GRAN GUÍA TEMPLOS ROMÁNICOS
Templo de San Martín
Coronado por el paraíso selvático de Oza y regado por las aguas bravas del río Aragón Subordán, Hecho y su valle conforman en el Pirineo occidental aragonés un espacio de bellos y frondosos paisajes que encierran una original arquitectura tradicional.
Hecho - o Echo-, es una cuidada y pintoresca villa que refleja fielmente sus tradiciones. En sus fiestas, los habitantes de este pueblo de la Jacetania exhiben trajes típicos de siglo XVI. Hablan un dialecto altoaragonés, el "cheso" que recuerda su abolengo. Bien lo sabía Alfonso I el Batallador que vino a nacer en el próximo monasterio de Siresa y durante una de sus cacerías fue salvado por los lugareños antes de morir en la garras de un oso.
Casas de gruesos muros de piedra con tejados inclinados de teja plana soportan el peso de las abundantes nevadas mientras sus fachadas se abren en balconadas floreadas para la chimenea cónica.
Subiendo hasta la plaza se encuentra su templo de San Martín que, si bien de origen románico, las reformas posteriores únicamente dejan advertir detalles como el cilindro absidal
o la espadaña original con los dos vanos del lado norte
Canecillos lisos en la cornisa original
Al lado norte del muro exterior, antigua lápida con motivos heráldicos del pueblo.
De las dos entradas, una con pódium,
accedemos por la cobijada por pórtico moderno buscando refugio de la incesante lluvia de aquel mes de marzo...
El interior, muy reformado, con nave central y crucero de bóveda de cañón y de arista en los lados con pilares cruciformes que preside ábside ocupado por retablo del siglo XVIII, sustituyendo al quemado en la Guerra Civil y que presenta en su centro a San Francisco recibiendo sus estigmas y al patrón San Martín partiendo su capa rematados por un Calvario en la parte alta. Planta de tres naves, la central superando las laterales con cúpula sobre pechinas
Restos que hablan un lenguaje de signos mudos de la antaña grandiosidad de un pueblo con sabor- y de los más bellos del país- que ha sabido mantenerse en pie a lo largo de siglos reclamando la atención de cualquier tipo de peregrino o del simple turista.