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¿Supone el libro electrónico el final del libro de papel? No faltarán los agoreros que vean en la irrupción del eBook el comienzo del fin de la letra impresa. Gran capacidad de almacenaje de títulos, comodidad de transporte, acceso a internet,...son muchos los argumentos que se esgrimen para defender este nueva creación que hará las delicias de...¿de quién? Analizemos la cuestión.
El buen lector es, por naturaleza, un amante de los libros. De hecho, es difícil encontrar a uno que no considere obligatorio en su existencia comprar todo los libros que pasen por sus manos. Parte del misticismo que tiene la lectura se debe al momento íntimo, personal e irrepetible, que supone abrir un libro y entrar en esa especie de comunión entre el continente, con su olor, tacto y espíritu, y el mundo de posibilidades que nos brinda en nuestra imaginación, la letra impresa de su interior. Quitarnos esa parte esencial de la lectura sería como arbitrar un partido de fútbol valiéndose de una pantalla de televisión; supondría grandes ventajas, pero ninguna lo suficientemente importante como para compensar lo que se pierde con ello. Adiós al Romanticismo. Parece más que dudable por tanto, que el buen lector se vea atraído por un engendro informático que le prive de uno de sus grandes placeres vitales.
Se vaticina una irrupción demoledora del libro electrónico, pero a nadie se le escapa que el precio, de momento, juega en su contra. Será una cuestión de tiempo que se oferten precios más económicos, pero hasta entonces, el libro digital será un artículo de lujo. Y este es un hecho importante, porque si tenemos en cuenta que su potencial mercado es el del lector técnico y de best sellers, en el caso especialmente del segundo, parece harto improbable que se imponga. El razonamiento es sencilllo: solamente el buen lector (que supone un porcentaje notable de las ventas de libros) estaría dispuesto a hacer el desenbolso necesario, hoy en día, para comprarse un eBook, y sin embargo, es precisamente éste, el que nunca lo haría; por contra, el lector circunstancial, el que se siente atraído en un momento determinado por la lectura y no tiene ningún tipo de conexión trascendental con ella, salvo precio asequible, no se haría con un libro digital.
El libro electrónico acabará encontrando su espacio, lo cual será de agradecer. La tecnología es un rodillo demoledor contra el que no se puede luchar (y sino que se lo digan a la Selección Natural de Darwin). Pero a diferencia de lo que se pueda pensar (o de lo quieren que pensemos), el eBook complementará al libro tradicional, en ningún momento lo sustituirá. Y sino al tiempo. No se acaba con una tradición milenaria de un día para otro.