Cuando yo era pequeño, en el barrio donde vivía, sólo había 3 colegios, uno era privado concertado y religioso (Sagrada Familia) y los costes “adicionales” esa hora extra que pagan las familias eran muy caras, otros dos eran privados concertados pero de acceso más modesto, el Santa Teresa, también de carácter religioso y el Garball, laico.
A mí me tocó ir al Garball, creo que en sí, tenía algún buen profesor, pero era al final un mal colegio. No teníamos patio y salíamos a la plaza pública de delante de este, la plaza Pastrana, que en esa época los yonquis del barrio era donde se pinchaban. Eran los duros años del jaco y la heroina de mediados de los 80 y cuando el SIDA comenzaba a aparecer entre los colectivos de más riesgo.
Unos pocos años más tarde se construyó el colegio Taixonera, público y años después el Carmel, también público. La Taixonera cubría mi zona y mi hermana fué más afortunada y comenzó a estudiar en él. No es que fuera un colegio de élite ni mucho menos, pero comparado con el colegio pseudobronx al que yo iba, aquello parecía la academia de Howards.
Por poner algunos datos, de mis compañeros de curso, me parece, si mal no tengo los datos que el único que ha acabado estudios universitarios he sido yo, y éramos más de 30 que no es poco. Otros los han comenzado, pero un puñado que cuento con la mano. El índice de fracaso escolar era de espanto, porqué además se transformó en el sumidero de niños malos estudiantes de los otros dos colegios concertados (el SAFA y el Santa Teresa), entre otras porqué el propietario del nuestro también era el del Santa Teresa y quería mantener cierto “nivel” en uno de los colegios y dejaba languidecer al segundo.
No es que los individuos que formábamos mi clase fuéramos unos zotes, eso no es cierto, algunos de ellos con los que sigo en contacto son realmente inteligentes, ni tampoco que los profesores fueran “malos”. Es verdad que tuvimos profesores desastrosos, recuerdo una profesora de “naturales” que me peleé con ella porqué decía que las serpientes no tenían esqueleto (debía confundir el género de los anélidos con el de los ofidios), pero también había algún docente heroico que intentaba sacar algo de aquella carnicería juvenil. La calidad de la enseñanza se mide también en las ratios por alumno, la capacidad de cubrir bajas, la capacidad de tener profesores especialistas en la materia (y no generalistas que apenas podían diferenciar la clase de “natus” de las de “sociales”) o de poder dar todo el temario intentando que no se dejaran demasiados muertos en el camino. También en la capacidad de atraer algo de talento docente, la mayor parte de mis profesores de primaria, dejando a un lado algún caso aislado, eran de la vieja escuela, viejísima escuela, y además no tenían incentivos para mejorar, ¿para qué si al final se transformó en un colegio sumidero?.
Yo acabé primaria con una terrible carencia en conocimiento de historia de la baja edad media y de los siglos XVIII en adelante precisamente porqué nunca acabamos el temario de 5º, 6º, 7º y 8º de “sociales”, algo que he tenido que suplir posteriormente, incluso en mates, que era mi fuerte, tuve que reciclarme al llegar al instituto.
El colegio cerró, y por suerte los dos públicos (Carmel y Taixonera) absorvieron la necesidad del barrio y ofrecen una educación primaria de alta calidad, o como mínimo, más que aceptable. Las ratios de estudiantes que terminan una carrera en la Taixonera, de niños de mi misma generación que saltaron de los concertados al público, es mayor, no el lamentable 2,5% del mío. Un claro ejemplo de cómo las políticas públicas actúan claramente para luchar contra la desigualdad.
El tema es más duro cuando lo comparo con otros centros educativos privados, de barrios de más solera, el ir a ese colegio y no al mío, te daba un seguro de entrar en una universidad (privada, en general) de casi el 100%.
A todo esto, mi colegio era más caro que el Taixonera, que era totalmente público y gratuito, e incluso los libros salían más baratos porqué el APA (en aquél entonces eran APAs y no AMPAs) se lo curraba (el colegio daba ambiente para el asociacionismo de los progenitores y para que estos participaran de la gestión del centro, en el mío, ni de lejos).
Una historia que se repite con la educación de 0 a 3
Algo parecido es lo que está pasando con la educación de 0 a 3 años en Barcelona. Las opciones privadas son horrendas, hay excepciones, pero en general las escoles bressol públicas le dan una manta palos a las privadas. Los centros son de más calidad constructiva, realmente orientados a tener allí niños en buenas condiciones, con un buen patio, buena orientación solar, con caminos escolares delimitados, ratios más que aceptables, y un buen proyecto educativo. Por no hablar que atraen a los mejores profesionales porqué el sueldo es digno y las condiciones también. En cambio, hay guarderías privadas (prefiero no llamarlas escoles bressol, porqué el tema educativo allí es más que cuestionable) que son aparcamientos de críos.
Además, son más caras para los usuarios. De hecho el proyecto que tiene Trias de dejar de apostar por las bressol públicas y pasar a las guarderias privadas concertadas, harán que el coste por alumno sea más caro para las familias, y, curiosamente, para la administración (la administración ha de pagar a un propietario que ha de amortizar su inversión y sacar un beneficio, algo que no saca la administración pública) bajo la excusa, igual que en el caso de los conciertos de la primaria de mi época, la hora extra que están los niños en los centros.
Es verdad que el modelo de 0-3 en Barcelona es un lujo babilónico, y que pasó de cubrir el 25% de la demanda a poco más de la mitad… pero es un modelo que con tiempo y un bizcocho se transforma en un sistema de alta calidad y que realmente reduce muchísimo las desigualdades de partida.
El modelo que implanta Xavier Trias, es más caro, pero además es un aparcamiento de niños, no un modelo educativo, además de fomentar la desigualdad de partida. Ninguna privada concertada va a hacer el esfuerzo de hacer una guardería de alta calidad en un barrio como en el que yo me crié o en el que estoy residiendo. Las familias de estos barrios no van a poder pagar unos “extras” muy caros, ni tampoco van a asociar su relación con el centro educativo para pasar a una escuela primaria de alto nivel privada.
Un modelo que se carga, el lento, pero seguro, de buena calidad y que combate la desigualdad, que ha puesto en marcha el PSC y los gobiernos de izquierda de la ciudad en los últimos decenios.
Que la educación de 0-3 años es clave para combatir la desigualdad no es algo que me saque de la manga, cualquier analista de políticas públicas sabe que invertir en guarderías es invertir en el futuro más que cualquier política de ayuda social caritativa que se saque la derecha de la manga. Si un niño de 4 años comienza la primaria ya con ciertas aptitudes y habilidades, con ciertas costumbres y con un gusto por el aprendizaje formal de forma divertida y con un entorno de socialización positivo, compensa muchas graves deficiencias que pueda tener en casa o en el barrio donde vive.
Comparteix/Comparte