EDÉN EN ARMENTIA | Basílica de San Prudencio
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Se encuentra en el municipio de Armentia, en el suroeste de la ciudad de Álava, formando parte integrada ya de la propia ciudad como parque y espacio de recreo.
Con la misma funcionalidad que un catecismo en la casa de un agnóstico, durante toda mi vida mortal contemplé un ejemplar del "Oráculo manual y arte de prudencia", de Baltasar Gracián sobre el Código Civil y Ley de Enjuiciamiento en el pico derecho de la mesa del despacho de ésta imponible mascota humana.
Así que, en un ejercicio de animarlo a aprender alguna máxima que lo "reformara" completamente, lo arrastré aquel verano del 2012 para que se empapara de un templo basilical dedicado a un personaje que hubo de esperar, con santa prudencia, doce siglos para sacar el título de su advocación: San Prudencio.
Se encuentra en el municipio de Armentia, en el suroeste de la ciudad de Vitoria, formando parte integrada ya de la propia ciudad como parque y espacio de recreo. Se trata de un edificio originalmente románico del siglo XII, pero profundamente reformado en el XVIII. Es un templo de planta cruciforme que consta de una nave, cubierto de bóveda de arista y organizado en tres amplios tramos cuyos crucero se cubre con bóveda de cañón apuntado sobre el que se eleva bóveda de arcos cruzados, levantado, originariamente, entre el siglo VIII y 1088 sobre un templo romano de orientación sureste respecto a la actual, época en que Armentia fue sede episcopal antes de que la misma se trasladara a Calahorra.
Imprudente elección, pues aquel día nos sorprendió una terrible ola de calor que casi me mata.
La construcción del templo, en su condición de Colegiata se iniciaría por el Obispo de Calahorra y La Calzada, don Rodrigo de Cascante, permaneciendo con esta condición hasta 1498 en que pasó a convertirse en simple parroquial perdiendo su condición de colegiata a favor de la de Santa María de Vitoria. Erigida bajo la advocación de San Andrés, en 1970 se cambió su dedicación a San Prudencio obispo y patrón de la ciudad.
El templo comenzó a construirse por la cabecera, el crucero sur y la cimentación del muro sur de la nave levantándose los muros bajos de la cabecera hasta cuatro hiladas inferiores de las ventanas del ábside y hasta la esquina del crucero y del hastial sur con hiladas de 62 de altura por 20 ctms, abriéndose en esa fase los tres vanos de la cabecera. La bóveda del presbiterio es más elevada que la de la cabecera, por lo que se corrige con un tímpano de sillería entre ambas. Terminado el hastial sur se cimenta el muro, dejando un vano de 4,18 metros para una puerta de acceso a la iglesia.
También en el siglo XII se terminaría el muro de la parte baja de la nave, actualmente cortado para albergar una estancia con bóveda de cañón apuntado desde la que se accede al interior de una nave asimétrica desde la que pueden observarse siete mechinales y siete ménsulas que albergaban una estructura de madera que servía de acceso a un pasillo elevado para acceder a la escalera de caracol. También se termina la estructura porticada del sur, dejándose un único vano abierto enfrentado a la puerta principal de la nave como espacio cubierto y acceso separado, concluyendo la fase final de la construcción original con un cimborrio sobre el crucero, que habría de ser reconstruido en 1920 tras su derrumbe en las reformas de 1776.
Entre los siglos XIV y XV, se construye la sacristía vieja y el coro situado en el hastial norte que conectaba con la segunda planta de aquella y con la escalera de caracol.
No sería hasta las reformas de 1776 cuando la nave vuelve a ser simétrica, se construye la casa cural, el pórtico y fachada sur para abrir los cinco arcos del pórtico que hoy contemplamos,
construyéndose una sacristía nueva junto al presbiterio y crucero sur, una nueva torre y se traslada el coro a los pies de la nave. Entre 1900 a 1960, se descubre el tetramorfos que había quedado oculto en la reforma de 1776, se elimina la bóveda de arista y se construye el cimborrio en la forma actual, levantándose un tabique en el crucero norte que proporciona una sensación más asimétrica al espacio interior.
En su aspecto actual, contemplamos que su ábside exterior aparece seccionado por dos semicolumnas adosadas que rematan con canecillos figurados de animales y hombres y tres ventanas abiertas en cada sección con imposta corrida, obra del primer Maestro que intervino en su construcción.
El segundo Maestro, el más preciosista, sería el autor del famoso tímpano del Cordero al que flanquean San Juan Bautista y Elías,
así como la del Jinete Constantino o Santiago Matamoros
y la Anunciación, que también hoy figura encastrada en el atrio,
así como de los preciosistas canecillos del muro meridional,
mientras que al tercer Maestro, de clara formación silense, correspondería la ejecución del tímpano de Cristo con el colegio apostólico y Enoch y Elías,
el Entierro de Cristo, la tres Marías y la Anástasis.
Y mientras me dejaban asfixiarme y sin móvil para llamar al abogado de la Protectora, ellos debatían tan ricamente a la "sombra de los pinos"