¿Para qué
necesitamos las escuelas? Si bien nadie discute sobre la importancia de la Calidad Educativa
¿Hacia dónde debemos apuntar? ¿Qué calidad necesitamos? En esta publicación, la
autora nos resalta el punto de vista de una escuela orientada hacia la
construcción de una democracia real para la sociedad.
Para Marta Nussbaum, la crisis mundial que vivimos en
materia de educación tiene que ver con el desplazamiento de las materias y
carreras relacionadas con las humanidades y las artes, las cuales día a día
pierden terreno tanto en los currículos como en las aspiraciones y expectativas
de los alumnos y sus familias.
Este cambio tajante en lo que se enseña a los jóvenes en las
sociedades democráticas hace que se dejen de lado (sin que seamos muy
conscientes de ello) un conjunto de aptitudes necesarias para que una
democracia perviva. Según la autora, actualmente predomina la tendencia a
producir generaciones de máquinas utilitarias y no ciudadanos con capacidad de:
(a) pensar autónomamente, (b) tener una mirada crítica frente a las
tradiciones, y (c) situarse en el lugar de los otros para comprender sus logros
y sufrimientos. Para ella, las consecuencias de esta transformación no se han
analizado suficientemente.
Uno de los ejes que articulan el planteamiento de Martha
Nussbaum es la relación estrecha entre educación y democracia, dicha relación
se pone de presente cuando vemos que el fortalecimiento o el debilitamiento de
la democracia dependen de lo que se defina como prioridades en la educación. Es
precisamente esta relación la que nos permite entender que cuando la autora
habla de crisis de la educación lo hace pensando en una educación para la
democracia, de la mano de las humanidades y las artes, y no de una educación
para la rentabilidad, que desconoce y debilita los valores y metas de la
democracia.
¿Qué significa educar para una sociedad democrática y para
el ejercicio de la ciudadanía? Martha Nussbaum nos da una pista para responder
este interrogante, cuando retoma a Alcott y Tagore, quienes definen la palabra
alma como el conjunto de «facultades del
pensamiento y la imaginación, que nos hacen humanos y que fundan nuestras
relaciones como relaciones humanas complejas en lugar de meros vínculos de
manipulación y utilización». En ese sentido, es necesario que, al vivir en
sociedad, estemos formados para concebir «nuestra
persona y la de los otros de este modo, imaginando mutuamente las facultades
internas del pensamiento y la emoción». De lo contrario, «la democracia
estará destinada al fracaso, pues ésta se
basa en el respeto y el interés por el otro, que a su vez se fundan en la
capacidad de ver a los demás como seres humanos, no como meros objetos»).
Sin desvalorizar la calidad educativa en ciencia y
tecnología, Nussbaum, reivindica en su libro aquellas «capacidades vitales para la salud de cualquier democracia y para la
creación de una cultura internacional digna que pueda afrontar de manera
constructiva los problemas más acuciantes del mundo». Dichas capacidades
están vinculadas directamente con la formación que aportan las artes y las
humanidades, y son las siguientes:
a) Capacidad de reflexión y pensamiento crítico para una
democracia viva y en estado de alerta.
b) Facultad para pensar en la variedad de culturas, grupos y
naciones en el contexto de la economía global y de las interacciones entre
grupos y países, lo cual resulta indispensable «para que la democracia pueda afrontar de manera responsable los
problemas que sufrimos hoy como integrantes de un mundo caracterizado por la
interdependencia».
c) Facultad para «imaginar
con compasión ante las dificultades del prójimo».
Estas capacidades, que Nussbaum describe e ilustra a lo
largo del libro, se encuentran en peligro de «perderse en el trajín de la competitividad»; como se verá más
adelante cuando se presente el contraste entre dos modelos de educación
antagónicos, y posteriormente cuando con Boaventura de Sausa Santos veamos los
efectos de la implementación de la globalización neoliberal en las políticas de
educación de los países del tercer mundo.
En síntesis, la autora sostiene a lo largo de su libro que
tanto las humanidades como las artes son fundamentales en todos los niveles de
la educación; y que pese al valor extraordinario que poseen ambas se encuentran
en grave peligro, poniendo en riesgo, a su vez, el futuro de la democracia. Como
parte de su argumentación, realiza un contraste entre un modelo de educación
para el crecimiento económico y un modelo de educación para la ciudadanía
democrática.
Extraído de:
Educación significa “educación para la ciudadanía
democrática”1
Giovanna Carvajal Barrios
Profesora de la Escuela de Comunicación Social de la
Universidad del Valle. Comunicadora Social y Licenciada en Música, Magíster en
Comunicación y Diseño Cultural. Actualmente realiza el doctorado en Ciencias de
la Educación de Rudecolombia-Universidad Tecnológica de Pereira.