Revista Libros

Echar de menos duele

Por Marapsara

Rápidamente se escapa el tiempo, sádicamente inclemente, terriblemente inaprensible, y al mismo ritmo se van acumulando ausencias.
Quién te lo iba a decir a ti, ¿verdad? Y sin embargo ahora ahí estás, sintiendo la sangre circular suicida en dirección contraria, el nudo férreo invadiendo la garganta, la emoción a flor de piel a cada instante. “Te echo de menos” es solo un mensaje de whatsapp entre millones, mil otros lo conminarán al olvido digital en breve, y sin embargo…
Sin embargo ahí está, brillando incansable entre tus ojos mucho después de apagar la pantalla. Obligándote a repetirlo en bucle hasta alcanzar el insomnio.
And here it comes again
¿Será te echo de menos y nada más?¿Te echo de menos y también hay algunas cosas que no fui capaz de decirte? ¿Te echo de menos porque es lo que se espera que digas en esas ocasiones? Pero siempre te ha dado igual lo políticamente correcto, y entonces piensas que quizá es un te echo de menos y la sangre ha decidido circular en dirección contraria, igual que la tuya, y que quizá no hayamos sabido gestionar convenientemente nuestro tiempo, y ahora ya se ha acabado.
I miss you like a phantom limb
Decides que no te puedes quedar ahí, al fin y al cabo no hay mucho que puedas hacer, o eso crees, y ya aprendiste por la vía áspera que vale más cortarse un brazo a tiempo y huir, que perder la vida intentando abrazar lo inaprensible.
I don’t need you but I’m still craving
Echar de menos duele más aún cuando todos los presagios indicaban lo contrario y tú juzgaste inútil rescatar la vieja coraza azul que, al fin y al cabo, tampoco obraba milagros.
Milenrama, eucalipto, pasiflora, ruda. Un puñado de noches después.
I needed more, I had to go



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