Se denomina ECM, o experiencias cercanas a la muerte, a los recuerdos que tienen algunos pacientes del momento en que estuvieron clínicamente muertos o cuando estuvieron a punto de morir. Los pacientes sobrevivieron, pero sus vidas cambiaron después de que experimentaran una realidad distinta cuando su corazón dejó de latir, momento por el que todos los seres vivos pasaremos.
En la actualidad, las técnicas de reanimación han permitido que un gran número de testimonios de este tipo se hayan dado a conocer. Según parece, es mucho más habitual de lo que se creía. Se calcula que entre un 15 y un 20 por ciento de las personas que han sido reanimadas tienen una ECM.
ESTUDIO AWARE
En el año 2008, un equipo de científicos bajo las directrices de la universidad británica de Southampton, dio comienzo al primer gran estudio de las experiencias cercanas a la muerte que se prolongó durante casi cinco años. El proyecto se denominó genéricamente AWARE, palabra que se puede traducir como “consciente” en español y que además es el acrónimo de “conciencia durante la reanimación” en inglés. Dicho estudio, analizó más de 2000 casos de muerte clínica por paro cardiaco en 15 hospitales de Norteamérica y Europa.
Al frente de un amplio equipo se encontraba Sam Parnia, profesor asistente de medicina de cuidados críticos en la Universidad Estatal de Nueva York, y Peter Fenwick, neuropsiquiatra y neurofisiólogo, profesor en el King ‘s College de Londres y que trabaja en la unidad de salud mental de la Universidad de Southampton.
Entre las conclusiones del estudio, que se hicieron públicas en un comunicado de la institución de enseñanza e investigación, se señala que las cuestiones relacionadas con las experiencias cercanas a la muerte parecen ser mucho más amplias de lo que hasta el momento se suponía. Los recuerdos de consciencia, de visión del propio cuerpo mientras el individuo flota proyectado fuera del cuerpo, pueden corresponderse con situaciones reales que sucedieron mientras el paciente está monitorizado y no presenta actividad cerebral. Los individuos describieron con exactitud lo que ocurría a su alrededor durante el tiempo en que estuvieron clínicamente muertos.
De esa manera, indicaron con precisión las conversaciones de los médicos que les atendían, los utensilios y aparatos que se encontraban en la habitación o quirófano, e incluso, en algún caso, llegaron a “ver” objetos ocultos a los que estaban presentes en esos momentos.
CONSCIENCIA EN EL MOMENTO DE LA MUERTE
Un dato curioso que comenta Parnia es que en todos los pacientes que dijeron recordar y ser conscientes de su “muerte”, la conciencia apareció unos tres minutos tras la pérdida de latido, a pesar de que hasta ahora se consideraba que el cerebro deja de funcionar tras 20 o 30 segundos después de haberse producido la parada cardiaca y no se reactiva hasta que el corazón se ha puesto otra vez en marcha.
Lo que parece desprenderse de este estudio es que la muerte no se produce en un momento determinado, sino que es un proceso que se desarrolla a lo largo de un tiempo todavía indeterminado. De hecho, recientes descubrimientos han detectado que determinados genes solo se activan después de que se produzca la muerte. Asimismo, las células no mueren todas al mismo tiempo, produciéndose de manera paulatina con diferencias de horas entre las cerebrales o las hepáticas, por poner un ejemplo.
El estudio AWARE ha sido el pionero´por la gran muestra en la que está basado, por la rigurosidad de su protocolo de investigación y por la calidad de los médicos y científicos que intervinieron, pero no es el único.
QUÉ SE EXPERIMENTA CUANDO DEJA DE LATIR EL CORAZÓN
Entre las sensaciones y elementos comunes o recurrentes apreciados por estos pacientes y recogidos por diferentes investigadores podemos citar:
– El paciente siente que flota sobre su cuerpo y ve el dormitorio, el quirófano o el lugar en el que estaba; incluso escucha como le declaran clínicamente muerto.
– Más tarde, siente que se eleva y que atraviesa un túnel oscuro o flota en el vacío, desplazándose rápidamente.
– El paciente no siente ni percibe dolor, molestias o cualquier otro problema físico que padeciera en vida: solo aprecia una gran paz interior. Algunas personas, sin embargo, aseguran haber tenido experiencias muy desagradables. El número de estos últimos es mínimo comparado con los que lo describen como hermoso o profundamente agradable.
– Familiares o amigos difuntos aparecen ante su presencia y van a su encuentro.
– Visión general e íntegra de lo vivido, como si contemplase una “película”; según sus testimonios es como si se produjera una sucesión de fotografías de momentos sueltos de la vida, no necesariamente importantes.
– Tras esta visión retrospectiva se evalúa las experiencias vividas y su implicación ética.
– El sujeto ve un obstáculo o “frontera” y toma conciencia de que aún no ha muerto. Sigue sintiendo una paz y tranquilidad indescriptibles. Es consciente, como le indican sus acompañantes, de que debe regresar a su cuerpo físico.
– Miedo de informar de la experiencia a los demás por temor a no ser creído. Al mismo tiempo, siente que debe hacerlo como un deber de compartir algo valioso e importante.
– Desaparición del miedo a la muerte; no se desea morir, pero ahora contempla la muerte como una transición feliz a otra realidad superior.
– Incremento de los valores vitales, en cómo se vive la vida, colocando como prioridad el amor, la coexistencia con los seres vivos y la búsqueda de la armonía con ellos.
En próximos artículos en No Creas Nada detallaré, además de otras cuestiones relacionadas, casos singulares de pacientes que pasaron por una ECM estudiados por la ciencia que desafían lo que se conocía hasta ahora; qué es lo que experimentaron al morir, qué vieron, qué sintieron e incluso, a quién vieron.