
Publicado por José Javier Vidal
Sin duda, la pareja de baile protagonista en el espectáculo de la economía de mercado – y en la que no, también – es la que componen la oferta y la demanda. Esta última ya hemos visto como baila. Hoy nos vamos a fijar en cómo lo hace su compañera inseparable, la oferta.
Recordemos que la oferta y la demanda se pueden expresar matemática y gráficamente. Si en el caso de la demanda su función relacionaba las cantidades demandadas de un bien con su precio, en el de la oferta, lo que se relaciona es la cantidad ofertada con los precios. Como se habrá imaginado ya el lector, esta función lo que nos dirá es la cantidad que se ofrecerá de un bien para cada precio. Su expresión gráfica es esta:

En la curva del ejemplo vemos que, para un precio de 100 euros, solo se ofrecen 5.000 unidades de un determinado bien. En cambio, para un precio de 350 euros, la cantidad ofrecida sube a 10.000 unidades. Comprobamos que, al contrario de lo que ocurría con la de demanda, la curva de oferta tiene pendiente positiva o, en otras palabras, que la oferta es creciente en relación al precio: A mayor precio, mayor cantidad ofrecida. ¿Por qué pasa esto?. ¿Cuál es la explicación de este fenómeno?. Pues una de las más elegantes de la teoría económica. Lo que da su forma creciente a la curva de oferta es una vieja amiga que ya conocemos: la ley de los rendimientos decrecientes. Recuérdese que, según esta ley, a medida que aplicamos más de un factor de producción variable a un factor fijo, los aumentos de la producción son cada vez menores, es decir, la última unidad producida es más costosa. Por tanto, si queremos que las empresas produzcan esa unidad adicional de un bien, tendremos que pagarle un precio que cubra su mayor coste de producción.
Como siempre, esto se entiende mejor con un ejemplo. Supongamos que aumenta la demanda de trigo. Partimos de una determinada superficie cultivable. Los agricultores responderán al incremento de la demanda aplicando más trabajo – ellos trabajarán más horas, contratarán a trabajadores adicionales – y capital – usarán más tractores y cosechadoras – a su explotación. Pero sabemos por la ley de rendimientos decrecientes que estos mayores costes en los que incurre el agricultor son recompensados por unos avances de la producción cada vez menores. Es decir, que al agricultor, al empresario, sólo le compensará atender la mayor demandada a un precio que cubra unos costes de producción más altos. Si la demanda continúa presionando puede ser que incluso se pongan en cultivo tierras de menor calidad, menos productivas, en las que el rendimiento del trabajo y el capital sean todavía menores y su reverso, los costes de producción, mayores. El precio exigido por los productores tiene que subir otra vez.
Algún lector es posible que esté pensando que esta explicación es elegante, sí, pero demasiado neutra, demasiado aséptica, demasiado “ideal” y alejada de la realidad, ¿Y las alzas especulativas de precios?. ¿Y los precios altos causados por la escasez?. Volvamos a la curva de demanda. Cuando la explicábamos decíamos que había que distinguir entre los movimientos a lo largo de la curva y los desplazamientos de la curva. Con la oferta sucede lo mismo. Una cosa son los movimientos a lo largo de la curva – se ofrece más a un mayor precio – y otra, los desplazamientos de la curva. Gráficamente ese desplazamiento se ve así:

Un desplazamiento de la curva a la izquierda o a la derecha, es decir, una disminución o un aumento de la oferta, significa que la oferta disminuye o aumenta para cada precio. Los factores que provocan estos desplazamientos son la tecnología – el “fracking”, por ejemplo, ha presionado el precio del petróleo a la baja porque ha provocado un aumento de la oferta global -, los cambios en los costes de producción – si se grava el combustible con un nuevo impuesto aumentará el precio para todas las cantidades, esto es, su curva de oferta se desplaza a la izquierda -, los monopolios que restringen intencionadamente su oferta, una mala cosecha que reduce drásticamente la cantidad disponible de un alimento – estas disminuciones por causas exógenas son llamadas shocks de oferta -,etc.
La oferta y la demanda no trabajan solas por separado, lo hacen en pareja. El resultado de su relación es, o aspira a ser, el equilibrio de mercado. A él dedicaremos el próximo artículo.

