Esta semana hemos asistido a un nuevo pulso entre el PSC y el PSOE, pero un pulso un tanto distinto que no se circunscribe a una lucha interna de partido. La pugna entre el partido "hermano" del PSOE en Cataluña es una transposición del debate soberanista de Cataluña y su encaje en España. La pasada semana asistimos por primera vez a la ruptura de la disciplina de voto en el Congreso de los diputados donde más de una decena de diputados del Grupo Parlamentario Socialista (GPS), pertenecientes al PSC, decidieron votar a favor de una consulta sobre la independencia de Cataluña, a la que se opone la dirección Nacional. Ante este desafío se ha planteado en el seno del PSOE diferentes posturas, una renegociación de las relaciones entre el PSOE-PSC, dejarlo correr o una ruptura. Dejarlo correr es la opción que más atraería a Mariano Rajoy, pero es un asunto demasiado grave como para "hacer un Rajoy" puesto que pone en peligro la integridad del GPS y en duda el ya cuestionado liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba, más cuando en Galicia le ha salido otro frente. La ruptura es una postura por la que claman no pocos barones y líderes socialistas, entre ellos el artífice del pacto PSOE-PSC: Alfonso Guerra. Y es que ya son muchos los desplantes del PSC. Muchos barones han puesto de manifiesto que se la han jugado por la defensa del PSC y de la postura de Pere Navarro como para que ahora vengan con estas deslealtades. En menos de una semana el líder del PSC ha pedido la abdicación de SM y la celebración de un referéndum que pone en duda la unidad de la Nación española. No es de extrañar que algunos barones socialistas pidan la ruptura sin paliativos con el PSC. El problema es que la división del voto socialdemócrata en Cataluña es un lujo que el PSOE no se puede permitir. Los socialistas saben que sin Cataluña no podrán acceder a la Moncloa a medio plazo; tendrían que forzar o esperar a un cambio en las dinámicas electorales, algo tan incierto que les apartaría del poder muchísimo tiempo ante un monolítico PP. Un segundo problema lo apuntó el Catedrático constitucionalista Pérez Royo la semana pasada en El País, que el encuadre del PSC en el PSOE es una ramificación más del encuadre de Cataluña en España y que esta relación ha facilitado durante los años de democracia la normal convivencia de la autonomía en el conjunto del Estado. Así mismo ha posibilitado que el PSOE gobernase en seis de las nueve legislaturas que llevamos de la tercera restauración borbónica. Motivo por lo que creo que el debate trasciende la mera trifulca interna de partido.La ruptura es algo que el PSC tampoco se puede permitir, la creación de una Federación Socialista Catalana le restaría al PSC el voto de los emigrantes andaluces, extremeños o castellanos que, lejos de ser independentistas, votan al PSC como un reflejo del PSOE. En éstas últimas elecciones el PSC ya sufrió una merma de estos apoyos que huyeron a las filas de C's y, de producirse la ruptura, dejarían tan lejos al PSC del gobierno autonómico como al PSOE de la Moncloa. El problema es que el catalanismo es una esencia del PSC, que no del PSOE. Por ello Pere Navarro aduce que quedarse al margen del sentir por el "derecho a decidir" es quedarse fuera del escenario catalán. Lo que no dice Pere Navarro es que el "derecho a decidir" es una trampa nacionalista en la que el PSC está encantado de caer. Patxi López ya ha dejado bastante claro que es una postura que no comparten los socialistas, es más, en el País Vasco el PSE se opuso con fuerza a esta trampa. La negociación es la postura que, al menos de cara a la galería, defienden ambos líderes. Con estas cartas deben enfrentarse a un asunto de difícil solución, el encaje del PSC en el PSOE que, obviamente no puede seguir como está. Pero esta negociación debe desarrollarse en pie de igualdad y este encaje debe ser simétrico. Es absurdo que el PSC tenga miembros en la directiva Nacional del PSOE, mientras que éstos no tengan a nadie en la dirección del PSC. Si la relación, como defienden ambos líderes, es de hermandad, el PSOE también debería tener derecho a que sus diputados en el parlamento autonómico pudieran romper la disciplina de voto y votar en contra del "derecho a decidir".Personalmente opino que algo tan grave y que nos afecta a todos como la unidad de España no debe tomarse a la ligera y las negociaciones han de ser bajo la lupa de la estricta legalidad Constitucional. Un referéndum en solo una parte del Estado es incompatible con la Carta Magna, así como la secesión de una de las parte del Estado. Por lo que el PSOE no debe jamás consentir que su GP sea cómplice de un avance en esta dirección. Le pese a quien le pese, los partidos de gobierno en España son dos: PSOE y PP. Si el PSOE no quiere caerse de este selecto grupo y provocar un cambio en la estructura electoral de este país, que de un bipartidismo laxo evolucione hacia un sistema de monopartido, debe solucionar este debate con mucho cuidado. El Secretario General del PSOE no tiene una tarea fácil por delante, tiene una ventaja, no hay citas electorales a la vista y tiene tiempo para acometer esta labor. Pero una negociación puede tener éxito o no. Rubalcaba no debe temer que el resultado final sea la ruptura, sino Pere Navarro partirá con ventaja en la negociación. Mi opinión personal es que Rubalcaba tiene derecho a negociar, pero su postura ha de ser dura (que no inflexible) ya que no estamos hablando de un par de duros en subvenciones, sino de la unidad de España y con eso no se juega.