Las cosas no son siempre lo que parecen y, cuando se trata de vendernos algo, menos.
Como respuesta directa a la enorme multiplicación de escritores, las nuevas editoriales nacen como setas por doquier. Las hay para todos los gustos y en multitud de combinaciones: edición, co-edición, digitales, con correctores, con portadistas, sin nada de lo anterior,… Hay editorial para todo aquel que lo desee, hasta el punto en que un escritor puede decidir y escoger el camino que quiere para sus historias entre la publicación tradicional (bajo sello editorial) o la autopublicación.
¿No parece sospechoso, así, de entrada?
No puede ser tan fácil.
Sí, podéis llamadme desconfiada.
En esta selva de letras donde todo el mundo escribe, no se puede ser confiado. Porque en todos lados cuecen habas, y en todos lados siempre habrá quien intente sacar provecho de la situación de forma innoble.
Y es una lástima, sobre todo, por aquellas editoriales pequeñas que acaban de nacer y que luchan día a día con garra, ilusión y esmero por crecer honradamente: gracias a los rastreros que aparecen con intenciones despreciables, las empresas íntegras deben esforzarse el doble para ganarse la confianza en su sello.
Y todo esto, ¿a qué viene?
Muchos lo sabéis. La liebre saltó no hace tanto en Desde el Gallinero y lo cierto es que aluciné bastante. Sí, soy desconfiada, pero también peco muchas veces de exceso de inocencia y me siguen sorprendiendo las maldades humanas.
Pues, querida Brianna, a mí ya no me sorprende casi nada cuando se trata de timos relacionados con escritores. En realidad, la liebre ya corría libre antes por el campo escrituril, pero nadie se quejaba tanto. Y, de no haber la enfermedad de un niño implicada, no habría tenido tanta repercusión lo sucedido.
Cuando se trata de este tema, yo estoy dividida. Por una parte, los escritores que caen me parecen bobos (no pretendo ofenderos, escritores. Bajad de vuestro ego un momento y seguid leyendo para entenderme) y, por otra parte, los que llevan estas editoriales unos sinvergüenzas. En el caso de la editorial que mencionan en el blog que indica Brianna, además de sinvergüenza, la persona en cuestión me parece inhumana. Y conste que ya me había enterado de parte a través de una de sus escritoras.
¿Por qué me parecen bobos los escritores? Pues porque cuando se trata de publicar con editorial, no piensan. Yo soy escritora también y, como vosotros, he recibido muchas ofertas de editoriales emergentes. A algunas las he ignorado y a otras les he preguntado las condiciones. No hay que ser muy listo para darse cuenta de que, la mayor parte de esas condiciones no nos benefician a nosotros, precisamente. ¿Vender X ejemplares en la presentación y sino te los comes tú? ¿Pagar X dinero por la primera tirada? ¿Perdón? Y luego esas editoriales que empiezan y resulta que ya tienen presupuesto para publicar a todo el mundo en papel sin que tú pongas un euro. ¿De verdad no sois capaces de ver lo que hay detrás? Porque en esto de las editoriales no soy una experta, pero al menos tengo la inteligencia suficiente como para darme cuenta de cuándo viene el coco. Como mínimo, deberíais recibir unas collejas.
Cuando una editorial se os acerque, tened mucho cuidado y tratad a vuestras novelas como lo haríais con vuestro perro o vuestros hijos. No les daríais cosas de mala calidad, ¿verdad? Pues aplicadlo a vuestro trabajo. Horas y horas escribiendo para nada no compensa. Pensadlo. Y preguntad, preguntad mucho. No importa que la gente os tome por pesados, lo que importa es que no os timen.
Respecto a quienes se lanzan a publicar a escritores bobos con mucha ilusión y pocas dosis de realismo, no tengo palabras que dedicarles que no sean insultos. He visto tantas editoriales de estas aparecer y desaparecer dejando tras de sí a tantos escritores indignados y desilusionados, que ya no encuentro las palabras adecuadas para ellos.
Estoy de acuerdo contigo, Mery.
A veces ocurre que el ego («oh, me quieren publicar, debe ser que soy bueno») y la ilusión de vivir tu sueño («al principio tendré que sacrificar un poco, quizá poner de mi parte ($$$), pero valdrá la pena para despegar y ver por fin mis novelas en las estanterías de las librerías») se unen para jugarnos una mala pasada y cegarnos, ensordecernos y enmudecernos.
