Revista Opinión
Echando cuentas, así, a vuela pluma. Si el PP tiene casi 11 millones de votos, unos seiscientos mil más de los que tenía, y el Psoe sólo tiene 7 millones, 4 millones menos, parece que resulta que el psoe es el que ha perdido las elecciones y que el pp no es el que las ha ganado porque el psoe ha perdido 3.400.000 votantes más de los que ha ganado el pp.De donde se deduce lo que yo me temía, que este país de auténticas lumbreras ha decidido castigar al psoe dándose de palos a sí mismo.Enhorabuena.Ya sé que tal vez no podía ser de otro modo puesto que hubiera sido absurdo votar en masa, otra vez, al partido bajo cuyo reinado se estaba produciendo la mayor de las catástrofes económicas de la historia, pero esto no es motivo suficiente para darle a la ultraderecha un poder tan omnímodo como para que considere justificado tener permiso para hacer todo lo que quiera, que es realmente lo que han hecho esa inmensa partida de descerebrados.Porque, sí, está bien, estos tíos del psoe no merecen ni la puñetera agua que beben, pero ¿qué es realmente lo que han hecho? Ni más ni menos que lo que les exigía, todo el tiempo, el pp, pero ¿entonces, si lo malo, lo terrible, lo que nos va a hundir a todos no se sabe por cuánto tiempo, a lo peor, para siempre, en la más profunda de las miserias, es lo que propugnaba, lo que el pp pedía a gritos que se hiciera, cómo coño se justifica que hayan votado con esa arrolladora mayoría al partido que propugnaba esta debacle que nos aflige, sólo para castigar al psoe por no haber hecho lo que le exigía su pasado, su historia de izquierda reivindicativa, y, después, suicidarse, morir, o sea dimitir y convocar elecciones generales?El problema es que nos gobernaba un buen hombre, un tío tan honrado que ni por un segundo pensó siquiera no cumplir con las terribles exigencias de su situación: estoy seguro de que ellos, los del pp, en una situación semejante, hubieran hecho todo lo contrario: salvar los intereses propios de su partido y los demás, que se jodan, hubieran dicho, estoy absolutamente seguro, pero el pobre e ingenuo bambi ni siquiera se lo planteó, íntimamente, con los más allegados se limitaría a lamentar la terrible mala suerte que había tenido, verse obligado por las circunstancias a realizar la política que odiaba.Ya sé que algunos me van a objetar: pero ¿cómo dice v. eso si el tipo éste sólo hizo realmente siempre la política que favorecía a los poderosos?Y no es verdad. La ley de dependencia, por ejemplo, no favorece sino a los más débiles de todos los débiles, a ésos que ya ni siquiera pueden valerse por sí mismos, y la prueba de que es una ley típicamente progresista es que la inmensa mayoría de las comunidades gobernadas por la derecha no sólo no la cumplieron sino que incluso se rieron de ella.Y que, ahora, con la enorme victoria en la mano, lo primero que ha hecho Rajoy es anunciar que se la va a cargar porque dice que no hay dinero para ello mientras mantiene a manos llenas fuertes subvenciones a fundaciones e instituciones que sólo sirven para proteger aún más los malévolos intereses de la ultraderecha.Algo parecido sucede con los deudores hipotecarios: todos van a ser desahuciados de la peor de las maneras, conservando en la ley civil, el terrible mandato de que el deudor responderá de sus deudas con todos sus bienes presentes y futuros, o sea, que los que lo han perdido todo, que los que ya no tienen un techo para cobijarse de las inclemencias del tiempo, no sólo deberán el importe de lo que no han podido pagar sino que verán como dicha débito se incrementa exponencialmente con los intereses de lo que adeudan.O sea, que vamos hacia el peor de los mundos posibles para los desheredados de la fortuna al propio tiempo que crece la opulencia de los poderosos en proporción, pues la renta nacional no mirará siquiera a los que sufren la peores carencias, y volcará el cuerno de la abundancia sobre aquellos a los que el dinero les saldrá hasta por las orejas.Éste, pues, es el mundo que queríamos, el que la mayoría más indiscutible de la historia electoral ha votado en masa, y yo, ¿qué quieren ustedes que les diga?, como llevo unos días luchando contra un atroz pesimismo, no me pego un tiro porque no tengo con qué hacerlo, algo había de tener de bueno una sociedad tan asquerosa como es la nuestra, que uno no tiene siquiera la posibilidad de acabar con todo de un abrupto portazo.De modo que esos 4 millones y pico de votantes que han dejado de hacerlo a favor de un partido de derechas, pero moderado, para irse a los caladeros de la ulltraderecha más franquista que yo he conocido, deben de cumplir su palabra e irse a celebrarlo con champán y mujeres, que es como los machos españoles celebran los grandes acontecimientos. No es, ni con mucho, para menos.