Templo de Santa María
Difícil e inseguro siempre el campo de la toponimia si no se basa en seriedad que deje aparte apreciaciones sintomáticas que acaban por retorcer y desfigurar los nombres. Digo esto porque Canellas y el insigne Jaime Cobreros afirman que Chalamera de Salam o Salamera deriva de "salam", paz, sin tener en cuenta que ya en época medieval Chalamera se cita con CH, o con X. Como no lo tenía muy claro mi mascota humana, lo llevé para que comprobara que la voz vasca, sin retorcimiento alguno, de "Txalamera", recuerda en euskera a campo de matorrales y jaral y corresponde mejor a su área paisajística.
Raíces históricas nos hacen comprender que ya en época romana tuvo castillo de guarnición para proteger la vía de los ríos Cinca- Alcanadre y, posiblemente, junto a la ribera, templos visigóticos que se citan como templos mozárabes de Santiago y Santa María de Chalamera, dejando incluso apellidos arábicos en la zona como "Salmero" ( oriundo de Xalamera). Las huestes cristianas de AltoAragón, al mando de Sancho Ramírez, toman Monzón en 1089 y en agosto de ese mismo año otorga carta dotal al obispo Raimundo Dalmacio de Roda entregándole "las iglesias de Santiago y Santa María de Chalamera para su jurisdicción y de sus sucesores". Chalamera, zona fronteriza, es objeto de deseo entre los árabes de Fraga y el Conde barcelonés Berenger III en que su dominio se alterna. En 1141 tenemos el documento de su definitiva conquista: " anno quando fuit capta Chalamera et prenderum eam illos seniores de terras de Caragoca", entregándolo el 27 de noviembre de 1143 a la Orden del Temple para asegurar sus fronteras. Fundaron cinco monjes guerreros este priorato que dependió de Alaón y del que solo hoy conserva el templo consagrado por San Ramón de Roda el 8 de noviembre de 1123.
El templo de Santa María de Chalamera es un ejemplar románico de cruz latina y una sola nave de finales del siglo XII con restos visigóticos, que descansa sobre pilastras adosadas, sin columnaje, con refuerzo de arcos fajones.
Tiene tres ábsides al Oriente con tres ventanales. El ábside central, adornado de preciosos capiteles, revela en su interior restos de pintura de la Anunciación.
En el crucero, cimborrio sin trompas como torre iluminada señal de peregrinos a la que puede accederse por escalera de caracol.
La portada de medio punto con seis arquivoltas como Sigena y Tolva con figuras de hombres y animales.
Sobre ella, un ventanal que reproduce la portada en miniatura sobre el que monta espadaña muy posterior.
Su pavimento de piedra limpia sin pulir, primitivo suelo.
Losas visigóticas funerarias en su interior.
La que sustenta el altar con leones mirando de frente y decoración vegetal.
Restos del coro monacal en pilastras del crucero con ranuras talladas a los muros anuncian su apoyo a los sitiales de la monjía.
Al Sur, su portada pequeña pero elegante con ménsulas que soportaron el maderaden y que servía de acceso a los monjes al templo.
El interior con púlpito superior central
Bajo una bóveda que preside la Virgen de la O en su actual imagen que sustituyó a la destruida románica sedente y que ahora, de pie, sostiene al Niño.
Bóveda que, sostenida por pilastras ilustradas, sus capiteles impresionantes no olvidan el rito del pavón
ni la sirena
En su exterior, cabecitas interrogantes rodeadas de sus circunstancias vitales.
Aquellas que pregonan la injusta masacre, nunca disculpada, de los últimos Templarios en nuestro país.
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