Desde su oficina en el Centro Ávila, Eduardo Fernández, ex secretario general del partido Copei, ante la situación que vive el país, llama al diálogo.
Entrevista a ex-presidente de Copei, Eduardo Fernández (Créditos: Federico Parra) ¿Desde cuándo no duerme en un rancho? Tengo tiempo. Tú sabes que yo me siento muy orgulloso de eso, porque yo quería ser Presidente de la República y eso significaba ser presidente de la gente que vive en los barrios; entonces le dije a mi mujer, si nosotros queremos ser presidente de estas personas, ¿por qué no compartimos con ellos y vemos cómo se vive en un rancho marginal? Y fuimos, y además se armó un gran ruido porque me descubrieron en uno, yo había estado en varios. También el presidente Santos, en Colombia, durmió en uno de los apartamentos que está regalando… Yo creo que una persona que quiere ser presidente debe conocer más o menos cómo es la realidad de todos los sectores sociales, pero por supuesto que yo quería ser presidente como una opción preferente por los pobres, que además eran la mayoría en ese momento, y creo que siguen siendo, entonces compartí con ellos, y, además, a todos aquellos en cuyas casas yo pernocté los invité a venir para mi casa, los recibí en mi casa, compartí con ellos, y todavía conservo alguna amistad con algunos de ellos. Y, conociendo esa realidad, ¿qué conclusiones sacó?Que lo más grave que hay en Venezuela es la injusta distribución de la riqueza. Nos han separado desde hace muchos años. Somos un país rico con un pueblo pobre. Un estado superpoderoso y una cantidad de familias que viven angustiados porque no tienen cómo hacer el mercado. Esa desigualdad, en Venezuela ha ido desapareciendo…
Qué bueno. Y ojalá que se hiciera posible el propósito anunciado por el presidente Nicolás Maduro de que para el año 2019 no haya más pobres en Venezuela. Pero es que es imperdonable que habiendo tenido la riqueza que ha tenido el país, desde que apareció el petróleo hasta nuestros días, haya en Venezuela una división tan grande, porque hay una división política electoral, y eso es grave, y hay también una división socioeconómica, que es, a mi juicio, más grave todavía. Tengamos cuidado con las estadísticas, a mí me encantaría creer en las estadísticas, pero resulta que lo que yo veo con mis propios ojos cuando circulo por la geografía nacional, es que todavía queda en Venezuela demasiada pobreza. Sin embargo, hay más estudiantes en todos los niveles, hay médicos más cercanos a la gente pobre, que nunca los tuvo, hay una Gran Misión Vivienda que les garantiza viviendas. Hay una realidad social que no se puede negar, porque los organismos internacionales lo reconocen también, no son sólo estadísticas, somos un país libre de analfabetismo. Una serie de logros que a mí me parecen muy importantes, pero que no me parecen suficientes; por ejemplo, el tema que deberíamos debatir, y eso debería estar en la agenda para el diálogo que yo estoy proponiendo, es el tema de la calidad de la educación. Yo no tengo ningún inconveniente en que en estos años se haya hecho un gran esfuerzo en materia educativa, pero hemos descuidado la calidad de la educación. Para resolver el problema de la pobreza, las misiones son muy importantes, pero no es suficiente. El presidente Chávez, después de que le dieron un golpe, bajó con un Cristo en las manos y pidió diálogo; después, en diciembre de ese mismo año, comenzó un paro que no ha terminado. También Fernando Soto Rojas, en una entrevista aquí, la semana pasada, hablaba del diálogo, ahora usted también está llamando al diálogo. Todos llaman al diálogo y nadie escucha.
Es verdad. Fíjate que el papa Francisco se refirió a Venezuela y habló de la necesidad del diálogo, y tanto el jefe de Gobierno, el presidente Maduro, como el jefe de la oposición, el señor Capriles, aplaudieron esa declaración del Papa, a mí me parece muy bien. Yo creo que la palabra clave en este momento es diálogo. Yo tuve una vez una conversación con el presidente Chávez, y él tuvo la amabilidad de pedirme un consejo en medio de una gravísima crisis que creó el paro petrolero; fue una situación muy inestable, y él me dijo: “¿Qué haría usted si estuviera en mi lugar?”, y yo le dije, “Presidente, el único consejo que yo me atrevo a darle es que el Presidente de la República debe ser un factor de unidad nacional. Usted no puede ser Presidente de un poco más de la mitad del país, usted tiene que ser Presidente de todos los venezolanos”. Ahora en este momento la situación es mucho más grave, porque cuando yo hablé con el presidente Chávez, el apoyo del oficialismo era muy alto, ahora la situación electoral refleja, creyéndole a lo que dijo el boletín del CNE, que somos dos mitades. La decisión que tenemos que tomar es o dialogamos o nos matamos, yo prefiero dialogar. ¿Sobre qué bases?
La Constitución es lo primero que hay que respetar, las normas de convivencia democrática, hay que reconocer al otro. Si participamos en una elección tenemos que respetar al árbitro.
Estoy de acuerdo contigo, no solamente es reconocimiento, es también respeto, tú no puedes iniciar un diálogo diciendo “Yo estoy dispuesto a conversar con estos desgraciados”. Los diálogos más famosos que ha habido en el mundo… Los de Platón. Ese era un monólogo, ese era un diálogo con él mismo. Por ejemplo el diálogo de Richard Nixon con Mao Tse Tung, no había gente más encontrada que esos dos personajes. Ese trabajo lo hizo Henry Kissinger. Efectivamente. Esos dos señores eran dos grandes rivales. Y dialogaron. Hubo un diálogo del presidente Chávez con Gustavo Cisneros, ¿usted sabe qué pasó ahí?
Me lo imagino. Y hubo un diálogo conmigo, y allí estuvo Teodoro Petkoff. El presidente Chávez reconoció siempre en usted una persona con la que se podía hablar en la oposición, ¿la oposición le hace a usted ese mismo reconocimiento?
Esa es una buena pregunta para hacérsela a ellos. En todo caso yo siempre he sido partidario del diálogo. El debate político debe hacerse con altura, con respeto, con civilización. Leyendo el libro de Rafael Simón Jiménez, Historias de historias, me encontré con que López Contreras propuso como candidato a Isaías Medina y la oposición hizo la postulación simbólica de Rómulo Gallegos. Y López Contreras invitó a su casa en La Quebradita, a Medina y a Gallegos, y estuvieron los tres juntos dialogando. Yo fui secretario de Rafael Caldera cuando ganó las elecciones de 1968. Y las ganó por 30 mil votos.
Sí. Y lo primero que hizo cuando ganó las elecciones fue darme instrucciones para que llamara a Gonzalo Barrios para visitarlo, y después visitó a Miguel Ángel Burelli y luego a Luis Beltrán Prieto Figueroa, que habían sido los candidatos que lo habían enfrentado. La política supone diálogo. Yo creo que en este momento el presidente de la República, Nicolás Maduro, debe tomar la iniciativa, tiene que ser el líder de una política de diálogo, y ojalá, estoy seguro, que el líder de la oposición, el señor Capriles, acepte la invitación al diálogo y se empiece a conversar una agenda. Miguel Otero Silva contó un día que había hecho un pacto con Gabriel García Márquez, si había una guerra entre Venezuela y Colombia, Miguel Otero saldría a la plaza Bolívar y gritaría: “Viva Colombia”, y García Márquez saldría en Bogotá a la plaza Bolívar y gritaría: “Viva Venezuela”. Si hay una invasión, ¿qué gritaría usted?
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