Revista Educación

Eduardo López: debemos llegar al 8 % del PBI como inversión educativa

Por Daniela Daniela Leiva Seisdedos @elarcondeclio
Reportaje realizado  Por Daniela Leiva Seisdedos · oct 3, 2014 Para la revista educativa El Arcón de Clio. Una revista pluralista escrita desde el aula. vlcsnap-2012-03-12-09h32m54s821. ¿Qué calidad educativa tenemos los argentinos según usted?
La noción de “calidad” fue introducida en el discurso educativo desde el mundo empresarial. Las reformas educativas neoliberales de los años `80 y `90 la usaron como paradigma para construir estándares de habilidades y conocimientos a la manera de las normas ISO para medir la calidad de bienes y servicios.
Los resultados de esas pruebas estandarizadas indicarían que nuestro país ha descendido en los rankings de “calidad educativa” en los últimos años. La difusión de estos índices se ha convertido en evidencia incuestionable para afirmar que “la educación está cada día peor”.
Sin embargo, quienes creemos en la educación para la transformación, la democracia y la igualdad en la diversidad debemos animarnos a discutir con esta idea de que la educación de hoy está peor que la de antes. Porque todo intento por realizar las necesarias transformaciones del sistema educativo nace derrotado si idealiza al pasado y renuncia a la esperanza del presente y el futuro.
Todas estas mediciones de calidad estandarizadas no toman en cuenta un rasgo a nuestro juicio esencial para evaluar un sistema educativo: su grado de inclusión. Es decir, para estas pruebas, por caso las PISA, da igual que el sistema educativo sujeto a medición tenga muy pocos estudiantes de elite y quede por fuera la inmensa mayoría de la sociedad o incluya a todos y aumente progresivamente los niveles de escolarización. Como señalara oportunamente la Secretaria General de CTERA, Stella Maldonado al conocerse los últimos resultados de PISA, “Curiosamente sucede que la Ciudad de Shangai, que tuvo una muestra de 25 escuelas queda muy por encima de Finlandia que claramente tienen un sistema educativo igualitario e integrado; y que Argentina que tiene 1,6 % de analfabetos queda por debajo de Brasil, país en el que aún hay 8,6% de analfabetismo.”
Y esto no es casual, los sectores que promovieron hace algo más de una década las reformas educativas neoliberales que fracasaron en todo el continente –Chile fue el caso extremo-, dicen hoy que la mayor inversión educativa de los últimos años es “plata tirada a la basura” puesto que no mejoraron los índices de calidad. Para ellos no importa que niños, niñas y adolescentes estén afuera o adentro de la escuela. En esa inclusión se “tiró la plata”, léase el aumento de la inversión educativa del 2 % a más del 6 del PBI. Es cierto, la inclusión no garantiza la educación de calidad, pero la exclusión asegura su ausencia. En otras palabras, para nosotros la inclusión es la condición necesaria, aunque no suficiente, para empezar a discutir la calidad.
El otro elemento pasa, precisamente, por debatir “la calidad”. No existe algo así como una “calidad” aséptica de la educación. Es a partir de fines políticos, económicos y sociales que una sociedad se pone objetivos educativos, establece qué perfil de egresado quiere, qué conocimientos privilegia, qué rasgos institucionales les da a sus escuelas, etcétera. Si una sociedad desprecia la forma de vida democrática puede que crea que la escuela autoritaria de los años 60 y 70 era de mayor calidad. Si un país destruye su industria y pone su economía al servicio del capital financiero puede que la reforma menemista que eliminó la educación técnica sea vista positivamente. Es evidente que tenemos una gran tarea por delante para hacer de la educación pública un espacio mucho mejor. Pero debemos tener en cuenta que la calidad constituye un valor en discusión vinculado a qué proyecto de país construimos. Y no sólo de país. También debe abordarse regionalmente esa discusión.
Así como el abandono de las recetas neoliberales en economía supuso la ruptura con la dependencia de los organismos internacionales de crédito, para quebrar la dependencia cultural y educativo es necesario abandonar estas pruebas diseñadas por los intereses de mercado internacional y, como lo venimos exigiendo desde CTERA, cumplir con lo acordado en la Comisión de Educación del Mercosur: crear un sustituto de Evaluación Regional y construir parámetros propios que reflejen nuestras realidades. La calidad educativa es siempre producto de disputas y consensos políticos, económicos y culturales.
2. Cómo ciudadano ¿Cuáles son las claves según usted para que haya en nuestro país mayor inclusión educativa?.
Creo que si bien se ha aumentado la inversión estatal en educación aún falta mucho por hacer. Debemos llegar al 8 % del PBI como inversión educativa mínima nacional y discutir una nueva Ley de Educación Superior con financiamiento exclusivo, ya que es un de las pocas leyes que se mantienen de la década neoliberal en educación. Es imprescindible además que esa mayor inversión esté destinada a mejorar la infraestructura escolar, multiplicar la cantidad de escuelas de jornada completa o extendida y aumentar fuertemente la cobertura del nivel inicial, ya que la educación maternal y de infantes no es un mero espacio de contención y cuidado de niños y niñas sino un elemento igualador de las trayectorias escolares para garantizar efectivamente el derecho social a la educación.
Gracias Educardo López
Perfíl de Eduardo López.
Docente.
Secretario General de la Unión de Trabajadores de laEducación.
Visita: http:// www.elarcondeclio.com.ar Visita: www.elarcondeclio.com.ar Daniela Leiva Seisdedos

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