nosotros no lo sabíamos. Pues al terminar de cenar le contamos al camarero que necesitábamos ir a un cajero a sacar dinero, y nos dijo que no había ningún problema. Pues salimos, sacamos dinero de un cajero y cuando entramos de nuevo habían 3 o 4 camareros mirándonos en plan "han vuelto". Por lo visto habían hecho apuestas de si volvíamos a pagar o no. Fue un poco surrealista y al final no nos cobraron 33€ sino 30€. Solo puedo decir que volveré, pero llevaremos dinero en efectivo por si las moscas.