Revista Cultura y Ocio

Edith Stein, testigo de esperanza

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Edith Stein, testigo de esperanzaPaqui Sellés, ocd Puçol

Celebramos hoy la fiesta de Edith Stein, en el marco del Jubileo de la esperanza que tiene como lema: “Peregrinos de esperanza”. Y podríamos preguntarnos: ¿en qué tenía fundada su esperanza Edith Stein? ¿Cuáles fueron sus profundas motivaciones para vivir esperanzada a lo largo de sus 50 años de vida?

En este pequeño escrito quisiera recoger algunos de los aspectos que la llevaron a vivir centrada en esta gran virtud teologal de la esperanza que atraviesa este año jubilar.

Vamos recordar, en primer lugar, su infancia y juventud, tiempo en que ella misma soñaba con un gran futuro, y así decía: «En mis sueños veía siempre ante mí un brillante porvenir. Soñaba con felicidad y gloria, pues estaba convencida de que estaba destinada a algo grande y que no pertenecía en absoluto al ambiente estrecho y burgués en el que había nacido».

En su familia, era considerada una persona privilegiada y no solo por la posibilidad de acceder a estudios universitarios, al igual que su hermana Erna, sino por sus dotes intelectuales por las que era muy estimada, tanto en el ámbito familiar como en el escolar. Así escribe a su hermana Erna: «A veces tengo la sensación de que todos vosotros me sobrevaloráis en exceso, lo que hace que me sienta muy avergonzada. No soy una santa y tengo mis horas bajas como cualquier otro. Por otra parte, creo que no es indispensable para un santo renunciar a todos los deseos y esperanzas y a todas las alegrías del mundo. Todo lo contrario: estamos en el mundo para vivir, y todo lo bello que hay en él hay que tomarlo con agradecimiento» (Friburgo, 23 de julio de 1918).

Su extraordinaria personalidad podría llevarle a ver pronto realizado este futuro de gloria que soñaba, aunque como iremos viendo, estos primeros sueños fueron transformándose y acrisolándose con el pasar del tiempo.

En plena I Guerra mundial, Edith sigue dejándose llevar por la esperanza de que pronto terminará y podrán gozar de la tan ansiada paz: «Tengo la firme confianza de que en verano esto habrá terminado. No es una esperanza motivada únicamente por la manera de hablar de nuestro Gobierno, sino que tiene el carácter de una conciencia que se funda en la experiencia, y yo lo incluyo en la categoría de “principio de todos los principios”. Así pues, ya no estoy en absoluto cansada, sino colmada de una alegría, contra la cual todos los ataques “humanos” no pueden competir» (Carta a Roman Ingarden. Friburgo, 1 de febrero de 1917).

Un año después, en otra carta que dirige a su compañero de estudios en la Universidad de Gotinga, Roman Ingarden, le confiesa su estado de ánimo transido de esperanza, procedente de las posibles reformas sociales del gobierno, entre las que se encontraban el derecho al voto de las mujeres. Dice así: «Espero que el mensaje pascual de nuestro emperador (Guillermo II) haya producido también en usted una consoladora impresión. Si bien es verdad que no contenía nada especial para usted, sin embargo ahora uno puede estar tranquilo sobre la posición del Canciller. Y, en consecuencia, todo el rumbo debe suscitar esperanzas. Que aún existen grandes dificultades, esto es algo que yo también tengo muy claro. Creo que si estuviera aquí, acabaría con su pesimismo. Desde luego no soy una optimista ingenua. Antes, incluso, era muy propensa a ver solo el lado oscuro de las cosas; ahora, en cambio, trato de descubrir también lo positivo que hay detrás. Así uno puede reconocer claramente todas las contrariedades de la existencia y sufrir por ello como corresponde —en ese caso pierden fuerza y ya no pueden vencer a uno— (Friburgo, 1 de abril de 1917).

Esta esperanza, fundada en las decisiones de un gobierno que llevara a cabo proyectos sociales, llevó a Edith a dedicarse a la lucha por el voto femenino e incluso se implicó en política, afiliándose al Partido Democrático alemán. Pero, pasado un tiempo, se sintió decepcionada y lo abandonó. Siguió concentrada en sus estudios en la Universidad de Gotinga, adonde marchó impulsada por la lectura de las Investigaciones lógicas de Edmund Husserl, para poder profundizar en la fenomenología, que el Maestro exponía en dicho centro docente. La Universidad, su “alma mater”, será donde Edith irá encontrando personas que le ayudarán a vislumbrar ese sentido de la vida y de la persona humana que andaba buscando con todo empeño.

Uno de los momentos más interpelantes en la vida de Edith fue el encuentro con Ana Reinach, tras la muerte de su marido en la guerra (16 de noviembre de 1917). Fue un acontecimiento que sacudió interiormente a Edith porque se encontró a una mujer sostenida por la esperanza en Cristo muerto y resucitado. ¿Empezaría Edith a vislumbrar el valor de todo sufrimiento, unido a Jesús?

El signo de la cruz, que para los judíos constituye un escándalo, es el signo característico de una mujer que ha ido descubriendo dónde radica la fuerza y la esperanza de todo ser humano. Ella soñaba con un porvenir glorioso humanamente hablando, pero fue reconociendo en su vida que todo acontecimiento, fuera del signo que fuera, tenía sentido a la luz de Cristo. Y así, la raíz de su verdadera esperanza la cimentó en la cruz de Jesús que le hizo exclamar: Ave crux, spes unica.

Edith nos enseña a abrazar como única esperanza la cruz, siempre unida a la de Jesús, sin la cual, no tendría sentido la nuestra.

Termino con unas palabras de nuestra hermana que iluminan el camino de esperanza para todo ser humano que desea dejarse amar y transformar por la fuerza de Jesucristo muerto y resucitado: «Cuando, llenos de confianza, hemos depositado toda la penuria de la vida terrenal en el corazón divino, entonces dicha penuria se verá asumida en ese corazón, y nuestra alma será libre para participar en la vida divina: nosotros caminamos al lado del Redentor el camino que Él ha recorrido en este mundo durante su vida terrenal, y que todavía recorre con su permanencia mística, con los ojos de la fe hasta penetrarnos en los misterios profundos de su vida oculta en el seno de la divinidad. Por otra parte, esta participación en la vida divina posee una fuerza liberadora que quita su peso a las cuestiones terrenas y nos regala ya en esta temporalidad una parte de eternidad, un fulgor de la vida divina, un camino en la luz».


Volver a la Portada de Logo Paperblog