Las cosas fáciles apestan. Es la norma general y un buen consejo a seguir. Haced caso a Mery y preguntad, averiguad, socavad. E incluso así, hay casos en que, sencillamente, no se cumplen las cláusulas del contrato por parte de la editorial. No ves tus libros en los escaparates, no lees su título en sus RRSS, no intentan darte presencia.
Cuando ocurre que la editorial anuncia con bombo y platillo que donará sus beneficios para la causa benéfica de un niño con problemas de salud, dándose así una publicidad y una imagen magnánima, y ganando un dinero que luego se embolsa, eso es ya hijoputismo absoluto.
Las personas afectadas tienen todo nuestro respaldo y solidaridad.
Y lo que podemos sacar de provecho de este tipo de situaciones lamentables es el ejemplo. Como dice Melanie Alexander en su canal de Youtube: imaginad que nos hubiera tocado a algun@ de nosotr@s.
Y yo añadiré algo más, queridos y queridas escritores y escritoras, no es necesario tener el respaldo de una editorial para triunfar. Hoy en día tenéis muchos medios para publicar vuestras novelas. No os dejéis llevar por los cantos de sirena y pensad que muchas de estas editoriales ni siquiera tratan vuestra obra con el respeto que se merece.
Tampoco deberíais permitir que las ilusiones os cieguen. Sed realistas. No es fácil hacerse hueco y menos ahora, que cada día salen cien escritores nuevos con las mismas ansias que vosotros, con el mismo deseo de dar el salto del anonimato a las portadas de las revistas de literatura, incluso desean ver sus novelas en el cine o convertidas en serie de televisión que recorra el mundo y los vuelva ricos. Si tenéis eso en mente, dejad de escribir ya. Seguro que vais a amargaros a corto y largo plazo, viviréis frustrados y hartos del mundo, maldiciendo a los lectores que no os entienden.
Sed realistas, sí. Pero disfrutad de lo que hacéis sin mayores pretensiones. Publicad en cualquier plataforma que os apetezca y escuchad a los lectores. Aprended de otros escritores que ya han andado el camino que vosotros tenéis que recorrer y olvidaos del ego, porque el muy puñetero no os abrirá ninguna puerta.
Antes de firmar con la editorial, publiqué dos de mis novelas en Amazon y me fue fenomenal. Mejor que bien. Y eso que soy de las que apenas se promocionan por puro pudor. Probad ese camino. Y, si no vendéis, si no llegáis al público no culpéis a nadie, buscad el porqué y tratad de mejorar. Porque, lo creáis o no, esto de escribir es un aprendizaje constante.
Olvidad esa tontería de que, si no publicas con editorial, no eres nadie, que eres menos escritor. Si eres buen escritor, lo serás en Amazon, en Planeta o en esa pequeña editorial que sí funciona bien pero no tiene presupuesto para promocionarte como te mereces. No importa. Lo que importa es que trabajes duro y aprendas cosas nuevas, que no te estanques, que evoluciones. Solo de esa forma serás un buen escritor. La editorial, en realidad, es lo de menos. Si vas a tener un golpe de suerte, lo tendrás igual (te remito a La Chica del Tren, que fue de boca en boca en Amazon y ahora es un best seller).
Resumiendo: trabaja, trabaja, trabaja, trabaja y trabaja mucho más.
Y por cierto, hay editoriales pequeñas de poco presupuesto que sí funcionan bien, que tratan a los autores con respeto y que saben hacer su trabajo pero, para saber cuáles son, tenéis que preguntar por ahí, buscar información. No penséis solamente en firmar con una editorial, sed cautos, ¿vale?
Y para más muestra, más botones:
Sandra Gallegos nos habló en su blog, Aprendiz de escritora, sobre su experiencia con Atlantis.
Roberto Carrasco nos cuenta su aventura con su primera novela y la editorial Jamais en un post muy divertido, aquí.
Lucía Campbell también tiene algo que explicar al respecto y lo hace en un post cargado de lógica en su blog.
La experiencia es un grado, pero hasta que la alcanzamos, no está de más consultar las experiencias de los demás.
¿Alguien en la sala tiene alguna que compartir? Os animamos a ello.