Editorial: descargando la libertad

Joseba Morales + Doc Pastor

1984 es la gran novela de ciencia ficción de George Orwell, en la que se presenta una sociedad formada por gente que ya no piensa, y por un gobierno que vigila a sus ciudadanos para que no se les ocurra pensar.

Últimamente parece que el mundo se va acercando cada vez más a utopías como la anterior, gobiernos que quieren controlar a sus ciudadanos, no sea que hagan cosas que no les gustan. Recientemente hemos visto como uno de los portales de subida y descarga de archivos, megaupload, ha sido cerrado y su máximo responsable detenido por el FBI, acusado de varios cargos que le supondrían una condena de 50 años de cárcel.

Lejos de entrar a jugar sobre la moralidad de dicha página, de la que se dice se lucraban sus responsables a costa de derechos ajenos, megaupload era el portal de descarga más utilizado por los internautas. Es cierto que la mayor parte de su uso derivaba de compartir obras audiovisuales con derechos de autor, pero también se da el caso de gente que utilizaba el gestor para intercambiar archivos de creación propia o incluso documentación para mandarla de forma fácil.

En este sentido, el cierre de megaupload sólo ha tenido en cuenta la parte en la que, gente ajena a la organización, lo utilizaban para realizar intercambio de material bajo propiedad intelectual, y se ha obviado de forma flagrante al resto. ¿Acaso se cierran tiendas de cuchillos porque un par de locos los utilicen como armas? Nos parecería una situación más que absurda, ya que la instrumentalización deriva de sus usuarios.

Los gobiernos se están poniendo de parte de las empresas privadas a costa de pisotear los derechos de los ciudadanos, en una cruzada por intentar hacer ilegal algo que nunca lo ha sido, mediante el uso del terror, haciendo ver que el que descarga material protegido es un “pirata”, un “pendejo” y un “criminal” que convierte a España en la “Somalia de las descargas” (las comillas son citas reales).

El problema es que en el momento que se sienta un precedente ya no hay marcha atrás.

Ruta 42

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