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Un laboratorio en la selva, el doctor Dunn, Valeria y el ayudante Rai, unos cuantos voluntarios, una empresa tecnológica. ¿Qué están haciendo? Están diseñando un videojuego que pretende emular los efectos de la alita, una planta enteógena utilizada por la comunidad indígena de la zona. Rai se encarga de cuidar a los voluntarios, que toman dosis controladas de la planta y la tecnología se encarga de calcar sus efectos. La novela transcurre en los preparativos del videojuego, pero mientras tanto van probando si los algoritmos son capaces de copiar un viaje alucinógeno. El videojuego tiene una narrativa que se parece mucho a lo que le pasó al doctor Dunn: su mujer lo abandonó por otro y se llevó a los hijos. Cada vez que Rai se ha prestado a la encarnación virtual del videojuego, ha sentido que era Dunn. Evidentemente, esto trae algunos problemillas de personalidad, por no hablar de visiones que la planta rescata del pasado y que, inexplicablemente, aparecen en la realidad cuando uno menos se lo espera. Algo incómodo para Rai, porque además no es trigo limpio, sobre todo con las mujeres. Pero recordemos que la "diferencia entre la maravilla y el daño cerebral es un problema de dosis".
"No debe dejarse llevar por la alita. Porque se trata de ella: ensancha tanto el mundo de lo posible que de pronto todo parece capaz de hacerse realidad."
Fantástica novela, entretenida e inquietante a un tiempo, que nos habla de las posibilidades de las nuevas tecnologías, pero también de sus peligros.