Este pequeño pueblo burgalés, situado en la confluencia del arroyo de la Pucheruela y el río Salón, aparece citado en el Libro Becerro de las Behetrías como "La Çerca", lugar de la Orden de San Juan de Jerusalén y solar que fuera de Lópe Garcia y de los poderosos Salazar, en sempiterna lucha con los Velasco, saliendo de allí sus huestes para la batalla de Villatomil. De su esplendoroso pasado, hoy solo queda el templo gótico con ábside románico de Nuestra Señora de la Asunción del siglo XII.
Por el exterior, la nave está oculta por edificaciones añadidas. El tramo recto del lado sur dispone de arco ciego de medio punto con decoración de puntas de clavo o botones florales.
El ábside aparece articulado por tres columnas de entrega
con capiteles de hojas de acanto, lucha de jinetes y escuderos con lanza
y se remata con alero de canecillos geométricos que sobrevivieron al recrecimiento del muro.
En cada uno de sus paños, un vano, dos de ellos cegados, presentando la central un capitel de la Pesca milagrosa que, milagrosamente, navega sobre el vacío que produce su lamentablemente estado ruinoso de conservación.
En el interior, una nave, un ábside semicircular y una torre a los pies con pequeño nártex. El ábside, considerablemente elevado respecto a su altura original, conserva en penoso estado un relieve rectangular policromado incrustado en su bóveda con el Pantocrátor rodeado del Tetramorfos en el que destacan los ornamentos sacerdotales de Cristo y su corona.
La ventana absidal, de medio punto, se decora con el Pecado Original.
En el arco triunfal, doblado y de medio punto, apoya sobre tripes columnas a cada lado que se resuelven en capiteles: a la izquierda el Anuncio de los pastores con cuscullos acompañados por ovejas y perro
Mientras el de la derecha muestra dragones, arpías y seres fantásticos bajo cimacio de bustos humanos.
La ventana central del ábside, aunque cegada, muestra decoración escultórica de sumo interés.
Se cubre la cabecera con bóveda de horno en el tramo curvo y de medio cañón en el presbiterio.
Hicieron desaparecer los muros presbiterales para aperturar capillas laterales posteriores.
Y, para concluir, su pila troncocónica de una pieza.
Acércate, pues, amigo/a a contemplar La Cerca porque su fin puede estar cerca. ¡Allí..., donde se afilan los cuchillos!