Revista Política
Editorial: propaganda, prensa libre y democracia
Publicado el 31 enero 2017 por Englishman @englandcourantLa confrontación entre democracia y autocracia ya no se libra en el campo de batalla sino en la conciencia de los ciudadanos. Sí, digo ciudadanos porque los habitantes de las autocracias son súbditos de sus regímenes y tienen una oferta que se limita a los medios de propaganda en manos del autócrata de turno. El campo de batalla real está en la mente y opiniones de los ciudadanos de las democracias occidentales. Términos como Postverdad o "alternative facts" tristemente han aparecido para quedarse y esconden una verdad muy simple: son mentiras, falsedades sin doblez alguna con una intencionalidad política de lo más espúrea: moldear una sociedad más cerrada, menos plural y más permeable a los delirios del autócrata de turno. El desprestigio de medios tradicionales se ha producido por motivos endógenos y exógenos. Las causas endógenas son conocidas y bien cacareadas por los agitadores populistas. Su cercanía al poder los hace sospechosos de partidismo y parcialidad. No solo eso, el hecho de que se trate de empresas privadas los hace dependientes de intereses económicos de los que no siempre escapan a la hora de informar. Esto merma su credibilidad y con razón. Conexiones políticas y económicas que son hábilmente aprovechadas por los enemigos de la prensa tradicional. Las causas exógeneas debemos buscarlas en los ataques de los que la prensa tradicional está siendo objeto. La mejor de las mentiras son las medias verdades, así que quienes tratan de desprestigiar a los medios tradicionales mezclan críticas legítimas sobre errores reales con una moralina que descalifica por completo su trabajo y su función para presentar la alternativa del diablo: medios al servicio de autócratas y con un programa político bien definido caracterizado por socavar los cimientos de las democracias occidentales. Se mezcla así el espionaje tradicional con la propaganda. Nada nuevo bajo las estrellas. Siempre hubo medios que eran simple propaganda, sobre todo durante la Guerra Fría ambos bandos hicieron gala de medios que no eran más que mera propaganda. Radio Free Europe o Radio Moscú son dos ejemplos. La BBC durante la II Guerra Mundial fue un instrumento de primerísimo orden al servicio de la victoria aliada. Pues bien, muchos de los que ahora defienden la postverdad hacen enconadas críticas a medios como Radio Free Europe a la vez que proponen y citan fuentes igualmente capciosas. Tampoco es vieja la estrategia política de desprestigiar al mensajero. Cuando el mensaje no gusta lo más sencillo es "matar al mensajero". Se consigue con ello centrar la atención en el medio y no en los hechos expuestos por éste, con lo que se hace una enmienda a la totalidad de las informaciones emanadas por éste. Además, en no pocas ocasiones son los propios medios libres los que contribuyen a su desprestigio al tirar unos contra otros víctimas de la dictadura de la audiencia y las ventas. Otro error en el que caen no pocos medios tradicionales, que es también usado por los defensores de la postverdad (o sea, de la mentira), es confundir información con opinión. Es muy sano tener una línea editorial y que ésta quede clara al lector para que éste sepa a qué medio se enfrenta. Pero mezclar la exposición de los hechos con la opinión o, peor, dejar en el tintero deliveradamente determinados hechos hace mucho daño a los medios tradicionales. En mi opinión el buen periodismo es que aquel cuya información va acompañada de un análisis riguroso y por artículos de opinión (bien delimitados) que el medio considere. No voy a entrar en un debate filosófico sobre la verdad o la objetividad. La verdad y la objetividad están en tela de juicio desde el momento en que eliges qué noticia va en portada y cuál a la página treinta. No, el principio rector de la prensa libre debe ser el rigor. Se puede ser subjetivo pero riguroso y aquí es donde han fallado los medios de comunicación empujados por la inmediatez. El gran problema al que se enfrenta la prensa es la inmediatez. En la era de Twitter y otras redes, el hecho de tener que ser los primeros en dar una noticia es lo que hace que los medios caigan en errores de bulto y pasen por alto los controles sus de calidad. ¿Como puede ser que El País tire por la borda su prestigio y su propio libro de estilo para publicar una foto de Chávez muriéndose? ¿Era necesario publicarla aunque la foto hubiera sido auténtica? ¿Qué añadía a la noticia? En un breve encuentro entre una periodista y Denzel Washington, ésta le preguntaba por las noticias falsas y Denzel, en una magnífica respuesta, le echa en cara la responsabilidad que los medios tienen de ser veraces y no solo vender algo los primeros sin importar si es bueno o simplemente cierto. Denzel hace una gran reflexión: "si no lees los periódicos no estás informado, si los lees estas mal informado", ahí radica la responsabilidad de la prensa libre. Una responsabilidad que jamás se echaran a sus espaldas los medios propagandísticos, puesto que éstos no tiene en el rigor o la verdad sus verdaderos objetivos. La prensa anglosajona tiene press ombudsman así como El País tiene el defensor del lector donde se publican periódicamente los errores o abusos que han sido detectado por los