Edén en Barruera

Es que ese acento andaluz me traía loco. En Octubre de 2015 esta zarrapastrosa cosilla humana que me tocó en adopción, va y me dice: " Me voy al Valle de Boí", o algo así. Pues si ya vas, no me reiteres voy, le contesté. Me lo tuvo que deletrear y escribir para comprender que me hacía una propuesta: el leirdense valle de Bohí, donde los Pirineos tocan el cielo. Y me apunté. ¡ Claro que me apunté, eso sí con gastos pagados!

Tenía interés por conocer lo más desconocido del románico de ese lugar. Lo turístico para estos ignorantes que sólo tiran de guía. Quería conocer el templo de San Feliú de Barruera en la Vall de Boí de la Ribagorza Alta.

La Iglesia de San Félix de Barruera es mencionada desde el siglo XI en documentos del monasterio de Lavaix ( aquel que mantuvo los pleitos con el templo del de la Virgen del Solá de Espills cuyas pinturas descubiertas por esta pandilla resulta que según los "ejpertos" son góticas). Tenía un sistema organizativo de correctores, que eran sacerdotes que tenían que ser necesariamente nacidos en el Valle y que podían llegar hasta obtener el cargo de obispo a propuesta por los hombres destacados del lugar.

Un templo muy modificado pero que construido en los siglos XI y XII, está formado por nave única cubierta con bóveda de cañón sobrealzada y que en su origen era de cruz latina de la que le fue amputado el brazo Norte para hacer una capilla. Sus dos ábsides son del siglo XI. Semicirculares y sobrios, sin decoración alguna. El ábside central tiene ornamentación lombarda, con grupos de dos arcos ciegos, separados por lesenas con tres ventanas de doble derrame, mientras que el ábside sur, en cambio, es totalmente liso en el exterior y dos ventanas, de un sólo derrame. Y en 1123 se hizo la nave y la parte baja del campanario.

En el siglo XV se transformó completamente, pues además de cortarle el brazo Norte del transepto, también se edificó el campanario de tres pisos. Un campanario adosado y que rompe la línea constructiva del resto de los del Valle que son exentos.

A la puerta de acceso se le añadió un atrio gótico, pero mantiene el guardapolvos y un cerrojo curioso con cabeza de buey que nos mantuvo a raya.

Aunque le dije que el interior no merecía la pena por su carácter desprovisto de románico, creo que no llevó muy bien eso de hacer tantos kilómetros para no poder entrar. Me acusó de haber tenido que desviar su ruta "turística" para no conseguir verlo por dentro. Creo que se desmoronó o se cabreó, porque con éste nunca se sabe si es lo uno o lo otro. Yo prefiero pensar que es que estaba cansado.

Así, así de cansaíto lo dejé a la puerta del "bar".