La subida a la abadía del Canigó comienza en la localidad de Castell, ya que dejado el coche en el parking del pueblo hay que comenzar una subida a pie de dos kilómetros.
En la subida podemos disfrutar de la visita al templo románico de San Martí le Vieux, antigua iglesia parroquial abandonada en el siglo XVII que, desaparecida entre la vegetación, acabó reconstruida en 1978 dejando a salvo los originales inferiores de templo y campanario.
El templo de Sant Martí de Casteil, edificio del siglo XI de extrema sencillez
nos acoge también en el ascenso con puerta abierta.
Liberada del clásico cerrojo de la zona.
Permitiendo disfrutar la contemplación de su nave única
sencilla pila bautismal.
Y su coro decorado en la reforma de 1978 que mantiene unas pinturas sobre toda la nave que en nada rechazan los sentimientos estéticos.
Llegamos a la abadía del macizo del Canigó, símbolo de la nacionalidad catalana desde que el poeta de Folgueroles y padre de las letras catalanas, Jacint Verdaguer, escribiera su poema épico
que removió conciencias y recuperó de las ruinas y del olvido centenario a este cenobio.
En el año 1000, Wilfredo II, Conde de la Cerdaña y el Conflent, funda este monasterio al que dota de tierras de pastos para subvenir la infertilidad del paraje. La abadía se consagra en 1009 instalándose una comunidad por más de 774 años hasta su abandono en 1783 y que se revitaliza en 1988 por una comunidad católica mixta fundada en 1973 por dos matrimonios con el nombre de Las Bienaventuranzas que son hoy los encargados de su mantenimiento y programarte una visita guiada plena de restricciones en el campo fotográfico.
Su reestructurado claustro se abre al lateral en forma de galería para aligerar el peso de la estructura manteniendo capiteles y columnas originales.
donde una preciosa colección de leones, hombres con aves, procesión de monjes, figuras femeninas en danza de cimitarras,...., se dan cita
sostenidas por basas en la que predomina decoración del gallo como mensajero de la vigilia del monje.
La iglesia inferior, con robustos pilares de columnas graníticas hace función de cripta para enterramiento de abades
La iglesia superior, una belleza románica conservada de origen que con diez columnas y dos pilares, mantiene la bóveda de cañón que cierra su planta basilical.
que provista de ábside y tres absidiolos
remata en imponente campanario bajo el que, enfrentados, se encuentran las tumbas de Wifredo y su esposa, pues allí vivieron como monjes quince años.
Y como no pudieron dejarme entrar, para consuelo mío solo me ofrecieron la visita a su Mirador, ¡que algo es algo y menos dan estas piedras románicas!