En el linde meridional de la comarca del Somontano, cerquita de Barbastro, a 512 metros de altitud se organiza un pueblo encantador apiñado en la corona de su pedestal natural. Doblemente encantador, porque sus gentes son de amabilidad y hospitalidad tan exquisita que tras aterrizar allí sobre eso de la hora impropia de la una y media de la tarde, la vecina que recogía el pan para la comida puesta en su mesa al vernos ante el templo nos preguntó si deseábamos verlo y, ante nuestra respuesta afirmativa, nos acompañó ante la propia casa del mosén quien, dejando la comida, nos propició el gozo de verla y su simpática y culta conversación. Un lujo de persona que realza el valor del templo que custodia y rige.
A finales del siglo XI, en 1088, el rey Sancho Ramírez de Aragón reconquista Berbergal, que llegó a gozar de derecho a voto en Cortes hasta 1625, aunque la primera referencia documentada de su templo no figurará hasta cuando en 1102, el rey Pedro I la donara al obispo de Huesca, lo que hace suponer que fuese construido en 1101 en su primera fase románica y se concluiría en 1174.
Con cabecera románica compuesta por tres ábsides, el plan debió proyectarse con planta de cruz latina que las circunstancias económicas acabarían reduciendo.
En el último tercio del siglo XII, se concluye su fábrica de manera precipitada con el transepto y los muros occidentales que lo cierran. Construido según gusto cisterciense es parco en decoración: grandes pilares cruciformes con columnas geminadas de capiteles lisos soportan los arcos fajones del crucero y las bóvedas de cañón de las bóvedas laterales.
En el siglo XIII se añadió el coro, cubierto con bóveda apuntada y una torre-puerta adosada al lado sur que, aunque gótica, recoge la tradición simbólica del románico gracias a sus muy bonitos capiteles.
La portada principal se encuentra en el muro Norte y se compone de cuatro arquivoltas de moldura redonda y otras dos abocinadas que apoyan sobre tres parejas de columnas con capiteles lisos intercalados entre pilastras sobre podio elevado.
En el tímpano, un Pantocrátor en mandorla rodeado del Tetramorfos que descansa sobre dintel con crismón trinitario centrado.
Destaca en el exterior su torre pórtico, adosada, abierta con tres arcos apuntados de gótico primitivo.
Que comunica con el templo por puerta de arco de medio punto descentrada.
Presidiendo el altar, una réplica de aquella imagen de Nuestra Señora la Blanca que datada en el siglo XIV se veneraba en su camarín hasta el siglo XVIII en que desapareció. ¡ Qué queréis que os diga. A mi eso de que se llame " la Blanca"...!.
Me tuve que acabar mordiéndome la lengua cuando me enteré que es que se trata de una talla en madera de tilo que se oscurece con el paso del tiempo. Así que me pasé callado el resto de la comida que estos se pegaron justito frente al templo en un restaurante donde el precio, calidad y amabilidad de la dueña estaban a la par.