Revista Cultura y Ocio
Carcayú + Doc Pastor
El cine es un arte. Esta es una sentencia muy escuchada y que difícilmente puede negarse. Muchas obras dan fe de ello y han sido alabadas por la crítica. Pero también es un negocio, mucha gente vive de ello, en ocasiones parece que las dos facetas están enfrentadas y tienen una complicada convivencia. ¿Es lo uno o lo otro?
Cuando el público acude en masa a ver Los Vengadores o Men in black III, no espera un filme introspectivo con largos planos o diálogos profundos, sabe bien qué va a encontrarse y es eso precisamente lo que quiere. No es ni bueno ni malo, y de hecho esos dos títulos son películas muy recomendables de ver que han logrado el favor de la taquilla y de los estudiosos. No por ser un producto comercial se es automáticamente palomitero o malo, es un error ese pensamiento.
En el otro lado se puede situar The Artist, una cinta que responde sin duda al apelativo de cine de autor. Su forma de narrar, el contar una historia personal (que no biográfica, un punto que en ocasiones confunde y que debe tenerse en cuenta), además de la experimentación que es presentar un producto mudo en blanco y negro, todo ello confluye para que no sea considerada un producto que meramente pretende una gran recaudación. Y con todo ha logrado, también, el beneplácito del espectador y la aclamación de la crítica.
Pero esto no siempre es así. En ocasiones parece que tener el reconocimientos de los que se sientan en las butacas es casi un desprecio, y que si se logra pasar con el aprobado del experto se ha logrado el éxito. Aunque claro, que le digan esto a George Lucas mientras se baña en su montaña de dinero, o a nuestro patrio Santiago Segura.
¿Acaso estos dos señores no hacen cine de autor? La respuesta debería ser sí, en el momento en que se entiende por esa idea el contar la historia que uno quiere y de la forma que le parece más adecuada. En el caso del creador de Star Wars además encontramos que es realmente de los pocos cineastas independientes que existen, con su propio equipo, dinero, empresa de efectos especiales y un largo etcétera que no hace falta poner aquí. Su producto podría encuadrarse en comercial, claro, eso es cierto, pero lo cortés no quita a lo valiente y pretender que tengan una valía menor por ello es un sinsentido.
En España cuesta entender que Spielberg sea un director muy personalista o que Cameron cuente siempre historias sobre la fortaleza de la mujer, a Sarah Connor o Rose me remito, ya que no se tiene conocimiento real de cómo funciona la industria de Hollywood, más que nada por no tener aquí una y tampoco se termina de tener claro si se querría. El que existieran estos procesos de producción quitaría de un golpe a más de un cineasta, se llevaría muchas de las subvenciones (o todas), y se crearían productos más orientados a un sector generalista y no a un pequeño grupo.
No hay que olvidar que ante todo el fin de un filme es llegar a la pantalla y que sea visto, igual que el de un periodista es ser entendido por sus lectores o el de los payasos lograr la carcajada entre las butacas. Si no se logra, ¿es un fracaso? Depende del punto de vista, ¿pero es justo premiar a realizadores que no piensan en el que está al otro lado de la pantalla? Si desean hacer algo solo para ellos tienen todo el derecho, pero también el de pagarlo de su bolsillo.
Y luego llega la noticia de Paco León, con su interesante forma de estrenar Carmina o revienta en cine, DVD y Filmin. Un claro, y muy inteligente intento, de llegar al espectador de la forma en que este quiera, no obligando a tener que ir hasta la sala y dando la opción de poder tenerlo directamente en casa o ya en un disco que guardar en la colección.
El cine es un arte, que sin el soporte económico de un negocio estaría destinado a desaparecer irremediablemente.
Ruta 42Blog - Más publicaciones