Revista Política
La idea con la nace la UE es una mezcla de idealismo y realismo cuyo resultado ha sido el mayor éxito en la integración del continente y el mayor período de paz entre sus socios.En el plano de las ideas se basa en la necesidad de evitar a toda costa otra guerra a gran escala, para lo que era necesario establecer algún mecanismo de cooperación entre los distintos países del continente.En plano de la realidad se basa en las necesidades de Francia y el Benelux de neutralizar a su ancestral contrincante, Alemania. La forma en que éstos, con Schuman y Monet a la cabeza, vieron de neutralizar el potencial alemán (y a la vez disimular las debilidades de Francia) era internacionalizar el potencial alemán al servicio de un proyecto común del que Francia sería una pieza clave.Obviamente, en el puzle europeo de posguerra el Reino Unido tenía todo que decir. Aunque exhausto por la guerra y con un peso global en retirada, el prestigio británico en el continente era enorme. Se había enfrentado en solitario al coloso hitleriano en pleno apogeo mientras las grandes potencias mantenían una posición ambigua.Alemania tenía mucho que ganar con el proyecto europeo (todavía sin definir), puesto que le sacaba del ostracismo internacional al que un país dividido, destrozado y culpable había relegado. Le daba un lugar protagonista en una organización de ámbito europeo y le permitía mantener una política exterior propia ligeramente al margen de la política bipolar de la Guerra Fría.Para Francia era una oportunidad en toda regla, que le permitía poner el potencial industrial alemán al servicio de un objetivo común y, al igual que la RFA, le permitía diseñar una política exterior a su medida alejada del atlantismo por el que se decantaba UK.Así el proyecto europeo comenzó a andar con una autoridad que ponía en común la producción del carbón y el acero de los dos países continentales. La CECA aunó también a los países del Benelux y a Italia. se había sembrado la semilla de la CEE.La Unión, por tanto, se trata de un proyecto esencialmente económico, pero con fines políticos claros. Esos fines políticos son los que quieren obviar los británicos. Pero la economía era el medio para conseguir una serie de fines, de los cuales el de mayor importancia era eliminar la amenaza de la guerra del continente. Obviar los fines políticos que permitieron al continente a dar el paso de sacrificar su soberanía en aras de la paz y la prosperidad es el error que está llevando a Londres a aislarse aún más.La actual crisis económica, puso en evidencia las carencias de la arquitectura del Euro. Se había empezado la casa por el tejado con la moneda única y mientras el sol de la bonanza lucía no se había evidenciado los fallos. El anterior presidente de la Comisión, Romano Prodi, llamó la atención sobre el hecho de que la moneda única iba a obligar a sus miembros a una mayor integración, bancaria y fiscal. Pero no se hizo hasta que la tempestad estuvo encima.Y como dice el refrán, a río revuelto, ganancia de pescadores. Alemania fue la gran beneficiada de la crisis económica. Sumida en un estancamiento en la primera década del siglo XXI, las reformas de la agenda 2010 basadas en flexibilidad laboral y moderación de salarios permitió que saliese fortalecida y ahora en época de penurias generales aguantase mejor el tipo.Las reformas del SPD permiten a Alemania ostentar una posición de fuerza e influencia que antes compartía con Francia. Pero Alemania, aun hoy en día, no ha traducido esa influencia y esa fuerza en un verdadero liderazgo.Alemania no está ejerciendo un liderazgo en el seno de la UE. Se está limitando a actuar de forma mafiosa para influir en la actuación de cada gobierno soberano. Usa el tamaño de su monedero para fijar las políticas fiscales de todos y cada de los países en dificultades. Maneja la política monetaria en interés de los países del norte de Europa, mientras que el sur se hunde en una mezcla de su crisis cocinada en casa y los ingredientes adversos recetados por Berlín.Hay algunso partidos euroescépticos que están llamando la atención sobre un indeseable liderazgo alemán de la Europa. En un primer momento yo mismo recelé de lo que se llamó "un plan alemán para Europa" o "una Europa cada vez más alemana" puesto que la última vez que Alemania tuvo un plan para Europa salió bastante mal. Es ese complejo el que aleja a Berlín de un liderazgo eficaz.Liderazgo no significa solo tener la capacidad de liderar por su potencial económico o militar. El principal punto del liderazgo radica en la capacidad moral de actuar y, aunque suene raro meter en la misma frase liderazgo alemán y moral por las connotaciones del pasado, Alemania si quiere influir en sus socios debería ejercer ese liderazgo y no centrarse en meras prácticas mafiosas.El liderazgo se demuestra ejerciéndolo, tomando responsabilidades porque el líder tiene esa capacidad. Sus socios le seguirán (no digo que no haya discrepancias) porque el líder ha asumido los riesgos de ese liderazgo.Estados Unidos es, y seguirá siendo, el líder mundial porque solo ese país está dispuesto a asumir ciertos riesgos. China no es, ni será en un corto espacio de tiempo el líder mundial porque, a pesar de su creciente potencial económico, no toma riesgos en el papel de un mundo globalizado. Deja que sean las flotas de Estados Unidos repartidas por todo el mundo quien defienda las ruta comerciales de la que el gigante asiático se beneficia. Eso no es liderazgo, es gorronería.Alemania, ya sea porque no quiere correr riesgos ya sea por su el tabú que representa su pasado reciente no quiere ejercer el liderazgo de Europa de forma pública y categórica, así que lo esconde en formas de amenazas, de pactos de estabilidad y manda sus mensajes a través de sus adláteres holandeses o fineses.No estoy en contra de una Europa alemana, entiendo las virtudes germanas y creo que nos vendrían bien en los países del mediterráneo, pero Merkel debe entender que el liderazgo silencioso que está llevando a cabo está fracturando el continente en al menos dos partes. Está consiguiendo que el Reino Unido quiera replantear su postura en la Unión, precisamente cuando ésta es la Unión de los Estados-Nación que había soñado Thatcher.Ángela Merkel entiende muy bien que quien paga manda. Lo que no entiende es que mandar, el liderazgo, no son amenazas más o menos veladas. El liderazgo es compromiso y Alemania no quiere tomar el camino del compromiso porque se encuentra inmerso en sus complejos. Usa a sus adláteres holandeses y fineses para lanzar advertencias y apara saltarse los acuerdos tomados en los Consejos de la UE. Eso no es liderazgo. Por tanto, soy de la opinión de que Alemania carga con un gran lastre a la hora de desplegar su acción exterior, motivo por el cual la política europea es tomada como un brazo de la política doméstica. Demasiado grande para Europa, pero demasiado pequeña para el mundo, Alemania se nutre de la UE para desplegar una infliencia silenciosa. Pero la Comunidad Europea no necesita ese tipo de liderazgos cobardes. Si Angela Merkel quiere liderar Europa debería plantearse tomar responsabilidades y ejercer ese liderazgo de forma constructiva. ¿Europa? Bien dígame que número tengo que marcar. Había dicho Henry Kissinger para ilustrar la dispersión del poder en la Comunidad Europea. Pues ahora hay un número que marcar, el de la Cancillería del Reich, lo que pasa es que Merkiavello no se atreve a contestar al teléfono.