Él siempre me dijo que bebía vino, no porque fuera un borrachuzo sino un creyente, pues siendo Dios el Hijo, que podría haber elegido hasta la Coca-Cola, sin embargo eligió el vino para consagrarlo en su propia Sangre. "¡ Algo tendrá el vino cuando hasta dios lo bendijo!", me decía.
ARLÉS- SUR- TECH | Abadía de Santa María
Por eso me extrañó tanto cuando me propuso ir a un sitio para probar el agua. Ya me iba acostumbrando a sus paranoias y le había aconsejado que se dejara tratar por mi veterinaria, pero él alegaba siempre que era "humano" y que prefería pedir cita de Consuelo, su médico de cabecera, que siempre se dejaba engañar cuando le preguntaba por su diete alimenticia y hábitos de bebida a lo que él siempre respondía que lo único que tomaba era Cola-Cao, propiciando así la prohibición de aquello que nunca probó, porque tenía el criterio de que todo lo que digas a tu médico se te vuelve en contra en forma de prescripción prohibitiva.
Y aquí me tenéis, una vez más, en ayuno perenne a eso de las doce del mediodía con el "plat du jour", que se trata de una ensalada con hojas verdinegras y pasadas recubiertas de salsas raras y que al precio de quince pavos europeos dicen que es la afamada "cuisine française".
Desplazada de su lugar de origen, la Abadía benedictina de Sainte Marie d´Arles fue fundada en 820 por Wifredo el Velloso sobre restos de antiguos baños romanos y como la primera y más antigua abadía carolingia de la Marca de Carlomagno. El interior de su templo es de planta basilical con tres naves que desembocan en correspondientes ábsides y sin transepto. Cabecera heteroxa que mira al Oeste y realzada en su interior con pinturas murales románicas de belleza indescriptible.
Pasear por su claustro gótico del siglo XIII, primero del todo el Rosellón francés, permite entretenerse en bellezas naturales, aunque no sean de canteros.
En la puerta de entrada se sitúa un curioso Pantocrátor del siglo XI esculpido en el centro del tímpano sobre una cruz griega, en cuyos extremos se representan los cuatro evangelistas y debajo el Alfa y la Omega.
En el siglo X, las incursiones sarracenas y normandas obligaron a los Condes de Besalú y Cerdaña a protegerla, cediéndola después al Monasterio de Moissac que dependía de Cluny, porque ya sabréis aquello de que " a quien a buen árbol se arrima...., si no le ve nadie, se orina" ( o algo así le he oído decir a mi mascota humana).
En el siglo XVI la abadía se refuerza con dos naves más y se fortificó con cuatro torres de las que sólo conserva dos ya que otra de ellas en su desplome cayó sobre el dormitorio de los monjes, destruyéndolo.
Pero lo mejor, y el objeto de este impenitente gilipollas estaba por llegar. Allí, al fondo del atrio, existe un sarcófago paleocristiano del siglo V tallado en mármol del pueblito de Ceret donde presidido por un crismón, que se protege detrás de una verja y bajo una cruz blanca con la imagen del noble Guillaume Gaucelme, muerto en 1204. Se encuentra elevado sobre pedestales macizos de 20 ctms de alto y mide 1,90 de largo por 65 de alto y 50 ctms de ancho con un grosor de la tapa, en forma prismática de material distinto y piedra porosa, de 10 ctms.
Estaba yo allí con cara de pánfilo tragándome toda la historia que me contaba éste de que si se trataba de la Tumba sagrada de San Abdón y San Senés.
Unos mártires protectores y abogados de los campesinos que fue recuperada de Roma ante la súplica de sequías que sufría la región y que desde entonces ( excepto en las dos guerras mundiales) mana agua milagrosamente, hecho que fue descubierto cuando tras la invasión francesa y llenarlo de basura, una mujer que lo limpiaba advirtió que de su interior manaba agua por las paredes laterales.
Me introduje en su bajo para comprobar que no había tubería alguna mientras ellos, con cara remilgada y un poco de asco, probaban aquella agua milagrosa de "reserva" que el mosén extraía del interior del sarcófago paleocristiano con un adminículo artesanal y curioso.
Para mí, fue todo un ¡ milagro!. Desde entonces, a mi me pone siempre en mi bol agua mineral.