BALAGUER | Templo-santuario del Santíssim Christ
¡Cuatro veces, cuatro, necesité para que al fin me hicieran caso de que conocieran este "templo de los milagros"! ¡Mascotas de poca fe!
Y no fue hasta 2015 cuando, resignados, accedieron a contemplar este templo-santuario cuyo origen se remonta a la época goda y que ya en el año 431 constituyó un convento de canónigos regulares de San Agustín para ser posteriormente reconstruido, en estilo románico, por uno de los Condes de Urgel al que se le apareció la Virgen animándolo a emprender batalla contra los moros garantizándole el éxito, pese a sus menguadas huestes, y bajo el voto de que edificara en su honor un templo a Ella dedicado - como así se hizo- bajo la advocación de Nuestra Señora d´Almatá, seguramente en recuerdo a la gran matanza producida.
Estaba construido en forma de cruz latina con brazos al Mediodía y Norte, teniendo su puerta de acceso entre Norte y Poniente y el altar mayor y cabecera ortodoxa.
Era de sillería, bóveda redonda, cornisas pequeñas, cruceros y arcos gruesos y abultados sostenían la bóveda principal. Su fachada, presidida por un imponente rosetón incrustado de rosáceas y precioso enlazado en el marco de su moldura interior.
Bajo su tejaroz, canecillos erosionados dejan entrever algún rostro y curiosas figuras animalísticas.
Pero como poco dura la alegría en casa del pobre, a finales del siglo XVI se produjo en Balaguer un nuevo "milagro" que tumbó el anterior afectando tanto a la construcción como a la propia advocación de este templo. Embobados los dejé mientras les refería la leyenda de cómo Nicodemo, impresionado por la pasión de Cristo, construyó en madera la imagen del crucificado a la que puso cara de su sufrimiento con ayuda angelical, y para protegerla de las persecuciones romanas la trasladó a su casa de Beirut que, años después sería comprada por un judío llamado Eleazar More quien, ante el miedo de ser acusado de cristianismo, azotó la imagen y clavó un puñal en el pecho del que manó sangre. Cuando los árabes invadieron Beirut, arrojaron la talla al Mediterráneo y ésta subió contracorriente hasta remontar el río Segre y llegar a Balaguer, donde tras tres intentos de ser rescatada de las aguas fluviales, sólo se entregó a la abadesa de las Madres Clarisas quien la subió al templo de Nuestra Señora d´Almatá donde tenían su convento colindante.
Resultó tan arraigada la tradición milagrosa que en 1620 se hizo en el templo románico una gran reforma para construir el camerín del Santo Cristo, cuya talla venerada hoy permanece presidiendo el altar desde 1881. Para ello, a finales del XVIII se derribó la bóveda primitiva y en las primeras décadas del XX se abrió la puerta principal al Mediodía, con un frontispicicio que, apoyado en dos columnas colaterales, ostenta gravados todos los símbolos del martirio, desde el gallo a los clavos, martillo y tenazas, corona, escaleras, lanza, hisopo...
La venerada imagen del hoy titular del templo fue quemada el 28 de julio de 1936, por lo que la que hoy preside el altar no es sino una reproducción de la anterior de la que solamente mantiene original el pie derecho.
Después de marcarme el "pegote" con éstos, me quisieron flagelar; echaron a suerte de dados quien lo haría y se apostaron 30 euros que sería un magnífico escarmiento para un perrillo gruñón y sabiondo que les había amargado el día.
Cuando oí de nuevo aquello de almatá, no me lo pensé un segundo y los dejé tirados en la plaza.