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Economía de la pasión: ¿es tu pasión una fuente laboral?

Por Pallares
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«Trabaja de lo que te apasiona y nunca trabajarás en toda tu vida» es una de estas frases motivadoras que antes recibíamos por correo electrónico y ahora vemos en las redes sociales.

Hace años que sociólogos y expertos nos advierten que en el futuro relativamente cercano habrá grandes cambios en lo que hasta ahora conocemos como «trabajo». Esto abarca mucho más que solamente el tipo de tareas que serán útiles socialmente, sino también cómo y dónde se realizan, los impuestos que aportan, y por lo tanto, el sistema de transferencia de rentas (previsión social).

En el marco de estos cambios que están apareciendo en el mercado laboral, también se nos advierte hace años sobre la precarización del trabajo a través de la llamada gig economy, en inglés, que se puede traducir como la «economía de trabajador temporal o freelancer».

¿Qué es la gig economy?

Es una modalidad de empleo que viene ganando terreno a partir de varios factores: por un lado, la existencia de aplicaciones que permiten vender productos o servicios en todo el mundo en una forma sencilla, asegurando el cobro por parte del vendedor; y por otro, la necesidad cada vez mayor de flexibilidad que lleva a contratar servicios que antes se brindaban internamente en las empresas, y porque puede ser más económico.

Esta gig economy no se inventó recientemente, hace mucho que existen empresas que se ocupan de brindar personal eventual y autoempleo. Sin embargo, en el medio local tal vez fue Uber el que trajo a los titulares esta nueva economía en la cual (al inicio) cualquier persona que tuviese un vehículo podía ofrecer servicios de transporte en forma totalmente desregulada.

Economía de la pasión: ¿es tu pasión una fuente laboral?

Hoy en día, las plataformas Fiverr, Upwork, Freelancer y muchas otras permiten hacer relativamente pequeños trabajos por poco dinero. Esto permite una competencia mundial por cada trabajo ofrecido, donde claramente los trabajadores de países de menor costo de vida, generalmente atravesando una crisis socioeconómica, están mejor posicionados para poner un precio inalcanzable para aquellos que trabajan en un país desarrollado. Aprovechar el menor costo de remuneración de personal capacitado para ofrecer servicios tecnológicos no es algo novedoso. Desde fines de los 90 se habían organizado los call centers masivos de habla inglesa en India. Pero la diferencia es que ahora no es necesario que la persona pertenezca a ninguna organización.

En la gig economy, por supuesto no hay beneficios como vacaciones pagas ni seguros de salud, eso queda por cuenta del trabajador. Inicialmente, tampoco aportes a la seguridad social, lo cual ha llevado a que en muchos países se ha generado una legislación específica al respecto, tratando de mantener a estos trabajadores en el sistema tradicional de seguridad social.

Claro que la gig economy tiene sus límites ya que por ahora muchos procesos industriales y de servicios seguirán requiriendo una coordinación de las personas continua en el tiempo y en el mismo lugar físico. Estudios recientes estiman que el crecimiento anual de este sector será superior al 15%, un crecimiento notable para cualquier tipo de actividad económica. Es muy difícil estimar el número de trabajadores en esta actividad, pero se calcula por ejemplo que un 10% de los trabajadores en Estados Unidos obtienen de esta forma su ingreso principal.

Subgrupo de «apasionados»

Siempre hubo y habrá gente apasionada para quienes su medio de ingreso es la realización de su vocación. Este principio tan genérico puede aplicarse a personas que trabajan en una empresa o institución como maestros o doctores en medicina. Pero la economía de la pasión no se refiere tanto a tener ingresos por lo que nos apasiona (que no sería ninguna novedad), sino más específicamente aquellos que consiguen ingresos en las redes sociales expresando su vocación, generalmente en solitario o con la persona como clara protagonista.

Los «apasionados» se definen como microemprendedores que monetizan su individualidad y creatividad a través de las redes sociales o plataformas especializadas.

En contraposición con la economía tradicional basada en la producción a escala, la estandarización y la coordinación de gran número de personas, la «economía de la pasión» se enfoca en la creación y entrega de bienes y servicios personalizados, adaptados a las necesidades y deseos individuales de los consumidores.

Economía de la pasión: ¿es tu pasión una fuente laboral?

