¿Ha visto esas máquinas semi industriales de las que tienen en los supermercados que tienen un riel por el que transitan unas naranjas y en segundos sirven un vaso de zumo? Normalmente, las cáscaras van llenando un costal en pocos minutos. Ahora hay una máquina que convierte las cáscaras en filamentos que le permiten al mismo equipo, imprimir con ellas los vasos en que se sirve el jugo a sus usuarios. Todo se aprovecha en el mismo ciclo.
En poco tiempo ese tipo de máquinas se va a masificar por la demanda de los mismos usuarios y porque va a resultar más rentable para los microempresarios en ese sector. En la economía circular recobra todo el sentido esa máxima de que la basura de unos es el tesoro de otros.
En esta concepción, los residuos son de dos tipos: Nutrientes biológicos que pueden reintroducirse sin problema de la biosfera y los nutrientes técnicos diseñados para recircular en el sistema de producción. Las famosas 3 R: Reducir, reciclar y reutilizar son fundamentales para la gestión de los residuos y hacer que se pase del ciclo ‘recurso-producto-residuo’ al de ‘recurso – producto – recurso reciclado’.
La economía circular no es solo para pueblos pobres o pueblos ricos, diría que es para ‘territorios inteligentes’, aquellos que logran encontrar, en este caso, una buena convergencia de uso intensivo de tecnologías de la información, transformación de residuos e identificación de necesidades.
Cada Territorio Inteligente en Colombia debería entrar a considerar hacer emprendimientos con innovación para ver qué se hace con los residuos propios de muchas materas primas en sectores como café, caña, cítricos, maíz, arroz y muchísimos más. Un ejemplo de esto es lo que hace Lifepak, una empresa colombiana que toma esos residuos y los convierte en platos desechables que, en lugar de parar en una caneca de basura, luego de su uso pueden ser sembrados, regados como si fueran semillas para luego volver a ser plantas.
Finalmente, lo mismo hay que hacer con algunas ideas y procesos gubernamentales. Espero que las próximas administraciones locales no desechen totalmente los procesos y rescaten de ellos, lo mejor para los ciudadanos.
Nota: columna publicada originalmente en Vanguardia el día 26 de septiembre de 2019