Lugar: Sala La Riviera
Fecha: 14 octubre 2013
Asistencia: 2.000 personas
Artistas Invitados: Balthazar
Precio: -
Setlist: Sugar, Someone Says, Smokers Outside the Hospital Doors, Bones, Eat Raw Meat = Blood, Two Hearted Spider, You Don't Know Love, All Sparks, Formaldehyde, A Ton of Love, Like Treasure, An End Has a Start, Bullets, In This Light and on This Evening, The Phone Book, Munich, The Racing Rats, Honesty, Bricks and Mortar, Nothing, Papillon
"Épica descocada para amplias minorías"
Hace unos años (en 2008) pronostiqué desde La Riviera que Editors llegarían a estadios y me equivoqué solo a medias porque, al menos en Madrid, les pudimos ver poco después en el Palacio Vistalegre (en 2009, sin gradas) y en junio de 2010 teloneando a Muse en el Vicente Calderón. Por eso diera la sensación ahora que vuelven al lugar de los hechos, donde tal vez siempre estarán y todos contentos, porque el balance de la noche de este 14 de octubre de 2013 fue ciertamente notable. Casi sobresaliente.
No conviente enredarse, por tanto, en diatribas de barra de bar sobre si son más o menos grandes que aquellos otros, o en si se han quedado a medio camino de lo que aparentaban tiempo atrás. Editors son actualmente una banda muy solvente en una sala de tamaño grande y son capaces de caldearla hasta en el último rincón gracias a las canciones de sus cuatro discos, sin duda con ínfulas épicas de esas que desbocan las arritmias, elevan los pies del suelo y generan emotivos coros colectivos. Coros de estadio, sí, pero no necesariamente en un estadio. Cosas que pasan, por muchos festivales que les faciliten tocar ante multitudes.
Más allá de este estancamiento, lo cierto es que Editors volvieron a dejar la sensación en La Riviera de que podrían llegar a más gente y a recintos más amplios, aunque ya haya quedado claro que por ahora no (y el tiempo pasa, tick tack tick tack, aterrador). Porque el comienzo con 'Sugar', de su más reciente álbum 'The Weight of Your Love' (2013), fue más que poderoso, dando paso después a 'Someone Says' y la heróica epopeya de 'Smokers Outside the Hospital Doors'. El sonido es musculoso y ponderado y 'Bones' pone otra pica en Flandes en un arranque arrebatador, las cosas como son.
Entramos en una zona pantanosa aunque profundamente disfrutable con 'Eat Raw Meat = Blood', 'Two Hearted Spider' y 'You Don't Know Love', y es ahora Chris Martin quien se empeña en aparecer en el escenario a través de la figura espigada de Tom Smith revoloteando de un lado para otro, retorciéndose y encaramándose al piano. A estas alturas ya hemos tenido una buena ración de coros comunales, algo siempre muy del gusto de las multitudes, tan dadas a aullar pero no acuchillar.
Las melodiosas 'All Sparks' y 'Formaldehyde' dan paso a la inevitable influencia de U2 con una incendiaria interpretación de 'A Ton of Love', una canción descarada en la intención de tender un puente hasta Dublin por la vía rápida, como si de alguna manera Editors sintieran que merecen más y quisieran encontrar la forma de sonar en hipotéticas radiofórmulas hoy por hoy ya inexistentes. Porque 'A Ton of Love' es efectiva pero facilona, todo lo contrario que 'Like Treasure', que muestra su vertiente más densa y oscura, esa que en su anterior disco, 'In this light and on this evening' (2009), de alguna manera las puso palos en las ruedas del populismo al empeñarse en la experimentación.
De nuevo dos pildorazas en llamas ponen La Riviera del revés: 'An End has a Start' y 'Bullets'. Gloriosos minutos que desembocan de nuevo en la otra cara de la moneda, en los retazos electrónicos ochenteros que les emparentan (también) con Depeche Mode a través de una 'In this light and on this evening' que termina en una destrucción sónica la mar de apetitosa llevando los vúmetros hasta niveles recomendados por cero de cada cien doctores consultados.
Tras un interludio acústico (en el que me viene a la cabeza Chris Martin en el año 2000 en este mismo recinto, por enésima vez se me hace imposible no comparar), 'Munich' incendia y 'The Racing Rats' emociona a un par de millares de personas de todo pelaje y condición que esta noche comparten la ilusión de un lunes diferente a los demás.
'Bricks and Mortar' y 'Nothing' preparan el terreno para el desembarco decididamente maquineto de 'Papillon', que navega entre los clásicos del techno y cualquier sesión extrema en la Fabrik. Resulta curioso que el mismo público que guitarrea con 'Munich' y abre los brazos para cantar 'The Racing Rats', ahora agite la manita al viento de manera sincopada como si cortara farlopa y en la calle una mañana soleada nos esperara a todos para ponernos en nuestro sitio.
Más allá de la broma y el prejuicio de postal, la cuestión acaba ardiendo como el mismísimo infierno después de 110 minutos de recital fogoso, pétreo, compensado, convenientemente electrificado y necesariamente ceremonioso. Tal vez lo suyo es que alguien hubiera abierto el techo de La Riviera (¿se sigue abriendo?) por aquello de que todo pareciera más amplio y unos pocos pudieran haber visto las estrellas del cielo raso de la noche madrileña. Hubiera sido un bonito guiño para una banda que quiere más pero que probablemente haya tocado techo en lo que a aceptación popular se refiere. La enésima injusticia de este mundo cruel en el que demasiadas vesce triunfa la farsa.