lectores. ¿Se imaginan a Rusia Today o China Daily News con alguna sección similar? A pesar de lo dicho, no toda la culpa recae, en mi opinión, sobre los medios. El público también tenemos nuestra parte de responsabilidad. No solo a la hora de ser lectores exigentes, sino también como consumidores tramposos. No queremos darnos cuenta que es necesario pagar por lo que consumimos. Estamos tan acostumbrados a leer la prensa en sus ediciones on line en abierto que ahora cualquier intento de cobrar por ello podría suponer una pérdida de lectores inasumible para el medio. Experiencia de ello fue la salida de El País online que, en un primer momento, fue de pago y se vio ampliamente sobrepasado por El Mundo como diario de referencia en internet. El experimento duró poco y le que costó mucho al diario en cotas de audiencia y presencia en la red. Por eso los diarios en España son reticentes a dar el paso hacia el muro de pago. Deberíamos acostumbrarnos a que la calidad hay que pagarla y el futuro de una prensa saludable pasa por buenos análisis y reportajes que lleguen al fondo de la cuestión. Algo que un humilde bloguero o un activista de Twitter no puede hacer. Como decía Denzel Washington, la responsabilidad de la prensa radica en ser veraz y no sólo rápido. No obstante, en España las suscripciones aún están empezando a ser asequibles. En esto los norteamericanos nos llevan ventaja. Fue el NYT el que se lanzó primero a la piscina y los demás medios se quedaron a ver cómo le iba al rotativo neoyorquino. Pero hoy el NYT se financia principalmente a través de las cuotas de sus socios más que de los anunciantes, lo que otorga a su audiencia un poder tremendo. El éxito del NYT fue tal que no tardaron en sumársele los grandes rotativos norteamericanos y hoy es norma lo que ayer era una excepción. En España plataformas como Orbyt de El Mundo o la más generalista Kiosko y más están dando pasos hacia suscripciones mucho más asequibles. Pero quienes demonizan a la prensa no se quedan ahí. Desde su púlpito de superioridad moral critican también a quienes consumimos esos medios como si de una droga tóxica se tratase, son apóstoles de auténtica verdad mientras que nosotros vivimos en una especie de matrix autoimpuesto, pero no quisiera que de estas líneas se concluyese que no hay que criticar a los medios de comunicación, es más, una sociedad sana debe de poner en tela de juicio los medios de comunicación a diario, así como a sus gobiernos, para empujarlos a efectuar de una forma rigurosa su labor de información-análisis-opinión. Pero no es una crítica a la labor o calidad de los medios a la que nos enfrentamos con la postverdad sino a un ataque al concepto mismo de libertad de prensa por parte de la propaganda. Quien defiende ese tipo de medios, esa forma de entender la información no esconden sus preferencias por modelos autocráticos y subordinados al líder, al partido o al Estado. No, es lógico que los medios tengan intereses económicos pero se deben al público y a la audiencia aunque sea para vender y eso los hace mejores que la propaganda. De ahí que estén siendo denostados por los populistas. Criticar a un medio de comunicación no es criticar la libertad de prensa, pero la crítica a la que nos enfrentamos por parte del populismo de uno u otro signo es a la libertad de prensa en su conjunto y eso menoscaba uno de los pilares de la democracia que es lo que buscan en último término los propagandistas. No es de extrañar que ante informaciones adversas suelan matar al mensajero y hasta orquesten campañas contra determinados medios. Los medios privados podrán tener conexiones empresariales y accionistas ante los que responder, pero se deben a su público. Si el medio deja de vender la empresa pierde y ahí es donde radica el poder de la audiencia. Por eso estoy radicalmente en contra de las subvenciones a los medios de comunicación, los hace rehenes del gobierno y cercenan su independencia. ¿Qué diferencia podrían entonces esgrimir ante Rusia Today o China Daily News? Solo que mantienen una línea editorial medio independiente, siempre que no sea muy molesta. RT o China Daily News son tan buenos en sus oficios porque su finalidad no es ser rigurosos. El rigor cuesta trabajo, esfuerzo y tiempo para crearse una reputación. No, su trabajo consiste en la propaganda, simple y llana, en ofrecer una versión capciosa de los hechos sin la espada de Damocles que supone el escrutinio público porque se dirigen principalmente a una audiencia predispuesta a desconfiar de todo, en busca de una postverdad que amolde las injusticias del mundo a un responsable al que podamos señalar y demonizar. La realidad suele ser muy compleja y multicausal. Analizar cada causa de forma rigurosa es el papel de la prensa libre, buscar un cabeza de turco es el papel de los propagandistas, una tarea, sin lugar a dudas, mucho más sencilla. Es muy dificil para cualquiera, sea un particular, pseudo partido o propagandista decir que defienden la mentira pura y dura de forma abierta. Por eso el neolenguaje del que no pocos políticos hacen gala les ha llevado a usar los eufemismos de postverdad o hechos alternativos que esconden una realidad: son unos mentirosos cuya única misión y objetivo es la propaganda. Y este artículo no es ni verdad ni postverdad, es simplemente una mera opinión.