GRAN GUÍA TEMPLOS ROMÁNICOS
Templo de San Pedro y San Pablo
Topónimo de lugar en cuesta o en altozano, el nombre de esta localidad burgalesa aparece mencionado en 1181 cuando Pedro Martínez de Gradella confirma un documento de venta al arcediano de Burgos, Marino. De difícil clasificación escolástica, su templo románico de finales del siglo XII, contiene trazos de la escuela de Bureba en su ábside aunque el resto responda a pautas de la escuela silense. Allí que aterricé aquel verano de 2010.
Es un edificio de sola nave con muros de sillería con cuatro tramos separados por fajones que se cubre con bóveda de medio cañón apuntada. Su elemento más notable es la fachada meridional en la que la cornisa soporta canecillos
de cabeza con barba y melena en sugerente escorzo,
y figura humana agachada con gorro frigio.
En los capiteles, dos sirenos y grifos enfrentados
cuadrúpedos descabezados y sirenas con diadema perlada.
En el tímpano, enmarcado por arquivoltas apuntadas y profundos lóbulos,
está presidido por un busto sedente de la Virgen - con desproporcionada cabeza que no es la original-, a la que coronan dos ángeles.
Gabriel, arrodillado, anuncia a María su devenir
mientras un somnoliento José se apoya en el cayado.
San Pablo, a la izquierda del espectador, despliega una filacteria
y San Pedro, a la derecha, exhibe llaves y libro.
En la ventana occidental, capiteles con leones pareados
y un tímpano en la otra que se decora con león de perfil y agachado
que se soporta en columnillas con capiteles de grifos
y águilas con cuellos enlazados.
En el pódium de esa cuesta, me dejaron atado cachondeándose.