Revista Insólito

Edén Abella de la Conca

Publicado el 18 junio 2019 por Monpalentina @FFroi
Abella de la Conca. ( Templo de Sant Esteve).
Edén Abella de la Conca
Era un mes de mayo de 2013, y un día 13. No soy supersticioso porque me han dicho que serlo trae mala suerte, pero cuando me presentaron a un cura -que debía ser extranjero, porque se llamaba "Mosén"-  y a un Alcalde, puse mi convencimiento en tela de juicio. Acabé asumiendo que esta mascota humana que me había tocado en suerte, no era más tonto porque no entrenaba.
Y aquí vuelvo a estar. A más de mil quinientos kilómetros de mi hogar con unas personas que hablan "mü rarísimo" y frente a un edificio viejísimo que se adorna con un jardín natural de lirios silvestres a los que mi incontinente vejiga proporciona riego ecológico.
Afortunadamente esta gente pasa de mí ensimismada frente a un conjunto de piedras que dicen se trata de una construcción lombarda del siglo XI. Fue la primera vez que oía el término "lombarda" sin que fuera en cena de Nochebuena, pero...., esta gente ya sabéis es muy, muy rara.
Edén Abella de la Conca
Accedimos a su interior mientras maravillados comentaban algo así como sobre planta basilical de tres naves acabadas en tres ábsides semicirculares con sendas ventanas abocinadas de medio punto y bóvedas de cañón reforzadas con arcos fajones, con friso de arcos ciegos. ¡ Cómo para saber lo que planeaban!
Me llevaban de izquierda a derecha sin dejar mojar unas columnas circulares adosadas a pilares pétreos rectangulares mientras intentaban adivinar las siluetas marcadas de los restos pictóricos que durante siglos estuvieron ocultos por un enlucido de yeso en sus muros interiores.
Edén Abella de la Conca
Discutían sin parar sobre su datación, que si del siglo XII o del XIII y si representaban o no una escena inusual en el románico catalán, como es la Última Cena, un Pantocrátor en la bóveda del ábside y una Psicostasis en su lado derecho.
Edén Abella de la Conca
Ya no era la lengua de aquellos anfitriones lo que me confundía, es que...  ¡ni en castellano me enteraba de nada!.
Menos mal que, para mi consuelo, las abejas de aquel precioso lugar seguían libando el néctar de sus propias flores.
Edén Abella de la Conca
Mongui ha muerto y me deja desolado. Compañero, aventurero románico y vital desde hace doce años, se marcha al Edén y me deja un profundo vacío. Con el recorrí todo el románico hispano y extranjero. Manuel Gila (Almería)


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