MrBeast es el youtuber número 1 del mundo

Un elemento fundamental para esto es la oferta creciente de plataformas para que los creadores moneticen sus creaciones. Son plataformas que retribuyen directamente por el contenido a los creadores (como Youtube) o tienen incorporado un sistema de transacciones entre los usuarios de la misma. Un ejemplo de esto último es Mercado Libre o Ebay para productos y Substack o Patreon para servicios. Otro elemento que contribuye es la inteligencia artificial, cada vez hay más acceso a aplicaciones para dar una apariencia más profesional a las producciones personales o incluso herramientas de gestión de negocio sin costo.

Comparado con un trabajador freelancer a través de plataformas especializadas, las personas que se dedican a lo que les apasiona, venden un sello personal, su individualidad. Si lo analizamos con las cinco fuerzas de la competencia de Porter, estos «apasionados» pueden diferenciarse de quienes realizan un trabajo más estandarizado, y por lo tanto aspirar a tener mayores ingresos.

Es que las actitudes sociales hacia estas nuevas actividades están cambiando drásticamente. Según una encuesta de Harris Poll/LEGO, la carrera a la que los niños en Estados Unidos, Reino Unido y China aspiran por encima de todas las demás es ser youtuber. Ser un creador en línea es dos veces más popular que ser estrella de cine y tres veces más popular que ser astronauta. Puede haber diferencias entre países basadas en factores culturales y económicos, pero esta inversión masiva de preferencias laborales será una característica definitoria de los trabajos en el futuro.

Al igual que la gig economy, esta actividad tiene sus desventajas: no todos somos talentosos como para destacarnos como youtubers o como podcasters o escritores de libros autopublicados. También queda por cuenta del creador generar su propia empresa y correr con todos los riesgos asociados.

El libro que lo resumió

Adam Davidson, redactor en la conocida revista The New Yorker, es reconocido como el primero en describir en qué consiste la economía de la pasión. Publicado en 2020, el libro explora el cambio en la naturaleza del trabajo y la economía en el siglo XXI. Davidson analiza casos de estudio de emprendedores y profesionales que han encontrado éxito al seguir sus pasiones y habilidades distintivas, y cómo han construido relaciones personales y seguidores leales de su trabajo. «The Passion Economy» también examina los desafíos y riesgos asociados con este enfoque, como la incertidumbre económica, la falta de estabilidad laboral y la competencia creciente.

Economía de la pasión: ¿es tu pasión una fuente laboral?

Hablan las estadísticas…

Según Forbes la economía de los «apasionados» o «creadores» se estima que tiene un valor superior a los 100 mil millones de dólares, y más de 50 millones de personas en todo el mundo se consideran creadores, pero la gran mayoría son aficionados.

Existen alrededor de 2 millones de creadores de contenido profesionales, y casi la mitad de ellos ganan dinero en YouTube. Instagram ocupa el segundo lugar con aproximadamente 500 mil creadores profesionales, y el servicio de transmisión en vivo de Twitch cuenta con alrededor de 300 mil. Para los 48 millones de creadores amateurs, Instagram es la opción número uno.

La economía de la pasión se enmarca como un subgrupo dentro de una tendencia de la economía informal o temporal. Dentro de la misma, los creadores de contenido o bienes (o ambos) tienen un camino donde pueden diferenciarse de los demás, explotando sus condiciones naturales y haciendo lo que más los motiva. Eso les permite tener mayor control de sus ingresos y tal vez hacer un margen económico adicional.

Si bien podemos pensar que a nivel global es un grupo reducido de personas, las estadísticas nos muestran que son un grupo tal vez mayor de lo que creíamos, en tendencia creciente y que maneja una porción considerable de los flujos económicos del sector.

El impacto de estas personas es más que proporcional a su número. Hasta cierto punto están contribuyendo a transformar cómo compramos, nos informamos y nos entretenemos. En lugar de que alguna corporación decida quiénes nos venden productos, nos informan o entretienen, es la gente (y los algoritmos) que eligen a sus preferidos. Ya se ha hecho habitual que sean invitados especiales en eventos de cine, literatura y más. Esto está generando una crisis en los medios de comunicación tradicionales, la industria del cine e incluso en las novedosas plataformas de streaming. Veremos hasta dónde puede llegar el choque de la creatividad individual con las estructuras corporativas históricas en este segmento.


Por: Ventura Croce
Ventura es Ingeniera química y se desempeña en el sector energético desde hace 30 años. Es docente y ha brindado conferencias sobre industria de petróleo, sus perspectivas y la transición energética. Escribe artículos sobre estos temas en su perfil LinkedIn.
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