La irrupción de policías ecuatorianos en la Embajada de México en Quito para detener al exvicepresidente Jorge Glas marca un momento de tensión sin precedentes entre Ecuador y México. Glas, quien buscaba asilo en la embajada mexicana concedido por el gobierno de México, fue detenido en una operación que viola las normas internacionales respecto a la inviolabilidad de las sedes diplomáticas.
El jefe de la misión de México en Ecuador, Roberto Canseco, denunció la acción como un atropello al derecho internacional y una violación a la soberanía de México, describiéndolo como un acto de barbarie e ignominia para el Estado ecuatoriano. La situación escaló hasta el punto de poner en riesgo la vida de Canseco, quien se encontraba defendiendo el honor y la soberanía de su país.
En respuesta a estos hechos, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México instruyó a la embajadora Raquel Serur Smeke a regresar a México para garantizar su seguridad e integridad, después de ser declarada persona non grata por las autoridades ecuatorianas. Este incidente no solo pone de manifiesto las fricciones diplomáticas entre ambos países, sino que también subraya la importancia de respetar las convenciones internacionales que protegen las misiones diplomáticas y a sus asilados.