Revista Viajes
Después de recorrer la mayor parte del casco histórico de Edimburgo -leer aquí la entrada de Edimburgo- y de callejear por las inmediaciones de la Royal Mile, nuestro siguiente objetivo era ascender la colina del Parque Holyrood para poder disfrutar de las privilegiadas vistas panorámicas de la ciudad, y hasta del Mar del Norte. El ascenso es bastante fácil de realizar y tampoco requiere estar en gran forma física, y además sus caminos están en buen estado. Eso si, en ocasiones pueden estar bastante concurridos, pero el premio es fantástico.
Justo frente a la colina del Parque Holyrood se alza el impresionante Palacio de Holyroodhouse. Desde hace más de 500 años esta construcción en estilo barroco ha servido de residencia real de los reyes de Escocia aunque hoy en día sirve de residencia estival de la Reina de Inglaterra en actos oficiales. Para el disfrute del tiempo de ocio la Reina parece seguir prefiriendo Balmoral en Escocia. También a los pies de la colina se alza el extraño edificio repleto de volúmenes que da cobijo al Parlamento Escocés y que fue diseñado por el arquitecto español Miralles.
Agudizando la vista es posible contemplar la desembocadura del río Forth y los barrios residenciales de Edimburgo. Al oeste, surgiendo en el horizonte, el majestuoso Castillo de Edimburgo contemplando los siglos pasar y vigilando desde las alturas los designios de esta preciosa ciudad. Y justo frente al Parque Holyrood se encuentra la Calton Hill, la colina que alberga algunos interesantes monumentos como el dedicado a Nelson o el National Monument, un curioso intento de recrear el Partenón de Atenas como homenaje a los muertos en las guerras napoleónicas y que quedó inacabado como se puede apreciar en la foto de abajo. Algunos dicen que si por falta de fondos.
La horas pasaban demoledoramente y había llegado el momento de ir a ver que se "cocía" por la parte más moderna y comercial de Edimburgo. En esta zona las calles amplias y sus numerosos comercios dotan de vida la ciudad, de gente en sus quehaceres diarios y no sólo de turistas. Eso también se nota en la circulación de coches y autobuses lógicamente. Pero lo que es una visita inexcusable y que todo viajero que pase por Edimburgo no debe obviar es es una parada ante el Monumento Scott. Este monumento fue erigido como homenaje al escritor Walter Scott y es un ejercicio maestro para poder conocer en detalle cómo es el gótico victoriano. Una de las fotos típicas de Edimburgo sin lugar a dudas.
Dos estampas muy distintas desde dos puntos de vista diferentes y opuestos. Por un lado las vistas de la ciudad baja, de la moderna zona que alberga la oferta comercial de la ciudad. Por el otro las vistas que desde la zona más moderna nos deslumbraron del Castillo de Edimburgo, la impresionante fortaleza de la ciudad encaramada a las rocas, magnífica.
Y ya casi sin tiempo para más nos encaminamos hasta la estación de trenes para regresar a South Queensferry, Abandonamos Edimburgo asombrados con su especial belleza y justo en el momento en que comenzaba a caer una fina y molesta lluvia. Ya me extrañaba a mi que que no nos hubiera caído ni una sola gota hasta ese momento, y que hasta el sol quisiera brillar a ratos en esta ciudad donde el musgo es un elemento más en sus calles y aceras. Una vez llegados a South Queensferry dimos un corto paseo por el pueblo y ya nos dispusimos a regresar abordo del "Caribbean Princess" ya que el tiempo comenzaba a estar desapacible.
Un último vistazo al magnífico Puente Forth Bridge y el crucero comenzaba a abandonar el estuario del río con el fantasmagórico perfil del Castillo de Edimburgo difuminado por la fina lluvia. Teníamos por delante casi dos días de navegación hasta recalar en la última escala de este fabuloso crucero alrededor de las Islas Británicas, la ciudad francesa de El Havre.
Posted in: Crucero Caribbean Princess por Islas Británicas , Reino Unido Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook