El virus del Ébola ya está entre nosotros y nos queda el dudoso privilegio de ser el primer país avanzado en recibirlo con los brazos abiertos. Me hacía gracia ayer cuando oía a otros medios extranjeros decir que España era el primer país europeo en tener al primer contagiado, pero no caían en la cuenta de que esto es el norte de África, por lo menos a nivel de responsables políticos y demás dirigentes. Conforme pasan las horas nos vamos enterando de todos los detalles de este suceso nada agradable y, entre ellos destaca la nefasta gestión que ha hecho el Ministerio de Sanidad, liderado por la incompetente Ministra Ana Mato. Y no solo ella, también el que la puso ahí sabiendo que era más inútil que un catecismo en manos de un ruso. Parece obvio que cuando se elige a un ministro para determinada área, disponga de la formación o experiencia necesaria, como ocurre en otros países de nuestro entorno. En España no, no es necesario. Ana Mato, es licenciada en Ciencias Políticas y Sociología, ambas disciplinas muy acordes para liderar un ministerio tan específico e importante como Sanidad. Y resulta paradigmático que cualquier ciudadano de este país, a la hora de solicitar trabajo en cualquier empresa, se le exija formación, experiencia, idiomas, buena presencia y un largo etcétera de requisitos imprescindibles para siquiera optar al puesto solicitado. Para ser ministra de Sanidad basta con tener buena amistad con el presidente del Gobierno. Y no solo tiene un déficit Ana Mato en cuanto a conocimientos sobre la materia, es que además es una auténtica patán hablando, dando por hecho que sepa hablar con un mínimo de coherencia, porque hasta ahora no se conoce discurso o rueda de prensa donde no se haya trabado o se confunda con las palabras. Entre Ana Mato, Ana Botella y María Dolores de Cospedal, disponemos de claros ejemplos de igualdad entre hombres y mujeres, tal y como siempre han pregonado desde distintos gobiernos, sean del PP o del PSOE. Si ellos son torpes, ellas también.
Con ello se explica la patética rueda de prensa de Ana Mato a la hora de explicar el primer caso de Ébola en España y Europa. No solo ella, de la que tampoco esperamos mucho, sino de los que la rodeaban. La impresión fue que ninguno tenía ni puñetera idea de lo que hablaba. Si querían tranquilizar a la opinión pública se han cubierto de gloria. Pero no es sorprendente, en este país es muy común pasarse la pelota de unos a otros y luego buscar un chivo expiatorio con el que quedar exento de responsabilidad, tal y como se vio después con el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, que no tuvo empacho alguno en echar las culpas a la propia enfermera infectada. Como la mujer no tiene bastante con esto, encima le echamos la culpa. Y no solo eso, el sujeto este -Javier Rodríguez- no ha tenido reparos en reconocer que podría dimitir, ya que tiene la vida resuelta. Pues eso, una muestra más de la prepotencia e impunidad con la que actúan los cargos públicos. Ya sabemos cuáles son sus prioridades.
Además, llueve sobre mojado y se demuestra, una vez más, que mienten de manera reiterada y sin ningún atisbo de autocrítica. En Agosto, Ana Mato aseguraba de forma contundente que se estaban cumpliendo los protocolos exigidos para este tipo de casos. Pues no han cumplido ninguno, todos se han saltado a la torera.
- El curso de formación a los profesionales fue de media hora.
- Los trajes eran de nivel 2 y no de nivel 4, tal y como exige el protocolo para esta enfermedad.
- No se hizo seguimiento alguno a los que estuvieron en contacto con el misionero español que expatriaron de Sierra Leona.
- La enfermera tuvo que acudir dos veces al centro sanitario para que, al final, le hicieran las pruebas.
- Cuando dio positivo, no había ambulancias preparadas para el traslado y se hizo en una convencional.
- El positivo se conoció a las 19:00 horas y fue trasladada a medianoche.
- Estuvo aislada durante 6 horas mientras esperaba los resultados, con una simple mampara de separación.
- El médico que solicitó las pruebas de la enfermera se enteró del positivo por los medios de comunicación, ya que el hospital no le comunicó nada, sabiendo estos que estuvo en contacto con la infectada toda la mañana.
En resumen, un cúmulo de despropósitos que ni a los mejores guionistas del cine se les ocurre. En España, los cargos públicos dan ruedas de prensa y se muestran como víctimas en vez de como responsables. No tienen reparos en acusar directamente a la enfermera de negligencia cuando, debido a los recortes extremos en Sanidad, no disponen de medios para hacer su trabajo. Lejos de hacer autocrítica o dimitir -que sería lo normal en un país democrático- se aferran al cargo y encima obtienen el apoyo incondicional de su jefe, Mariano Rajoy. A colación de este último y en un alarde de surrealismo, ha llegado a declarar que Europa aplaude la gestión de España en la crisis del Ébola. Me pregunto qué narices echan en el café por la mañana. Y, por supuesto, respalda incondicionalmente a su amiga Ana Mato, ya que esto queda entre colegas.
La ignominia de este gobierno nos pone en una situación muy delicada, al borde de eliminar nuestra dignidad. Al paso que vamos y, si se dan más casos de contagio, esta pandilla de impresentables no van a tener vergüenza alguna en echarnos la culpa por ello, ya que nos habían informado convenientemente de los pasos a seguir y habían puesto en marcha los protocolos necesarios para ello. Luego, cuando se acerque noviembre de 2015, tampoco tendrán empacho en solicitar nuestro voto, en base al gran trabajo realizado durante cuatro largos y horrorosos años. Su cinismo no tiene límites, a ver si nuestra memoria tampoco.