Ilustración de Carcayú usando el logotipo de Creative Commons
Hace escasos días un miembro de esta gaceta lanzó una pregunta a uno de los dirigentes de uno de los periódicos con mayor tirada a nivel nacional a través de Twitter, ya que acostumbra a jactarse del buen uso que le da a la conocida red social: si iba a sacar un posible futuro libro bajo licencia Creative Commons.
La respuesta dejó anonadado a todo el equipo redactor, pues se trató de un más que escueto, y casi irrisorio, "¿Qué son las Creative Commons, milady?" Dejando a un lado el término que cayó en desuso en tiempos decimonónicos, lo preocupante y chocante es el desconocimiento del medio digital por parte de uno de los pesos pesados de la información.
Para los no doctos, y en palabras de Enrique Dans, cabe matizar que “si denominamos negro al copyright y blanco al dominio público, Creative Commons recoge la enorme gama de grises que existen en el medio de ambos.” Esto da pie a un sinfín de opciones, comerciales o no, dirigidas a mejorar la experiencia tanto para creadores como público.
De este modo queda claro que CC no es el último capricho digital para escribir guiones en un portátil Mac mientras tomas café en el Starbucks, sino que se trata de una opción muy seria que día a día gana más fuerza, sobretodo por el apoyo de sus más que contentos usuarios.
¿Cómo es posible que uno de los grandes jefes de la prensa desconozca la existencia de esta licencia? Es más, la verdadera pregunta debería ser ¿cuántos de los nombres claves del panorama español, ya no sólo de los mass media, sino en general, se han convertido en dinosaurios atrapados en plena era digital?
Visto lo visto, no resulta extraño ver cómo algunos líderes pretenden poner vallas al campo, tratando de “cerrar Internet” con medidas y protestas ridículas, mientras se quejan de lo mal que va el mundo, de la necesidad de un progreso que, eso sí, no necesite de ningún esfuerzo por su parte.
Y para colmar la situación, el mutismo periodístico no hace sino dar paladas de tierra fresca en la tumba que están cavando los fósiles estrechos de miras que se resisten a convertirse en petróleo y dejar que ahora sean los mamíferos quienes dominen el planeta.
El periodismo se está convirtiendo en una profesión prostituida. Demasiada gente se cuelga la medalla sin merecerla, muchos que lo fueron en otros tiempos están demasiado ocupados recreándose en el ombliguismo como para perpetuar la grandeza de su trabajo, por no hablar de quienes claman pertenecer al sector de la información sin formación alguna que los ampare y desinformando más que otra cosa.
Afortunadamente, contamos con herramientas como Creative Commons para intentar dar un paso adelante.