Editorial: ¿Semana Santa, santos ingresos?

Joseba Morales + Doc Pastor

Semana Santa, tiempo dedicado al retiro, a lo sobrio, el recogimiento y una etapa que, para muchos creyentes, levanta ánimos y desánimos. Ánimos para aquellos que tras un año de espera pueden salir como participantes en procesiones. Desánimos para aquellos que tienen que conformarse con esperar otro año más porque la meteorología ha sido algo caprichosa. Pero también están aquellos que ven en la Semana Santa un atractivo turístico. Y siempre que hay atractivo turístico, hay dinero de por medio.

En estos días de fiesta, en los que el 90% de las informaciones tienen que ver con desplazamientos, el turismo se convierte en un referente económico y, por qué no decirlo, en una salvación para algunos sectores que ven salvada su actividad gracias a estos días. Aprovechamos además, que en muchos lugares la Semana Santa tiene carácter de “interés turístico nacional” e internacional, en otros tantos casos. ¿Entonces se cumple aquello de que la procesión va por dentro? ¿Resulta, económicamente hablando, rentable celebrar la Semana Santa? ¿Si no existiera este nivel de ingresos para estos sectores se celebraría con tanto fervor y con tantos participantes?

¿Y una procesión laica? Podría ser viable en un estado orgullosamente llamado “aconfesional” (ACONFESIONAL, en mayúsculas, para que suene más orgullosamente orgulloso). ¿Por qué no se permite? A lo mejor si esta celebración laica diera dinero otro gallo cantaría. Lo dejamos en un supuesto, e igual podrían llegar a celebrar su propio calvario.

¡Calvario el mío! Dirán muchos (concretamente más de 5 millones de parados) en este país. Que mucha Semana Santa, mucha procesión, devoción, cerrazón pero a mí el incienso no me da de comer. Y alimentar el alma no calla al estómago. Ni al banquero que demanda el pago de los recibos y la hipoteca.

Pero no se preocupen, hombres de bien, que con el dinero que van dejando los turistas en Semana Santa levantamos España en un abrir y cerrar de ojos. Dos Semanas Santas seguidas y podemos mirar por encima del hombro a Alemania. No. Pero no podemos negar que no para de mover dinero y eso, en los tiempos que corren, es más que bienvenido. Alguno se arrancará por saetas al ver la saca llena.

En fin, laicos o no, parados o activos. Que parece ser que la Semana Santa se ha ido convirtiendo en una Navidad de marzo/abril. Que lo que nos lleva a celebrarla queda en un segundo plano para muchos, con tal de llenar el bolsillo. Que cuánta hipocresía. Pero da igual, en unas semanillas cambiamos el traje oscuro por el de lunares, el vino de cura por un manzanilla y los pasos por un coche de caballos y ¡nos vamos de Feria de Abril! Y ahí parece que ya la crisis escuece menos. Que las penas con pan (y vino) son menos penas.

Ruta 42

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